LA INVASION A OCCIDENTE DURANTE LA GUERRA
DE INDEPENDENCIA
A este respecto nos dice el doctor Ramiro Guerra en la página 245 de su Historio Elemental de Cuba:
"En el plan de campaña combinado por los Generales Gómez y Maceo, en "La Mejorana", entraba lo invasión de las provincias occidentales, para lo cual reunían fuerzas y pertrechos".
Y el señor Juan M. Leiseca resulta más explícito, toda vez que en la página 309 de su Historia de Cuba, se expresa en los siguientes términos:
"Entrevista de "La Mejorana": Martí, Jefe Supremo. Al desembarcar el General Gómez, enterado de que ya Maceo estaba en la brega, salió en su busca y lo encontró en Jarahueca, desde donde siguieron a "La Mejorana". El primero como General en Jefe y como Jefe de Oriente el segundo, acordando el pIn de campaña. En la entrevista estuvo presente Martí como Jefe Supremo de la Revolución y fuí nombrado General, igualando con eso (como él decía con emocionado acento y lágrimas en los ojos) su vida a los Veteranos del 68".
También el señor Miguel A. Cano, en la página 211 de su Historia Elemental de Cuba, consigna lo siguiente:
"El día 5 de Mayo se reunieron en "La Mejorana", cerca de Dos Caminos' provincia de Oriente, los tres jefes citados: Martí, Gómez y Maceo, para acordar el plan de campaña. Se proclamó a Martí Jefe Supremo de lo Revolución; a Gómez General en Jefe, y a Maceo, Jefe del Ejército de Oriente. En aquella entrevista se acordó, además, tomar la ofensiva, invadir las otras provincias paro extender la Revolución y se adoptaron otros acuerdos importantes".
El doctor Vidal Morales y Morales, en la página 252 de sus Nociones de Historia de Cuba, escribe:
"Entrevista de los Jefes de la Revolución. El día 5 de Mayo, acampados en "La Mejorana" los tres citados jefes de de Revolución, acordaron el plan de campaña que había de seguirse. Martí fué reconocido como Jefe Supremo, y Máximo Gómez como General en Jefe y Antonio Moceo como Jefe de Oriente".
Y finalmente, Miguel Angel Fonseca, en las páginas 210 y 215 de su Compendio de Historia de Cuba, nos dice:
"José Martí, Antonio Maceo y Máximo Gómez, las más grandes figuras de aquel movimiento, se reunieron en la finca "La Mejorana" el día 5 de Mayo, para trazar el plan de campaña.
"Entre los planes guerreros acordados por Maceo y Gómez en "Lo Mejorana", el más importante, sin duda, fué el de lo invasión a los provincias occidentales".
No obstante ser creencia generalizada que la invasión a Occidente en la guerra de independencia, fué acordada por José Martí, Máximo Gómez y Antonio Maceo, en la entrevista que celebraron en "La Mejorana" (Oriente) el día 5 de Mayo de 1895, —entrevista que hubo de producirse de manera incidental— nosotros diferimos de tal aseveración, ya que nada acerca de ese particular consignan en su "Diario de Campaña" ni Martí ni Gómez, pues el primero al resenar dicha reunión, la describe de la siguiente manera:
"Maceo y Gómez —sentados a la mesa a la hora del almuerzo— hablan bojo, cerca de mí: me llaman a poco, allí en el portal: que Maceo tiene otro pensamiento de Gobierno: una Junta de Generales con mando, por sus representantes y uno Secretaría General. La Patria, pues, y todos los otros oficios que crea y anima al Ejército, con Secretaría del Ejército. Nos vamos a un cuarto a hablar. No puedo desenredar o Maceo la conversación: "¿pero usted se queda conmigo o se va con Gómez?" Y habla cortándome las palabras, como si fuera yo la continuación del Gobierno leguleyo, y su representación. Y en tono herido: "le quiero —me dice— menos de lo que yo le quería, por su reducción a Flor en el encargo de lo expedición, y gastos de sus dineros". Insisto en separarme antes los Representantes que se reunan a elegir Gobierno. No quiere que cada Jefe de operaciones mande el suyo, nacido de sus fuerzas: él mandará los cuatros de Oriente: "dentro de quience días estarán con usted, y serán gentes que no me las pueda enredar allá el sabio de Martí". En lo mesa, opulenta y premiosa, de gallina y lechón, vuélvese al asunto; me hiere y me repugna: comprendo que he de sacudir el cargo conque se me intenta marear, de defender ciudadanesco de las trabas hostiles al movimiento militar. Mantengo, rudo al Ejército, libre el país, como país y con toda su dignidad representado. Muestro mi descontento de semejante indiscreta y forzada conversación, a mesa abierto, en la prisa de Maceo por partir . Qué va a caer la noche sobre Cuba, y ha de andar seis horas. Allí cerca están sus fuerzas; pero no nos lleva a verlas: las fuerza reunidas de Oriente: Rabí, de Jiguaní; Busto, de Cuba, las de José que trajimos. A caballo, adiós rápido. "Por ahí se van ustedes", y seguimos, con laescolta mohina, ya entrada la tarde, sin los asistentes, que quedaron con José; sin rumbo cierto, a un galpon del camino, donde no desencillamos. Van por los asistentes: seguimos a otro rancho fangoso; y así, como echados, y con ideas tristes, dormimos".
Y en lo tocante al General Gómez, se limitaba a exponer —en cuanto concierne a los días 5 y 6 del mencionado mes de Mayo—, los siguientes particulares ajenos en un todo al móvil atribuido a dicha entrevista:
"Día 5, nos movimos por "El Triunfo", almorzando en el ingenio (no se expresa el nombre) en unión del General Antonio Maceo, cuyo jefe encontramos por aquí, sin que estuviese en operaciones, como nos había anunciado.
"Después, y como a las cuatro de la tarde nos condujo a las afueras de su campamento, en donde pernoctamos solos y desamparados, apenas escoltados por veinte hombres biñosos y mal armados".
"Día 6, al marchar rumbo hacia Boyomo, confusos y abismados con la conducta del General Antonio Maceo, tropezamos con una de las avanzadas de su campamento de más de dos mil hombres y fuerza nos fué entrar: el General se disculpó como pudo: nosotros no hicimos caso de las disculpas, como no lo habíamos hecho del desaire, y nuestra amargo decepción de la víspera, quedó curada con el entusiasmo y respeto conque fuimos recibidos por aquellas tropas.
"Dos horas después continuamos marcha, abandonando también el campamento el General, pues él salía en operaciones. Esa noche pernoctamos en "Jagua".
Por cuanto dejamos expuesto puede darse como un hecho, que la invasión a Occidente no solamente no fué acordada en la reunión celebrada en "La Mejorana" el día 5 de Mayo, como así tampoco durante la "visita" que en la mañana del siguiente día hicieran Martí y Gómez al General Antonio Maceo en su capamento, reuniones estas que, como es sabido, fueron las últimas celebradas entre los tres, ya que pocos días después hubo de producirse la dolorosa catástofre de "Dos Ríos".
Aunque por algunos se ha dado como un hecho cierto la presencia en la entrevista de "La Mejorana" de los Generales Rabí y Jesús Sablón Moreno) y Agustín Cebreco, los hermanos Demetrio y Joaquín Castillo Duany, Rafael María Portuondo, Florencio Salcedo, Diego Palacios, Mariano Sánchez Vaillant y Juan Maspons Franco, nosotros insistimos en nuestra fundada aseveración, de que en la reunión de los tres no solamente no se trató del propósito que a la misma se atribuyera, sino lo que es más, que a la misma no concurrieron los jefes que se mencionan, cuya presencia vino a ser advertida por Martí y Gómez en su "visita" del siguiente día al campamento del General Maceo.
A este respecto de la invasión a Occidente, debe tenerse en cuenta la comunicación que el General Gómez dirigiera al General Antonio Maceo el 30 de Junio de 1895, encontrándose acampado en "El Cascarón" (Camagüey), y uno de cuyos párrafos estaba redactado en los siguientes términos:
"Es urgente que usted prepare un contingente lo más pronto que pueda, y con jefes escogidos y experimentados, trate de incorporárseme cuanto antes, para que demos el golpe definitivo en Occidente, donde se nos espera. En el mismo sentido escribo al General Jefe del 2do. Cuerpo. (1).
Y para corroborar nuestra fundada creencia de que en la entrevista de "La Mejorana" no se trató del proyecto de invasión, el General Moceo en carta que dirigiera al Marqués de Santa Lucía el 8 de Septiembre de 1895, al darle cuenta acerca de las dificultades con que venía tropezando para poder dar cumplimiento a determinadas órdenes, se expresaba en los siguientes términos: "temo que lo mismo suceda con el contingente que se desea sacar de aquí".
Lo que sí puede darse por cierto, es que en la reunión de "La Mejorana" se trató por los tres, de manera única y exclusiva, acerca de la forma de Gobierno que debería implantarse en el campo de la Revolución, y en tanto que Maceo entendía que ésta debía ser regida por una Junta de Generales con mando, tanto Martí como Gómez sustentaban el criterio de hacerse indispensable "la constitución de un Gobierno que organizase la administración política y diera carácter legal a la guerra", conforme escribiera el General Gómez a Estrada Palma el 19 de Septiembre de 1895, encontrándose acampado en "Antón" (Camagüey).
Y el General Maceo no solamente envió cinco Representantes a la Asamblea de "Jimaguayú" —en lugar de los cuatro que prometiera en la reunión de "La Mejorana"—, sino que los mismos eran portadores de un proyecto de Constitución, por cuyo artículo 13 se disponía que el Presidente de la Junta fuera el Generalísimo del Ejército, quien dirigiría y ejecutoría libremente las operaciones militares, en tanto que por el artículo 15 se prevenía que el Vice-Presidente sería el segundo Jefe del Ejército, quien a la vez sustituiría al Presidente de la Junta en el ejercicio de las facultades que le eran conferidas.
A nuestro entender y teniendo en cuenta los antecedentes del caso, en esta ocasión —al igual que en la guerra de los diez años—, la iniciativa de invadir las provincias occidentales partió del General Gómez, siendo secundado por el Marqués de Santa Lucía, ya como Presidente de la República en armas en 1874, como Presidente del Consejo de Gobierno en 1895.
Conociéndose de las serias dificultades que se venían oponiendo por el General Bartolomé Masó —en su carácter de Jefe del 2do. Cuerpo— a la organización del Ejército Expedicionario encomendada al General Maceo por el General Máximo Gómez, tan pronto quedó constituido el Consejo de Gobierno el 18 de Septiembre de 1895, el día 30 de ese mismo mes se separó del General en Jefe en el lugar conocido por "Sao Nuevo", en las márgenes del río Sevilla, encaminándose a la región oriental con el propósito de activar la organización de las fuerzas expedicionarias que debían formar parte del contingente invasor.
A este viaje del Consejo de Gobierno se trató de dar el carácter de "visita" que se realizaba con el propósito determinado de darse a conocer de las tropas orientales, procedimiento que más luego se adoptaría con las fuerzas villareñas, ya que en esa fecha resultaban ser las tres únicas provincias donde existían núcleos de fuerza en organización; pero cuyo viaje tenía por única finalidad las razones anteriormente expuestas.
El Consejo de Gobierno en su marcha por la región oriental, en busca del General Antonio Maceo, el 6 de Octubre pernoctó en "Mala Noche", donde el Marqués de Santa Lucía sostuvo una larga entrevista con el Coronel Celedonio Rodríguez, hombre de toda confianza del General Masó, quien no solamente negaba autoridad sobre él al General Antonio Maceo, sino lo que es más aún, no había querido ocupar el cargo de Vice-Presidente del Consejo de Gobierno, para el que hubo de ser electo por la Asamblea Constituyente reunida en "Jimaguayú", con la agravante de impedir que las fuerzas de su mando formaran en el contingente que se organizaba con el propósito de invadir las provincias occidentales.
Al despedirse el Marqués de Santa Lucía del Coronel Rodríguez hubo de decirle, poniéndole la mano sobre el hombro:
—"Dígale a Bartolomé que venga: que él será el Presidente en tanto que yo seré el Vice! . . .
El día 8 de ese mismo mes, encontrándose el Consejo de Gobierno acampado en "Canastas", fué visitado por el General Antonio Maceo, al que acompañaban el Brigadier Quintín Banderas y un grupo de Ayudantes.
La presencia del Gobierno en Oriente en nada influyó para que el General Masó depusiera su actitud de rebeldía, en su marcado empeño de que las fuerzas de su mando no engrosaran las filas del Ejército Expedicionario.
Y, entre tanto, el General Gómez permanecía en Camagüey en espera de la llegada de las fuerzas que debería conducir el General Maceo, al objeto de ponerse al frente de las mismas y emprender la marcha hacia las provincias occidentales; por lo que en ocasión de encontrarse acampado en "San José de Guaicanámar" el día 16 de Octubre, decidió emprender viaje hacia Las Villas aunque solamente fuera acompañado por una Escolta de cien hombres, por entender necesario ponerse al frente de la situación en aquella comarca, donde los españoles seguramente habrían de acumular grandes fuerzas, por lo que procedió a cruzar la Trocha de Júcaro a Morón el día 30 del expresado mes de Octubre, por "Manacas".
lnterín estos sucesos se producían en Camagüey, el Consejo de Gobierno, vista la imposibilidad de llegar a un acuerdo, armonizando ambas tendencias, dispuso que el General Antonio Maceo emprendiera la marcha con las fuerzas que tenía concentradas, pertenecientes en su totalidad al primer Cuerpo, dejando órdenes a fin de que las restantes se incorporaran en el camino; acordándose a la vez que el Presidente Cisneros y el Sub-Secretario de la Guerra, Ingeniero Mario García Menocal, conferenciaran con el Lugarteniente, al objeto de evitar todas aquellas dificultades que se pudieran presentar en la marcha de las fuerzas expedicionarias, marcha que hubo de iniciarse en la tarde del 22 de Octubre de 1895, partiendo desde "Los Mangos de Baraguá", con un total de 1,053 hombres, 460 de caballería a las órdenes del Brigadier Luis de Feria y 350 de infantería, al mondo de los cuales iba el de igual graduación Quintín Banderas, más 243 jinetes compuestos por jefes y oficiales del Estado Mayor, Escoltas del Consejo de Gobierno y del Cuartel General, Cuerpo de Sanidad, oficiales agregados al Estado Mayor y el Cuerpo de Vigilancia, al frente de cuyas fuerzas iban el Consejo de Gobierno y el Lugarteniente General, haciendo su primer alto, ya bien entrada la noche, en "Júcaro", a unas 9 leguas del lugar de partida.
En la mañana del siguiente día 23, las fuerzas continuaron la marcha, acampando en "Guyacán", donde pernoctaron eso noche, trasladándose al siguiente día a "Sabanilla", donde el Consejo de Gobierno celebró sesión, conociendo del informe rendido por el Secretario del Interior y del Sub-Secretario de la Guerra, en relación con las consideraciones de que deberían ser objeto los funcionarios civiles: el Presidente de la República: la de Generalísimo del Ejército; el
Vice-Presidente y los Secretarios: la de Mayor General; el Secretario del Consejo y Canciller: la de General de Brigada; los Jefes de Despacho de las Secretarías, los Gobernadores Civiles y los Administradores de Hacienda: la de Coronel; los Tenientes Gobernadores, los Delegados de Hacienda y Secretario de la Administración de Hacienda: la de Comandante; los Prefectos y los Inspectores de Talleres, de Costas o de Comunicaciones: la de Capitán, y los Sub-Prefectos: la de Alférez.
En sesión celebrada en el propio lugar el día 25 por el Consejo de Gobierno, bajo la Presidencia de Salvador Cisneros Betancourt, se conoció de un escrito del Mayor General Bartolomé Masó —Jefe del Segundo Cuerpo del Ejército Libertador— por el que se limitaba a acusar recibo del que le fuera enviado en su oportunidad, dándole cuenta de haber sido electo Vice-Presidente del Consejo de Gobierno al ser 1 constituido dicho Organismo.
El día 26 la columna expedicionaria emprendió nuevamente la marcha, acampando en "Las Vegas de Pestán", donde el Consejo celebró una nueva sesión, tratando de un escrito enviado por el General Antonio Maceo, al que acompañaba una comunicación que le fuera dirigida por el Coronel Francisco Estrada, perteneciente al Segundo Cuerpo, por la que le informaba no haber recibido la orden que debió haberle trasmitido el General Masó, circunstancia por la cual no había contribuido a la formación de la columna expedicionaria.
El Secretario del Interior, doctor Santiago García Cañizares, teniendo en cuenta la existencia de otras comunicaciones por las que se hacían idénticas observaciones por parte de varios jefes, pertenecientes todos ellos al propio segundo Cuerpo, consideró dichos hechos como motivos más que suficientes para estimar al General Masó culpable como interceptor de comunicaciones, ya que se había hecho cargo de las mismas como Jefe Superior de aquellos a quienes iban dirigidas; y que considerando además la demora de dicho General en dar cumplimiento a las órdenes emanadas del General en Jefe, encaminadas a que pusiera a disposición del General Antonio Maceo las fuerzas que éste estimara necesarias para la formación del Ejército Expedicionario, consideraba que, con vista de todo ello, existían motivos más que suficientes para que se acordara la inmediata deposición del Mayor General Bartolomé Masó, del cargo de Jefe del segundo Cuerpo del Ejército Libertador, que venía desempeñando, por manifestarse "en contra de la invasión y por ende de la Patria".
El Sub-Secretario de la Guerra, en funciones de Secretario, Mario García Menocal, entendió que antes de adoptarse tan extrema resolución, debía esperarse a que por dicho General se diera contestación al escrito que le fuera remitido en días anteriores, ordenándole su presentación en la residencia del Consejo de Gobierno, para tratar de esos particulares.
El Presidente Cisneros emitió su opinión en el sentido de considerar como un deber el consultar al General Maceo, acerca de si estimaba como indispensable "para no demorar absolutamente por nada la marcha del Ejército Invasor, y así entonces poder proceder el Consejo con causa plenamente justificada"; a cuyo efecto propuso fuero llamado el General Maceo, para que hiciera las manifestaciones que estimara convenientes.
Personado en esa oportunidad el Lugarteniente ante el Ejecutivo, significó haber realizado cuantas gestiones consideró pertinente para no demorar por más tiempo la marcha de la columna, habiendo a la vez reiterado las órdenes a los jefes en cuestión, con la finalidad de que se incorporaran en la marcha; y que con respecto al General Masó, se había dirigido al mismo en fecha reciente, interesando su presencia en ese Cuartel General, por lo que entendía que hasta tanto no se personara el General Masó o contestara la comunicación de referencia, no podía determinar si resultaba o no necesaria la intervención del Consejo de Gobierno.
En tal virtud, el Consejo acordó quedar en espera de noticias sobre la actitud que adoptara el Jefe del segundo Cuerpo, con vista de la comunicación que le fuero enviada.
Emprendida nuevamente la marcha el día 28, la columna invasora se encaminó hacia "Tranqueras", donde acampó.
Al siguiente día 29, el Consejo de Gobierno celebró sesión tomando distintos acuerdos, ajenos a un todo a la marcha de las fuerzas expedicionarias, si bien de marcado interés para la Revolución.
En la mañana del 30 la columna abandonó el campamento de "Tranqueras", encaminándose a "Corral Nuevo", lugar situado en las márgenes del río "Cauto", donde pernoctó.
El día 31 las fuerzas expedicionarias se trasladaron a "Mala Noche", perteneciente a la jurisdicción de Holguín, con un recorrido de 38 leguas desde su salida de "Los Mangos de Baraguá"; y en cuyo lugar permaneció por espacio de tres días.
En este campamento se incorporaron a la columna invasora los Regimientos "Martí" y "García", a las órdenes del Brigadier José Miró Argenter y del Coronel Julián Santana, respectivamente, con un total de 350 hombres, correspondientes al segundo Cuerpo, haciendo ascender el contingente invasor, hasta esos momentos, a 1,403 hombres en total.
En este lugar el General Maceo designó al Brigadier Miró como Jefe de Estado Mayor del Ejército Expedicionario; y por la propia Orden General confirió el grado de Comandante del Ejército Libertador, a reserva de la correspondiente aprobación, al joven Enrique Loynaz del Castillo.
En la madrugada del día 3 de Noviembre, en ocasión de encontrarse las fuerzas formadas para realizar una nueva jornada, éstas fueron despedidas por un grupo de damas allí reunidas con motivo de tal acontecimiento, las que dejaron oir "La Bayamesa", canción de la que fuera autor el inspirado poeta José Fornaris, con música de Carlos Manuel de Céspedes y Francisco Castillo Moreno, los tres hijos de Bayamo; canción formada por los siguientes versos:
¿No recuerdas gentil bayamesa
que tu fuiste mi sol refulgente,
y risueño en tu lánguida frente
blando beso imprimí con amor? . . .
¿No recuerdas que un tiempo dichoso
me extasié con tu pura belleza,
y en tu seno doblé la cabeza,
moribundo de dicha y amor? . . .
Ven, asoma a tu reja sonriente:
ven, y escucha, amorosa, mi canto;
ven, no duermas, acude a mi llanto,
pon alivio a mi negro dolor.
Recordando las glorias pasadas,
disipemos, mi bien, la tristeza,
y doblando los dos la cabeza
moribundos de dicha y amor.
Emprendida la marcha bajo la grata impresión que aquellos versos cantados por voces femeninas produjeran en esa tropa, cuyos componentes abandonaban sus hogares, dejando a la madre querida, la esposa amada o la amorosa prometida, marchando en persecución de lo desconocido, tal vez en busca de una muerte segura, se encaminaron hacia "Río Abajo", donde acamparon.
Pocos momentos después de abandonar el campamento de "Mala Noche", se tuvo conocimiento de que en "Vista Alegre", a unas dos jornadas en la ruta a seguir, se encontraban acampadas dos columnas españolas procedentes de Las Tunas, a las órdenes de los Coroneles Leopoldo Ceballos y José Nario, de nacionalidad filipina éste último; así como que de Holguín había salido otra fuerte columna enemiga, al mando del General Joaquín Echagüe, la cual marchaba en dirección a "Mala Noche", lugar que poco antes habían abandonado las fuerzas invasoras; y las cuales operaban en combinación.
En este campamento de "Río Abajo" celebró sesión el Consejo de Gobierno, conociendo de varias comunicaciones dirigidas por el General Masó al General Maceo, y de éste a aquél, así como de ambos Generales al Ejecutivo, todas ellas relacionadas con la organización de las fuerzas expedicionarias; y apreciando la disparidad de criterio mantenido en dichos escritos, se acordó que el Presidente Cisneros y el Secretario de la Guerra, García Menocal, se entrevistaran con el Lugarteniente, al objeto de tratar de evitar "todas las dificultades presentadas y que pudieran presentarse en la marcha de la invasión".
Ya con anterioridad a esta fecha, en 25 de Octubre, en ocasión de encontrarse acampados en "Sabanilla", el doctor Santiago García Cañozares, Secretario del Interior, había sostenido una larga conversación con el General Maceo, expresándose éste último en el sentido de tener la seguridad de que el General Masó era en un todo contrario a la invasión a Occidente, por lo que se valía de todos los medios a su alcance para entorpecerla, y al ser impuesto el General Maceo por boca del expresado Secretario: "que la invasión a Occidente era una necesidad y debía realizarse de cualesquier modo y venciéndose todos los obstáculos que se presentaran", el Lugarteniente manifestó estar dispuesto a llevarla a cabo; pero que para ello necesitaba contar con el apoyo del Consejo de Gobierno.
En la mañana del día 5 fué abandonado el campamento de "Río Abajo", trasladándose la columna a "Vista Alegre", a unas cinco leguas de distancia, donde el General Maceo fué informado ampliamente por los vecinos de ese lugar acerca dé las fuerzas españolas que dos días antes estuvieron allí, con el determinado propósito "de batir a los
insurrectos que seguían a Maceo".
La jornada del siguiente día 6 fué en extremo dura, siendo las 9 de la noche cuando la columna invasora acampó en "Soledad", habiendo realizado dos breves paradas durante el trayecto recorrido. Fuerzas independientes de las expedicionarios, a las órdenes del Brigadier José Manuel Capote, en operaciones en la zona de Las Tunas, sostuvieron fuego en este lugar con el enemigo.
De "Soledad" se emprendió marcha en la mañana del siguiente día 7, conociéndose que el enemigo se encontraba a corto distancia, haciéndose alto para almorzar en "Guaramanao", lo que resultó de todo punto imposible dada la inesperada presencia de los españoles, con los que se hizo indispensable entrar en acción, sin que por ello el grueso de la columna interrumpiera su marcha, en vista de ser decidido propósito del General Maceo no trovar combate formal, atendiendo a indicaciones del Presidente Cisneros, quien no podía olvidar el fracaso experimentado cuando el primer intento de invasión en la guerra de los diez años, en que el General Máximo Gómez distrajera las fuerzas destinadas a ese fin, librando las acciones de "Naranjo", "Moja-casabe" y "Las Guásimas".
La columna invasora continuó su marcha sin interrupción alguna, acampando en "El Lavado", donde pernoctó esa noche.
En la mañana del siguiente día 8, el enemigo nuevamente hizo acto de presencia, por lo que el General Maceo determinó dar una "leccioncita" a los "intrusos", siguiendo el mismo procedimiento del día anterior, en cuanto a que el grueso de las fuerzas no interrumpiera la marcha hacia el inmediato territorio de Camagüey, a cuyo efecto dispuso solamente para ello del Estado Mayor y de unos cien hombres más.
Al iniciarse la marcha de la columna, el Sub-Secretario de la Guerra, Mario García Menocal, hubo de separarse del Consejo de Gobierno, significando al Presidente Cisneros que tomaba esa determinación, por entender que en esa oportunidad le correspondía estar al lado del General Maceo.
Cuando el Lugarteniente se incorporó, ya el grueso de la columna se encontraba acampado en "La Caridad", finca ésta enclavada en la región camagüeyana; y dirigiéndose al Marqués de Santa Lucía le dijo, que cuando escribiera al General Gómez le informaría de que su ahijado "no había despintado" ya que hubo de ser de su conocimiento que el Comandante Jefe de la vanguardia enemiga lo era un hijo del General Varela, al que apadrinara el caudillo.
Las fuerzas expedicionarias tuvieron dos heridos en la acción de "Guaramanao" y tres en la de "El Lavado", alcanzado a un total de 23 con las sufridas en "Soledad" por las tropas de Las Tunas, entre las que figuró su propio jefe, el Brigadier Capote; y en cuanto a las bajas tenidas por el enemigo en los mencionados encuentros, alcanzaron a 63, 5 muertos y 58 heridos, según publicara la prensa de aquellos días.
El río "Jobabo", que sirve de línea divisoria entre Camagüey y Oriente, fué cruzado por la columna expedicionaria entre dos y tres de la tarde del 8 de Noviembre de 1895, sin que las fuerzas españolas intentaran impedirlo, siendo "La Caridad" la primera etapa en tierra agramontina.
En esta ocasión Enrique Recio Agüero, hoy Comandante del Ejército Libertador, quien muy joven y convaleciente aún de la grave herida que recibiera en 5 de Julio al ser atacado Cascorro por el General Gómez, se había incorporado al Consejo de Gobierno, al cruzar el río "Jobabo" procedió a lavarse las manos y los pies, no sin antes sacudir el polvo de los zapatos que traía puestos, hecho diametralmente opuesto al llevado a cabo por el Capitán de Estado Mayor, Pedro Aguilera Kindelán, hijo del venerable patriota Francisco Vicente Aguilera y Tamayo, quien unido al Consejo de Gobierno regresara para la región oriental después de haber representado al primer Cuerpo del Ejército Libertador en la Asamblea de "Jimaguayú", el que en ocasión de cruzar el mencionado río, lo realizó descubierto y con el caballo del diestro, en actitud de recogimiento.
En la mañana del siguiente día 9, el Ejército Expedicionario abandonó el campamento de "La Caridad", encaminándose hacia "Marcos López de Guamabo", finca situada como a unas 4 leguas de distancio del lugar de partida, donde permaneció por espacio de dos días.
El día 10 se incorporaron las fuerzas del tercer Cuerpo a las órdenes del Mayor General José M, Rodríguez ("Mayía"), quien en la propia fecha del mes anterior había asumido el mando de dichas tropas por orden del General Gómez, en ocasión de encontrarse acampado en "La Matilde".
Al desfilar las fuerzas camagüeyanas por frente al "pabellón" del General Maceo, donde se encontraba el Marqués de Santa Lucía, éste hubo de decir al Lugarteniente General indicándole al Comandante Angel Castillo Quesada:
—¡Ese es el hombre, General!
Pocos momentos después el Comandante Castillo hubo de ser designado por el General Maceo para el desempeño de una importantísima comisión, siendo provisto a la vez de una orden por la que se disponía la captura, vivos o muertos, de los individuos que desertaren de las fuerzas expedicionarias, facultándose a la vez para que ejecutara a los Oficiales que como tales fueran detenidos.
Seguidamente el Comandante Castillo abandonó el campamento de "Marcos López de Guamabo", siendo acompañado por una escolta compuesta de treinta hombres, pertenecientes al Regimiento "Camagüey".
Copia literal del texto del fascímil.—República de Cuba.—Ejército Invasor.—E. M. G.—N° 206.—Concedo autorización al Comandante Angel Castillo para perseguir y capturar vivos o muertos a los desertores de la columna invasora, concediéndole facultades bastantes para ejecutar a los oficiales desertores que caigan en su poder. Las autoridades civiles y militares prestarán al comisionado cuantos auxilios reclamare para el mejor desempeño de su cometido.—Patria y Libertad.—Marcos López, 11 de Nov. de 1895.—A. MACEO.
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A este respecto de las deserciones, el General Miró Argenter nos dice en sus "Crónicos de lo Guerra":
—"Desde las primeras jornadas por Camagüey, o mejor diremos, desde que dejó de ser un secreto el objetivo de la campaña, (cosa que muchos de nuestros soldados ignoraban al efectuarse la concentración de "Baraguá") inisióse la deserción en los Cuerpos procedentes de Holguín, Bayamo y Jiguaní, tomando caracteres alarmantes a medido que nuestra columna se alejaba del Departamento oriental".
Es de advertir que dichas fuerzas correspondían al 2do. Cuerpo, cuyo mando ostentaba el General Masó.
El día 11 las fuerzas expedicionarias continúan la marcha, acampando en "Loreto de Viaya", donde pernoctaron.
El día 12 se trasladan a "La Yaya", donde el Consejo de Gobierno se reunió para conocer de un escrito que el General Maceo dirigiera al Secretario de la Guerra, por el que interesaba se le diera a conocer en términos claros y precisos, para el mejor desenvolvimiento de los planes militares que tenía sobre el tapete, cuales eran las atribuciones que el Gobierno de la República entendía que competían al segundo Jefe del Ejército Libertador, para ajustar sus actos y no incurrir en faltas o desaciertos por ignorar la extensión de las facultades que le correspondían y obrar en armonía con las instrucciones que tenía del General en Jefe; interesando además se hiciera la aclaración solicitada, a fin de no desempeñar un papel desairado e inútil, con perjuicio de la causa a que consagraba su actividad, con sacrificio de su carácter, ya que resultaban ser muchas las dificultades conque venía tropezando con motivo de parecer que el Gobierno entendía de distinto modo las atribuciones anexas al cargo que le fuera conferido por la Constituyente; recayendo el acuerdo de que por la Secretaría de la Guerra se le contestara citándole el artículo 17 de la Constitución, (2) de cuyo contenido se desprendía "que las atribuciones y facultades del Lugarteniente General, son, mientras esté presente el General en Jefe, las que éste tenga a bien conferirle como superior jerárquico, a cuyas órdenes está como segundo en el mando", sin que el Gobierno hubiera intentado en ocasión alguna crearle dificultades en el desempeño de los asuntos a él encomendados, por lo que estimaba improcedente la suposición que se le atribuía, ya que el Consejo no se había separado una línea de la conducto que el deber le señalaba para evitar al Jefe de la expedición todos los obstáculos que se le puedieran presentar; y que en el supuesto de existir éstos, se sirviera citarlos, a fin de poner coto a los mismos en la forma procedente.
Al siguiente día 13, acampados en el mismo lugar, el Consejo de Gobierno se reunió nuevamente, para conocer de otro escrito que el propio General Moceo remitiera al Secretario de la Guerra, por el cual le significaba que desconociendo cuales eran sus atribuciones políticas y militares, ignoraba por tanto los medios que debería emplear para reprimir los sucesos que se venían desarrollando, muy a su pesar, dentro del 2do. Cuerpo del Ejército, interesaba del Gobierno de la República se le informara en el sentido de si procedía o no el adoptar recursos enérgicos para cortar de raíz el mal, cuya causa se achacaba a importantes personalidades de aquel territorio; y que toda vez que las conferencias celebradas con el Gobierno, no habían dado el resultado provechoso que él esperaba para la causa, ocurría nuevamente por la vía oficial, a fin de que se adoptara un acuerdo de eficaz fortaleza con relación a las inteligencias habidas con emisarios del General Martínez Campos.
En el propio escrito el General Maceo formulaba cargos concretos contra el General Masó, al que ocusaba a la vez de desobediencia al cumplimiento de órdenes superiores, impidiendo que las fuerzas del 2do. Cuerpo formaran en el Ejército Expedicionario; haciendo patente su disgusto por la connivencia entre dicho General y el ciudadano Juan Ramírez, residente en Manzanillo; y como ese disgusto persistiera en su ánimo, se veía en el caso de insistir en que el Gobierno, —ya que él no podía hacer frente a esa situación, por encontrarse cumpliendo órdenes superiores—, contribuyera con medidas coercitivas para que desaparecieran de una vez y para siempre, todos los males que minaban la disciplina y organización del Ejército Libertador en el 2do. Cuerpo, evitando con ello las funestas consecuencias que pudieran derivarse de las conferencias con un traidor a la Patria, quien seguramente sabría aprovecharse de ellas para sembrar el desaliento en las filas libertadoras y salir avante en su empresa, siendo su creencia, que las deserciones ocurridas en las fuerzas de Bayamo, se debieran a las causas señaladas.
El Consejo de Gobierno, después de considerar ampliamente el asunto sometido a su consideración, y teniendo en cuenta las repetidas denuncias formuladas por el General Maceo en relación con la conducta que venía observando el General Masó, tomó el acuerdo de intervenir de manera directa en el particular sometido a su consideración, a cuyo efecto procedió al nombramiento de una comisión integrada por los Secretarios de la Guerra y del Interior, Ingeniero Mario García Menocal y Dr. Santiago García Cañizares, respectivamente, para que en representación del Poder Ejecutivo,
con las facultades de que éste disponía en sus diferentes ramos, procediera a salir inmediatamente en dirección al lugar donde se encontrara el mencionado General Masó, resolviendo lo que hubiera lugar,
con vista de la situación en que se encontrara colocado.
Los comisionados eran acompañados por Juan Clemente Vivanco, Federico Mendizábal y Rafael Montalvo, siendo escoltados por 30 jinetes del Regimiento "Agramonte", a las órdenes del Coronel Lope Recio Loynaz; comisión ésta que tuvo la suerte de encontrar el mismo día de su salida, que lo fué el 14, al General Masó, que era "acompañado" por el Comandante Angel Castillo, quien saliera el día 11 del campamento de "Marcos López de Guamabo", 'con instrucciones del General Maceo.
En este mismo campamento de "La Yaya" se constituyó un Consejo de Guerra presidido por el General "Mayía" Rodríguez y en el que actuara como Acusador el Brigadier Miró, que ostentaba la representación del General Maceo, procediéndose a juzgar a aquellos individuos cuya deserción era conocida oficialmente, resultando condenados a muerte quince oficiales y ochenta y dos clases y soldados a recargo en el servicio durante el período de guerra, librándose de ser sometidos a las resultas del propio Consejo un número igual o mayor, cuyo delito era conocido de manera extraoficial.
Afortunamente ninguna ejecución fué llevada a cabo, ya que los desertores pudieron evadir el castigo, manteniéndose ocultos por algún tiempo, hasta ser indultados por el Consejo de Gobierno, quien tuvo en consideración, entre otras circunstancias, la vida ejemplar que llevaron en su existencia, manteniéndose en el campo de la Revolución, a excepción de dos que se presentaron al enemigo.
—"No cumpliéndose de momento la terrible sentencia, —dice Miró y Argenter en sus "Crónicas de Guerra"—, evitándose la injusticia irreparable de imponer la pena de muerte a 4 de los individuos acusados de deserción, que no eran reos de semejante delito, entre los cuales figuraba un oficial dignísimo, a quien la malevolencia de un compañero hizo aparecer como delincuente: revisada la causa, resplandeció en seguida el honor del agraviado".
El dia i4 la columna expedicionaria, inició la marcha en las primeras horas de la mañana, acampando en "La Matilde" de Simoni, donde al siguiente día se incorporó el Comandante Angel Castillo, quien era "acompañado" por el General Masó, el que hubo de presentarse al General Maceo.
Fué en este mismo campamento donde el día 15 el entonces Comandante Enrique Loynaz del Castillo escribiera y pusiera música al "Himno Invasor", siendo instrumentado por el Capitán Manuel Dositeo Aguilera, Jefe de la Banda de Música del Cuartel General.
Este himno, que su autor había bautizado con el nombre de "General Maceo", a indicación de éste le fué cambiado el nombre porel de "Himno Invasor", toda vez que, según expresión del propio Lugarteniente, había de ser éste el himno que recorriera en triunfo la República, agregando: "Yo no conozco nada de música; pero las notas de este himno me gustan: enardecen. Se tocará en la diana, en los combates y en las poblaciones".
Fué tan de su agrado el himno en cuestión, que haciendo comparecer a su presencia al Jefe de la Banda Militar, Capitán Dositeo Aguilera, le ordenó la instrumentación del mismo, agregando: "Y quiera oírlo tocar en la diana de mañana". He aquí la letra del "Himno Invasor", tal y cual fuera escrito por su autor, el entonces Comandante Enrique Loynaz del Castillo:
A Las Villas patriotas cubanos
que a Occidente nos manda el deber
de la Patria arrojar al tirano:
es preciso morir o vencer.
Si es glorioso morir por la idea,
que en mil lides a Cuba ensalzó,
roja en sangre la Patria se vea
más no sierva del yugo español.
De Martí a la memoria adorada
nuestras vidas ofrenda el honor,
y nos guíe la fúlgido espada
de Maceo al avance invasor.
De Cisneros el ejemplo sublime
hoy los buenos sabrán imitar:
y va Gómez, que a Cuba redime
en glorioso y tenaz batallar.
Orientales heroicos al frente:
Camagüey legendario avanzad.
Nuestras armas darán a Occidente
y a la Patria infeliz, libertad.
Nos esperan las verdes sabanas
y los campos de rico esplendor.
¡Adelante las fuerzas cubanas!
¿Quién detiene el empuje invasor? . . .
De Occidente la activa campaña
doquier lanza impetuoso fulgor,
que no puede el soldado de España
igualar al cubano en valor.
Al galope escuadrones marchemos
que el clarín al degüello ordenó:
los machetes furiosos alcemos:
muera el vil que a la Patria ultrajó.
En sesión celebrada el día 16 por el Consejo de Gobierno en el propio campamento de "La Matinée", los Secretarios de la Guerra y del Interior, ingeniero Mario García Menocal y Dr. Santiago García Cañizares, que fueron comisionados con fecha 13 del propio mes para entrevistarse con el General Bartolomé Masó, informaron a sus compañeros del Consejo, que a poco de ponerse en marcha para cumplimentar lo acordado, hubieron de encontrarse con dicho General que se encaminaba al Cuartel General del Lugarteniente General "acompañado" por el Cte. Castillo Quesada, por lo que determinaron dar por terminado su cometido.
El Consejo acordó la presentación ante el mismo del General Masó, el que hubo de formular sus cargos contra el General Maceo, calificando de injusta e improcedente la actitud de éste al tratar de deponerlo del cargo de Jefe del segundo Cuerpo, cargo que venía desempeñando por orden del General en Jefe, tanto por entender no existir motivos justificados, cuanto por no considerarlo competente para la adopción de tal medida.
Oídos los descargos que hiciera el General Masó, el Consejo acordó, después de amplia deliberación sobre el particular, que por la Secretaría de la Guerra se comunicara al General Maceo, que el Mayor General Bartolomé Masó quedaba al lado del Ejecutivo, hasta tanto dicho Organismo se pusiera en contacto con el General en Jefe, a los efectos procedentes.
Desde este momento se advirtió la influencia que el General Masó empezaba a ejercer en el seno del Consejo, influencia que hubo de alcanzar grandes proporciones.
En esta misma fecha la columna invasora, acompañada del Consejo de Gobierno, se puso en marcha, trasladándose a "San Andrés" de Najasa, donde pernoctó.
En sesión que al siguiente día 17 celebró el Consejo de Gobierno, conoció de un escrito que dirigiera el General Maceo al Secretariode la Guerra, significándole que el General Masó no debía disculparse de su proceder ante el Consejo, al que a la vez consideraba incompetente para conocer del asunto, máxime cuando su deposición como jefe del segundo Cuerpo había sido realizada de conformidad con el propio Ejecutivo, por lo que esperaba la revocación del anterior acuerdo.
Después de largo rato de deliberación, el Consejo de Gobierno tomó el acuerdo de que por la mencionada Secretaría se impusiera al General Maceo, que era a más de derecho, deber del Ejecutivo el oír todas las quejas y reclamaciones que ante el mismo hiciera cualquier ciudadano de la Revolución; y que si él se había quejado contra el General Masó y tratado de deponerlo, y éste reclamaba justicia contra tal actitud, siendo esta cuestión puramente militar, el Consejo mantenía su acuerdo de que el General Masó permaneciera a su lado, hasta tanto el General en Jefe conociera del asunto, por lo que no procedía la revocación del acuerdo de referencia.
En este mismo día la columna se puso en marcha, acampando en "El Ciego de Najasa", donde pernoctó.
Al siguiente día 18, en las primeras horas de la mañana, el contingente invasor se puso en marcha, dirigiéndose hacia "Consuegra", donde realizó su llegada ya entrada la noche, realizando una sola parada para almorzar durante las ocho leguas recorridas, siguiendo su ruta por el camino real hasta llegar a "Managuaco", tomando el carril de "El Candil", existente entre "Managuaco" y "Guananí", saliendo a las sabanas de "Jimirú", continuando la marcha por el camino real de Santa Cruz del Sur, aportando por "Loma Bonita", finca conocida hoy can el nombre de "El Oro Cubano", tomando por el camino de "Matehuelos" hasta "Consuegra", donde acampó, como se deja dicho, después de lo puesta del Sol.
Hacemos esta relación del recorrido efectuado por la columna invasora en su marcha desde "El Ciego de Najasa" hasta "Consuegra", a fin de justificar que dichas fuerzas no pernoctaron en lugar intermedio, como lo efectuara el Ejército Nacional al tratar de reproducir el recorrido que en aquella gloriosa jornada de 1895 se llevara a cabo.
El día 19 el Ejército Expedicionario abandonó a "Consuegra", trasladándose a "Antón", donde permaneció por espacio de dos días.
Desde este campamento el General Maceo se dirigió por medio de escrito al General Gómez, con fecha 21, lamentándose de la resistencia puesta en práctica por el General Masó, en su carácter de Jefe del Segundo Cuerpo, a fin de que las fuerzas de su mando formaran en el contingente invasor; significándole a la vez, "que todo esta acusa falta de cumplimiento a las órdenes de usted y mías, reiteradas sobre el particular. Ya usted ve como todos mis temores se van confirmando, desgraciadamente,
por lo que se hace indispensable un ejemplar castigo a los que resulten culpables de tales maquinaciones, para escarmiento de todos.
En esta fecha se incorporan las últimas fuerzas orientales, consistentes en 250 ginetes a las órdenes del Coronel Esteban Tamayo Tamayo.
El día 22 las fuerzas invasoras emprendieron marcha, acampando en "Las Guásimas" de Machado, lugar este donde la guerra de los diez años el General Gómez derrotara a los españoles a las órdenes del Brigadier Manuel Armiñan, salvándose el resto de la columna formada por fuerzas de las tres armas, debido al refuerzo que recibiera después de permanecer sitiada por espacio de cinco días, ascendiendo a más de mil las bajas sufridas; acción esta que conjuntamente con la de "Naranjo" y "Moja-casabe", llevadas a cabo el 10 y 11 de Febrero de 1874, obligaron al caudillo a expresarse en los siguientes términos al dirigirse al Gobierno de la República en armas, "Que el plazo de la invasión quedaba diferido, teniendo para ello en consideración el estado de la tropa, la extenuación de la caballería y la falta de pertrechos de guerra".
En este mismo día celebró sesión el Consejo de Gobierno, informando el Presidente Cisneros el haber sido consultado por un dueño de ingenio de si podría realizar los preparativos consiguientes para dar inicio a la próxima zafra, al que hubo de significar que la consulta sería sometida a la consideración del Consejo para su resolución, si bien podía anticiparle estar en el ánimo de todos los miembros de ese Organismo el propósito de no autorizar la molienda.
Discutido el asunto, se acordó informar al interesado en el sentido de no haberse resuelto nada en definitiva sobre ese particular, por estarse en espera de determinados informes y que si bien no existía posibilidad de que la zafra fuera autorizada, él podía realizar los preparativas consiguientes, ateniéndose a lo que se acordara en definitiva.
En la propia sesión se acordó que la entrada en las poblaciones ocupadas por el enemigo, pudiera realizarse previo salvo-conducto expedido por las autoridades superiores civiles hasta Prefectos y las militares hasta Tenientes Coroneles con mando de fuerzas, en sus respectivos distritos; acuerdo que hubo de ser adoptado teniendo para ello en cuenta los abusos que pudieran derivarse de existir una absoluta prohibición.
Esta autorización estaba llamada a producir sensibles rozamientos entre el Consejo de Gobierno y el General en Jefe, ya que este era retractario a todo aquello que pudiera establecer íntimo contacto con el enemigo.
El siguiente día 23, la columna abandonó el campamento de "Las Guásimas", trasladándose a "El Divorcio", donde pernoctó.
El día 24 emprendió nuevamente su marcha, acampando en "Hato Arriba". En esta fecha se reunió el Consejo de Gobierno, bajo la Presidencia de Salvador Cisneros, acordándose, a propuesta del mismo, canferir el nombramiento de Jefe Supremo de Sanidad Militar, con el grado de General de Brigada, al doctor Joaquín Castillo Duany, el que a la vez fué designado en comisión especial en el extranjero.
Después de amplia deliberación, el Consejo acordó por el voto unánime de sus componentes, prohibir en lo absoluto la realización de la zafra en las fincas azucareras, disponiendo que por las autoridades respectivas se emplearan los medios necesarios para impedirlo, dictando al efecto la siguiente Circular:
"Queda prohibido en lo absoluto la realización de la presente zafra a todas las fincas azucareras, situadas en el territorio de la República. Los dueños de estas fincas que contravinieran esta disposición serán tenidos como enemigos y juzgadas como tales al ser aprehendidos; se incendiarán sus campos de cañas y destruirán sus maquinarias y fábricas.
"Igualmente serán tenidos como enemigos y perseguidos como tales, los empleados de las aludidas fincas que prestaren su concurso directa o indirectamente a la realización de la zofra.
"Tanto los primeros como los segundos, al ser habidos, serán juzgados por Tribunal Competente".
En esos mismos días el General Gómez, que como es sabido se encontraba en Las Villas en espera de la llegada del contingente invasor para' ponerse al frente del mismo y marchar hacia Occidente, dió a conocer la siguiente proclama, dirigida "a los hombres honrados víctimas de la tea":
"Las dolorosas medidas dictadas por la Revolución redentora de esta tierra, empapada en sangre inocente (desde Hatuey hasta nuestros días) por España despiadada y cruel, os va a sumir en la miseria.
"Como General en Jefe del Ejército Libertador, es mi deber conducirlo al triunfo, sin que me detengan ni arredren medios, poniendo a Cuba en el más breve plazo en posesión de su acariciado ideal. Declaro, pues, la responsabilidad de tonta ruina en los que la ven impasibles y nos obligan a esos extremos, que después (¡hipócritas y necios!) condenan.
"Tras tantos años de súplicas, humillaciones, desprecios, expatriaciones y cadalsos; cuando este pueblo por su libérrima voluntad se ha alzado en armas no cabe otro solución sino el triunfo.
"No importan los medios que se empleen para conseguirlo. Este pueblo no puede vacilar entre la riqueza española y la libertad cubana. Y su mayor crimen sería ensangrentar al país sin realizar su propósito con el carácter de los hombres que nos encontramos en el campo desafiando el furor de uno de los Ejércitos más bravos y aguerridos del mundo, pero en esta guerra sin entusiasmo ni fe, sin pan ni plus.
"La guerra no comenzó el 24 de Febrero, va a comenzar ahora. se tenía que organizar: poner en reposo y encauzar el espíritu de la Revolución, exaltado siempre en sus comienzos por entusiasmos alocados. La contienda debía comenzar obedeciendo un plan o método más o menos estudiado, pero que respondiesen a la peculiaridad de nuestra guerra. Eso está hecho ya.
"Ahora envía España sus soldados a remachar las cadenas de lo esclava: que el hijo de la tierra está en el campo, armado con el arma libertadora; la lucha será terrible. El éxito coronará la resolución y esfuerzos de los oprimidos".
En las primeras horas de la mañana del día 25 el Ejército Expedicionario se puso en marcha, acampando en "El Ciego de Escobar", desde donde el General Maceo se dirigió nuevamente al General Gómez diciéndole, entre otras cosas, lo siguiente:
"En el asunto del contingente hice cuanto me fué posible para cumplir sus mandatos y hacerlos obedecer por quienes correspondía, de tal manero que tengo mi conciencia tranquila. Me esforcé para que viniera conmigo el número de hombres fijado por usted. Si no viene completo, es porque corría el tiempo y quise apresurarme en salir de Oriente, en atención a la conveniencia apuntada por usted de llegar pronto. Con todo, no es mucho lo que falta, debido a las fuerzas que se incorporaron en la marcha. El completo de las fuerzas correspondientes al primer Cuerpo no ha llegado todavía a causa de las crecientes de los ríos y de las muchas operaciones que en los días de su organización tuvieron efecto en Cuba y Guantánamo; pero el Jefe de aquel Departamento ha dispuesto que vengan a ocupar su lugar. Del 30 del corriente a primero del entrante, estaré reunido con usted.
"Teniendo en cuenta que el día 4 de Diciembre abrirá sus sesiones el Congreso Americano y que en ellas se planteará la cuestión de la beligerancia, he indicado a los miembros del Gobierno que se queden en Camagüey para que puedan atender con más eficacia a los asuntos de Bayamo y Manzanillo, que por su gravedad pudieran entorpecer el curso hasta ahora favorable de la beligerancia, dado que están por medio Ramírez y Bello, cuya historia usted conoce.
"Otra consideración me ha movido a dar ese consejo al Gobierno, y es la de que su presencia en Las Villas podría dificultar el movimiento de las operaciones proyectadas por usted y distraer fuerzas de lo columna invasora para atender a la custodia de aquél. Además, pudiera suceder que perdiéramos en un combate al Presidente, y en estos momentos tan apremiantes para nosotros, sería una pérdida de muy mal efecto. Creo que todas estas razones han pesado en el ánimo de los miembros del Gobierno de la manera que yo esperaba".
En este mismo campamento de "El Ciego de Escabar" y en la propia fecha, es impuesto el General Maceo del acuerdo adoptado por el Consejo de Gobierno en sesión celebrada en "Hato Arriba", el día anterior, prohibiendo la zarfra a todas las fincas azucareras establecidos en el territorio de la República en armas.
El Lugarteniente General, cuyo criterio en este caso difería del de el General Gómez, así como del de el Consejo de Gobierno, ya que en los planes del General en Jefe entraba "la prohibición absoluta de la zafra en todos las fincas del territorio de la República, como medida de guerra eficaz para quitar recursos al Gobierno Español", propósito este que seguramente influyera para la odopción del acuerdo de referencia, el General Antonio Maceo, repetimos, que no era partidario de esas medidas extremas, se dirigió al Secretario de la Guerra en los siguientes términos:
"He recibido el atento escrito de usted, de esta fecha, (Noviembre 26) por el que se sirve comunicarme el acuerdo tomado por el Consejo de Gobierno, el día 24 del mes actual, relativo a la prohibición absoluta de la presente zafra en todas las fincas azucareras situados en territorio de la República. Acato el acuerdo de referencia, pero no puedo menos que llamar la atención de usted respecto a la contradición que resulta entre esta nueva disposición y el artículo 21 de lo Constitución. En este caso se encuentran algunos hacendados del Departamento oriental que celebraron convenios conmigo para el pago de la contribución de guerra, la cual aceptaron por la seguridad que yo les dí de que podían hacer sus cosechas si abonaban el impuesto. Hace pocos días tuve el gusto de remitir al Secretario de Hacienda una relación expresiva de las cantidades recaudadas en el Departamento oriental y de las que han de hacerse efectivos al vencimiento de los plazos fijados al efecto. Si, pues, la Constitución ha sancionado esos compromisos, ¿no vé usted clara y manifiesta la incongruencia? ¿No cree usted que mi reputación de militar honrado sufriría mucho si ahora se redujeran a cenizas las fincas de estos hacendados, por el hecho de creerse éstos en quieta y pacífica posesión de sus propiedades, y con derecho para trabajar a virtud del convenio celebrado conmigo? ¿Qué concepto más desfavorable no se tendría de lo Revolución y de sus jefes, si o pesar de las garantías que ofrecen los artítulos 20 y 21 de la Constitución, se cumple con todo rigor el acuerdo del Consejo de Gobierno? ¿Qué mal efecto no causaría en el extranjero tal medida, precisamente en los actuales momentos en que se ha hecho opinión favorable al reconocimiento de la beligerancia, reconocimiento que ha de dar por resultado la exención de todo impuesto a las propiedades extranjeras?. . .
"Y, finalmente, ¿no cree usted que los extranjeros aquí residentes, los peninsulares pacíficos que nos son adeptos y nuestros mismos conterráneos se convertirían en enemigos, si de esa manera les lastimamos en sus intereses, que ellos creían garantizados por nuestras leyes y por la formal promesa de los que hemos intervenido directamente en la enojosa misión de levantar fondos?
"Deseamos en que las razones que anteceden pesarán en el ánimo de los ilustrados miembros del Consejo de Gobierno, y que en consideración a ellas modificarán su acuerdo en el sentido de que los efectos de éste no alcancen a los hacendados que acrediten haber satisfecho sus respectivas cuotas, sino a todos aquellos que se han negado a auxiliarnos, desoyendo nuestras patrióticas excitaciones, y también a los que asumieran esa actitud en lo sucesivo; dejando sin embargo, franco el camino para entenderse con nosotros a los que tengan voluntad de hacerlo, porque careciendo la Revolución de fondos suficientes para prolongar la guerra, no sería práctico despreciar los recursos que puedan proporcionarnos los hacendados.
"Y no se objete que la Revolución se pierde si se hace la zafra, porque es de peor efecto para el Gobierno español el que los dueños de ingenios tengan que recibir de nosotros el permiso para moler, a despecho de los millares de soldados que tienen en la isla, lo que evidencia una vez más que es impotente, no ya para vencernos por medio de las armas, sino para impedir que destruyamos los campos de cañas, los establecimientos y maquinarias de los recalcitrantes y contribuyentes morosos".
Los artículos de la Constitución citados por el General Maceo, se encontraban redactados en los términos siguientes:
ARTICULO 20—Las fincas y propiedades de cualesquier clase, pertenecientes a extranjeros, estarán sujetas al pago de impuestos a favor de la Revolución, mientras sus respectivos Gobiernos no reconozcan lo beligerancia de Cuba.
ARTICULO 21—Todas las deudas y compromisos contraídos, desde que se inició el actual período de guerra, hasta ser promulgada esta Constitución, por los Jefes de Cuerpos de Ejércitos en beneficio de la Revolución, serán válidos como los que en lo sucesivo corresponda al Consejo de Gobierno efectuar.
El Consejo de Gobierno se limitó a tomar en consideración lo concerniente a la validez de los compromisos pactados con anterioridad a la promulgación de su Decreto; pero dejándolo firme en su parte esencial.
Acampados en "El Ciego de Escobar", el Consejo de Gobierno celebró sesión con fecha 26, tomando el acuerdo, a propuesta del Secretario de la Guerra, de ponerse en vigor la Ley Orgánica Militar dictada en la guerra de los diez años; haciéndose a la vez constar en acta que por una omisión no se había consignado en la correspondiente a la sesión celebrada el 24 de Octubre en "Sabanilla" (Oriente), el acuerdo adoptado en ese día, de ser puestos en vigor, con carácter provisional, las Ordenanzas Militares que rigieron en la guerra de 1868 a 1878.
En la propia sesión se acordó que entre las instrucciones privadas que se dieran al Comisionado Especial, doctor Joaquín Castillo Duany, designado para ese cargo en sesión celebrada el día 24, se le facultaba expresamente para contratar un empréstito en la República dominicana, en la forma y condiciones que juzgara conveniente; facultándole a la vez para recibir las cantidades que a beneficio de la Revolución hubieren sido colectadas por los distintos Clubs patrióticos establecidos en aquella República.
También se acordó facultar a dicho Comisionado, para que pudiera contraer un empréstito en la República de Haití, en idénticas condiciones a las consignadas en el párrafo anterior.
El día 27 la columna invasora continuó la marcha, acampando en "Colmenar" para almorzar, trasladándose más luego a "Santo Tomás", donde pernoctó.
En esta fecha y en el lugar antes mencionado se reunió el Consejo de Gobierna, tomando los siguientes acuerdas:
PRIMERO:—En vista de las manifestaciones que hiciera el Presidente, en el sentido de que a su paso por la región oriental no había sido posible al Gobierno visitar algunos distritos, entre los que eran de mencionarse Bayamo y Manzanillo, estimaba de conveniencia el enviar un Comisionado Especial del seno del Consejo, al objeto de dar solución a distintos particulares existentes en aquellas zonas, teniendo en cuenta el espíritu que animaba a ese Cuerpo; siendo designado al efecto el Sub-Secretario de la Guerra, Mario García Menoca]. (Tenemos entendido que la comisión conferida, en lo que respecta a Manzanillo y Bayamo, se relacionaba con la denuncia que el General Maceo hiciera al Consejo de Gobierno, y de cuyo extremo tratara al General Gómez en carta dirigida por el mismo, acerca de las actividades que venían desarrollando en dichos zonas contra la Revolución, los Coroneles de la guerra de los diez años, Juan Ramírez y Antonio Bello, destacados miembros del Partido Autonomista, al servicio del Gobierno Español).
SEGUNDO—Que por la Secretaría de la Guerra se comunicara a todos los jefes del Ejército, que toda disposición u orden que emane de ese Centro, sea publicada en la Orden del Día, para general conocimiento y eficaz cumplimiento.
TERCERO—Que el Secretario del Interior desempeñara interina mente la Cartera de la Guerra, interín regresara de la comisión que se le confiriera al Sub-Secretario, o tomara posesión del cargo el designado en propiedad, Mayor General Carlos Roloff.
El día 28 abandonó la columna invasora el campamento de "Santo Tomás" para hacer noche en "Artemisa".
En esa misma fecha el General Gómez se dirigió al General Antonio Maceo por medio de un escrito, del que entresacamos los patrióticos párrafos que damos a conocer a continuación:
—"General: A las ocho de esta noche he recibido sus oficios de 21 del actual desde "Antón" y del 26 desde "El Ciego de Escobar". Del contenido del primero me he enterado con profunda pena, pues precisamente en los momentos más precisos y en los que todos debemos sentirnos inspirados en el más puro y desinteresado patriotismo, surge entre usted y el Mayor General Bartolomé Masó, los dos hombres de más alta talla política, no sólo en Oriente, sino en toda la Isla, el más triste desacuerdo.
"Si la Revolución de Cuba no estuviera amparada por sus propias razones de ser y justicia de su noble y altísimo ideal, ante el cual las personalidades no valen nada, de seguro que lo que viene sucediendo entre usted y el Mayor General Masó, hubiera desde luego perjudicado más su triunfo y su nobleza.
"La conducta del Mayor General Masó, a juzgar por los informes que usted me suministra, es a todos luces reprobable, y, bajo ese concepto, daré mis órdenes respecto a él.
"Juzgo acertada la indicación que usted hizo al Gobierno, de que no siguiera para estas comarcas y sí permaneciera en las del Centro de Oriente, en donde será más útil y necesaria su presencia.
"Como es probable que esta comunicación lo encuentre en marcha, procure consultarse con prácticos como el Comandante Tranquino Cervantes y otros. Siguiendo ese itinerario, ya sé por donde debo salirle al encuentro".
El día 29, entre siete y siete y media de la mañana, el Ejército Expedicionario, compuesto de 1,536 hombres, a cuyo frente iba el General Antonio Maceo, a quien acompañara el Consejo de Gobierno,cruzó la Trocha de Júcaro a Morón por lugar inmediato a Ciego de Avila, llevando consigo una numerosa impedimenta, empleando en esa operación más de media hora, sin experimentar una sola baja ni entre los que cruzaron aquella "infranqueable barrera", como así tampoco entre las fuerzas que protegieran dicha operación, no obstante el nutrido fuego que hiciera el enemigo desde el fuerte "La Redonda", una de las tantas defensas con que se trataba de impedir el paso por dicha Trocha, y cuyo fuego hubo de ser contestado por las fuerzas invosoras que a la vez atronaban el espacio con los gritos de "viva Cuba libre!", en tanto que la banda de música del Cuartel General entonaba, indistintamente, los himnos de "Bayamo" e "Invasor", haciendo alto como a unas dos leguas, a fin de expedir correos al General Gómez.
Después de una jornada de ocho leguas, en "Gil Herrera", se abrazaron los dos caudillos, Gómez y Maceo, "en medio de las aclamaciones más expresivas de entusiasmo —dice Miró y Argenter en sus "Crónicas de la Guerra"—, en que prorrumpieron las tropas de las dos columnas, fraternalmente confundidas en aquel abrazo que simbolizaba tantas cosas: el compañerismo, la comunidad de afectos, la lucha, la guerra implacable y el misterioso porvenir..."
Al General Gómez acompañaban los Generales Carlos Roloff y Serafín Sánchez, Secretario de la Guerra el primero y Jefe del 4to. Cuerpo el segundo, ambos conductores de una importante expedición desembarcada en esa provincia.
NOTA:—En relación con el cruce de la Trocha de Júcaro a Morón por las fuerzas orientales el Dr. Ramiro Guerra Sánchez consigna en la página 246 de su Historia elemental de Cuba, que "el día 8 de Noviembre, Maceo cruzó el río Jobabo, atravesó después el Camagüey sin combatir, pasó la Trocha de Júcaro a Morón, y EL 28 DE NOVIEMBRE SE UNID AL GENERAL GOMEZ, cerca del límite de Las Villas". Para lo cual necesariamente tenía que haber cruzado la Trocha en fecha anterior.
Y el señor Miguel A. Cano se adelanta más, dado que en la página 215 de su Historia Elemental de Cuba, consigna que Maceo cruzó la Trocha de Júcaro a Morón, "AL AMANECER DEL DIA 26 DE NOVIEMBRE", uniéndose en ese mismo día al General Gómez.
Como se vé ambos historiadores incurren en un grave error, ya que, como dejamos dicho, el cruce de las fuerzas expedicionarias a cuyo frente marchaba el General Antonio Maceo, tuvo lugar en la mañana del día 29 de dicho mes, uniéndose en esa mismo fecha al General Gómez, acampando en "Lázaro López", correspondiente al Término Municipal de Ciego de Avila, desde cuyo lugar el General Máximo Gómez dió inicio a la invasión de las provincias occidentales al siguiente día, 30 de Noviembre de 1895.
Después de un merecido descanso dado a la tropa, ambas fuerzas se ponen en marcha, acampando en "Lázaro López", a unas dos leguas solamente de distancia del lugar de partida, donde pasaron la noche.
A las 7 de la mañana del siguiente día, en ocasión de estar todas las fuerzas formadas en espera de las órdenes consiguientes para emprender la marcha, el General Gómez, jinete en su caballo favorito, se adelantó, y una vez impuesto silencio por un toque de corneta, dijo con voz clara y firme, a los tres mil jinetes que le escuchaban:
General en Jefe Máximo Gómez |
—¡Soldados! La guerra empieza ahora. La guerra dura y despiadada. Los pusilámines tendrán que renunciar o ella: sólo los fuertes y los intrépidos podrán soportarla.
"En esas filas que veo tan nutridas, la muerte abrirá grandes claros. No os esperan recompensas, sino sufrimientos y trabajos. El enemigo es fuerte y tenaz. El día que no haya combate, será un día perdido o mal empleado. El triunfo sólo podrá obtenerse con el derramamiento de mucha sangre. ¡Soldados! no os espante la destrucción del país, ni os espante la muerte en el campo de batalla. Espantaos, sí, ante la idea horrible del porvenir de Cuba, si por nuestra debilidad España llegara a vencer en esta contienda. Los manes de tantas víctimas inmolados por la tiranía os exhorten a que luchéis con decisión y vigor, para que la rapidez del triunfo no dé ocasión a levantar nuevos cadalsos. Poco se ha hecho hasta ahora: poco hemos andado; no estamos aun en Las Villas, donde os esperan grandes peleas.
"Esta guerra no registra más que dos acontecimientos notables: la acción de "Peralejo" y la expedición de Roloff. España ha mandado para combatirnos el más entendido de sus Generales. ¿Y bien? Con eso demuestra nuestra pujanza, porque empieza por donde terminó la otra vez. Yo auguro a Martínez Campos un fracaso cabal, que ya empezó para él en los sabanas de "Peralejo", pronóstico que habrá de cumplirse al llegar los invasores a las puertas de La Habano, con la bandera victoriosa, entre el humo rojizo del incendio y el estrépido de la fusilería. ¡Soldados! Llegaremos hasta los últimos confines de Occidente: hasta donde hoya tierra española: ¡Allí se dará el Ayacucho cubano! . . ."
Después de escuchar con el mayor recogimiento dicha arenga, la columna emprendió marcha, estableciendo dos horas después su campamento en "La Reforma", donde permaneció hasta las primeras horas de la mañana del día 2 de Diciembre.
El Cuartel General es informado de que el General del Ejército Español, Suárez Valdés, que ejercía el mando militar en Las Villas, se encontraba acampado en "Trilladeritas", al frente de una fuerte columna.
Este lugar corresponde a la provincia de Camagüey, ya que la división geográfica entre ambas provincias la constituye el río "Jatibonico", si bien en el orden militar era la Trocha de Júcaro a Marón.
Diciembre 1.—Día de confraternidad entre orientales, camagüeyanos y villareños, allí reunidos: acto que con el pasar de los días y las peripecias de la campaña habría de convertirse en estrecho lazo que necesariamente uniría en una sola idea y un solo propósito: la independencia de la patria.
Siendo de conocimiento del General Gómez que la columna española que el día anterior estuvo acampada en "Trilladeritas", se dirigía hacia ese lugar, ordenó la salida de un grupo de tiradores, a fin de que procediese a hostilizarla, a la vez que observara sus movimientos, de los que debería tener al corriente a ese Cuartel General; pero a Suárez Valdés le pareció más cómodo desistir de tal empeño, acampando en "Los Rusos", donde por la noche los "mambises" la hostilizaron de continuo por medio de grupos de caballería e infantería, destacados al efecto, con cuyo procedimiento habría de ocasionarse grandes daños al enemigo, al que se dificultaría la marcha al siguiente día por la conducción de los heridos que se le causaran y la fatiga que necesariamente experimentaría la tropa durante toda la noche como consecuencia de las descargas que le fueran hechas con cortos intérvalos, sistema éste que siempre producía excelentes resultados prácticos, sin que el enemigo pudiera evitarlo.
En el mismo día el General Gómez dirigió al Lugarteniente General el siguiente escrito:
—"General: impuesto de su comunicación número 292, en la que entra en consideraciones relativas a disposiciones y circulares expedidas por acuerdos del Consejo de Gobierno y de este Cuartel General, para impedir la zafra, con la destrucción de las fábricas azucareros; debo decirle que nunca ha entrado en mi ánimo el propósito de que no sean respetadas aquéllas con cuyos dueños se han contraído compromisos.
"El decoro de la Revolución, que debe estar representada por la formalidad de todos nuestros actos, ordena desde luego que queden sujetas a especiales excepciones, librándolas de la destrucción, las fábricas que hubieren satisfecho impuesto. Pero esto se hará por órdenes especiales privadas.
"Como precisamente estos compromisos no han tenido lugar si no en la comarca oriental, queda desde luego todo el Occidente sujeto a los efectos de la Circular que ordena la destrucción como medida irrevocable para el triunfo, con el reconocimiento de beligerancia por el Gobierno de los Estados Unidos, quien, en el dilema de reclamar a España garantías que ésta no le puede dar, la obtendría entonces para que sus súbditos (hacendados) de la Revolución.
"Y como ese Gobierno no se dirigiese al nuestro y sí al de España, le crearía una situación más embarazosa aún, exigiéndole al Gobierno español lo que tiene derecho a exigir, pero que está totalmente incapacitado e impotente para conceder.
"Creo que lo expuesto basta para evidenciarle la absoluta y radical ventaja de esas disposiciones".
Esa noche la corneta del Cuartel General dejó oír el toque de "silencio" más tarde que de costumbre; y el fuego "graneado" de las cubanos era contestado por los españoles con descargas "cerradas", que se escuchaban claramente en el campamento.
En la mañana del siguiente día 2, las fuerzas invasoras se pusieron en marcha, acampando en "Trilladeritas", última etapa correspondiente a la provincia de Camagüey.
En el campamento acabado de abandonar se dejó situada una emboscada de infantería, en tanto que dos escuadrones de caballería, al mando de un Comandante, se dirigieron al encuentro del enemigo, con el deliberado ropósito de atraerlo hacia el lugar ocupado por la emboscada.
Ya bien entrada la tarde se incorporaron en el campamento de "Trilladeritas" las fuerzas antes mencionadas, las que tuvieron siete bajas en la acción de "La Reforma": un muerto y seis heridos.
La columna española, a las órdenes del General Suárez Valdés, retrocedió por su propio "rastro", dirigiéndose hacia Sancti Spíritus.
En esta misma fecha, día 2, celebró sesión el Consejo de Gobierno, procediendo a dar posesión de sus respectivos cargos a los Mayores Generales Bartolomé Masó y Carlos Roloff, al primero como Vice-Presidente de ese Organismo y al segundo como Secretario de la Guerra, a quienes el Presidente Cisneros dió la bienvenida en nombre del Gobierno.
El doctor Santiago García Cañizares, Secretaria del Interior, y el que hasta esos momentos ocupara con carácter de interino la Secretaría de Guerra, hizo manifestaciones en el sentido de haber recibido un escrito del General en Jefe, por el que daba cuenta de haber suspendido del mando de la Jefatura del segundo Cuerpo al Mayor General Bartolomé Masó, el que a la vez era puesto a disposición del Consejo de Gobierno; pero que como consideraba ya resuelto el asunta de que se trataba, hacía a su vez entrega del expediente que por la Secretaría de la Guerra se instruyera contra el mencionado General, agregando ser su opinión que "nada había en el expediente que justificaran los cargos hechos por el General Maceo". (¡!).
Tal parece que el doctor García Cañizares había olvidado los cargos que formulara contra el expresado General Masó en la sesión celebrada por el Consejo de Gobierno el 24 de Octubre en "Pestán" (Oriente), en cuyo acto pidió la inmediata deposición del expresado General del cargo de Jefe del segundo Cuerpo del Ejército Libertador, ya que su proceder podía considerarse como "una idea preconcebida contra la invasión y por ende de la Patria".
El Consejo acordó en la propia sesión, a propuesta del General en Jefe, ascender a Mayor General al Brigadier Serafín Sánchez ; y a propuesta del Secretario de la Guerra, se acuerda a la vez ascender al grado inmediato superior, a los Jefes y Oficiales de la guerra de los diez años que se
incorporaren al Ejército Libertador.
En esta misma fecha es propuesto por el General en Jefe para el cargo de Jefe Superior de Sanidad, con el grada de General de Brigada, al Dr. Eugenio Sánchez Agramonte.
El día 3, encontrándose en el mismo campamento de "Trilladeritas", las fuerzas fueron divididas en dos columnas: la una compuesta de la infantería oriental y de trescientos jinetes villareños a las órdenes del Teniente Coronel José Miguel Gómez, era mandada por el General de Brigada Quintín Banderas, en tanto que la otra, a cuyo frente se encontraban los Generales Gómez y Maceo, la formaban unos 3,000 jinetes, de los que unos 700, poco más o menos, correspondían a las fuerzas de Oriente, procediendo el resto de Las Villas y Camagüey, a cuya última provincia pertenecía la casi totalidad de la Escolta del General en Jefe.
En tanto que la columna mandada por el Brigadier Banderas se dirigía hacia el Sur, con instrucciones precisas de operar sobre el valle de Trinidad, y más luego se incorporara al contingente invasor, la dirigida por el General en Jefe y el Lugarteniente General, emprendió marcha en dirección a Sancti Spíritus, procediendo a cruzar el río "Jatibonico", línea divisoria entre Las Villas y Camagüey.
Un grupo de jinetes que marchaba a alguna distancia del grueso de la columna, inesperadamente se encontró con el enemigo en el lugar llamado "Hato de García", al que hizo unos disparos con el propósito de advertir al General Gómez, que marchaba a la vanguardia con la caballería villareña, el que ordenó se apresurara la marcha ante el natural temor de que la columna fuera "cortada", con vista de la mala posición que ocupara en aquellos momentos en que se atravesaba el río, acto éste que por sí sólo entorpecía la marcha.
Aunque en el plan que se tenían trazado los Generales Gómez y Maceo, no entraba el propósito de presentar ni admitir trabar combate con el enemigo, hasta no encontrar en la región cañera, en vista de lo crítico de la situación y sentirse nutrido fuego con los exploradores de la Escolta del General en Jefe al mando del Alférez Alberto Cabalé, ambos caudillos, uno por el frente y el otro por el flanco derecho, atacaron a la columna española, la que comprendiendo tener a su frente un enemigo superior, resolvió emprender lo retirada y refugiarse en Iguará, hasta donde hubo de ser perseguida, si bien logró librarse de la "carga al mochete" que le estaba reservada.
En esta acción, que se prolongó por espacio de unas dos horas, las fuerzas cubanas tuvieron que lamentar 47 bajas: 4 muertos y 43 heridos, figurando entre los primeros el Teniente Coronel Andrés Hernández, Jefe de la Escolta del General Maceo; y entre los últimos el Coronel Fernando Espinosa, que actuaba como Jefe del Estado Mayor del General en Jefe, en sustitución del Coronel Javier de la Vega,como así también su Jefe del Despacho y Ayudante, respectivamente, Comandante Antonio Colete y Alférez Alfredo Benítez, resultando herido a la vez el Alférez Cabalé y cuatro individuos más, todos ellos de la Escolta del General Gómez.
Asimismo también fueron heridos de gravedad los Comandantes Teodomiro de la Torre y Enrique Céspedes, miembro que fuera éste último de la Asamblea Constituyente que se reuniera en "Jimaguayú".
Al enemigo se le hicieron varios muertos al "machete", cuyos cadáveres dejaron insepultos en el campo de la acción; y numerosos muertos y heridos por proyectiles de armas de fuego, de las que se recogieron 54 y gran cantidad de cápsulas, a la vez que 20 acémilas aperados de un todo.
Con respecto a esta acción "El Fénix" de Sancti Spíritus informó a sus lectores que las bajas sufridas por la columna española habían sido numerosas, viéndose en la necesidad de retirarse, "pero con mucha gloria".
Con motivo de este combate, el General Martínez Campos desde La Habano, con fecha 7, dijo al Ministro de la Guerra, en España:
—"Telegrafían desde Santa Clara parte telegráfico de Sancti Spíritus, que Gómez y Maceo unidos en camino Iguará a Taguasco, encontraron columna Coronel Segura con 200 mulos de impedimenta, teniendo que retroceder columna a Iguará, quedando en el campo 9 muertos y mulos de la impedimenta. Columna se batió denodadamente, evitando ser copada. Rebeldes se dirigieron a jurisdicción de Remedios. Los persiguen varias columnas".
Después de la anterior acción, las fuerzas del Ejército Libertador acamparon en "La Campana", en cuyo lugar procedieron a dar sepultura a sus muertos y curar a sus heridos.
El día 4 los heridos fueron enviados a los "hospitales", establecidos en aquellos lugares que se consideraban inaccesibles para el enemigo, ya que dado su incalificable proceder, de ser descubiertos esos "refugios" por traidora confidencia a denuncia, eran asaltados dando muerte, por lo general, a los heridos y enfermos que allí se encontraban recluídos, ya que para las tropas españolas, y de manera especial para las "guerrillas", resultaba "letra muerta" lo acordado a este respecto en el Congreso Internacional celebrado en Ginebra.
En este mismo día el Consejo de Gobierno celebró sesión, dándose lectura a una comunicación dirigida al Secretario de la Guerra por el General Moceo, a la que acompañaba relación contentiva de las compromisos verbales pactados con varios hacendados de Oriente, por los que el Lugarteniente se comprometía a respetar sus propiedades, en virtud de haber satisfecho la cuota que les fuera señalada al efecto; relación que era enviado en vista del acuerdo adoptado por ese Organismo en sesión celebrada el 24 de Noviembre anterior, por él se prohibía en lo absoluto la realización de la zafra en las fincas azucareras.
Al tratarse de la propuesta que hiciera el General en Jefe para el cargo de Jefe Superior de Sanidad Militar, a favor del Brigadier doctor Eugenio Sánchez Agramonte, se acordó aprobarla interín regresaba de la comisión que desempeñaba en el extranjero el doctor Joaquín Castillo Duany, en cuya oportunidad se daría solución definitiva al asunto.
El Consejo acordó a su vez, conceder validez a los nombramientos hechos con motivo de los diversos movimientos insurreccionales producidos desde 1868 a la fecha, a los que respondiendo a las instrucciones recibidas de Centro autoritario hubiesen tomado parte activa en dichos movimientos, o sufrido pena de deportación u otra análoga, impuesta por el enemigo en atención a aquellas causas.
A propuesta del Secretorio de la Guerra se acordó señalar los sueldos que debían ganar todos los empleados de la República de Cuba, regulando los de carácter civil, por las consideraciones militares que le correspondieran de conformidad con el acuerdo adoptada en "Sobanilla" (Oriente), en 24 de Octubre de ese mismo año, fijando a ese fin la siguiente escala:
Mayor General
| | $500.00 |
Brigadier
| | 400.00 |
Coronel
| | 325.00 |
Teniente Coronel
| | 275.00 |
Comandante
| | 220.00 |
Capitán
| | 130.00 |
Teniente
| | 100.00 |
Alférez
| | 90.00 |
Sargento primero
| | 60.00 |
Sargento segundo
| | 50.00 |
Cabo
| | 40.00 |
Soldado
| | 30.00 |
El cargo de General de División fué creado por acuerdo del Consejo de Gobierno en sesión celebrada en "Guaivajal" (Oriente) el día 27 de Enero de 1896 y al que se asignó —posteriarmente— un sueldo de $450.00.
El día 5, en las primeras horas de la mañana, se procedió a la formación de las fuerzas todas, a fin de dar la despedida al Consejo de Gobierno, que regresaba para Camagüey al objeto de dirigirse nuevamente a Oriente, con el propósito de apremiar a las tropas del segundo Cuerpo, para que se incorporaran a la columna invasora, lo que había realizado en insignificante proporción hasta esas momentos, no obstante los esfuerzos llevados a cabo al efecto tanto por el Lugarteniente General, como por el propio Consejo de Gobierno, ante la tenaz resistencia del General Masó, quien hasta poco antes había venido ejerciendo el mando de dicho Cuerpo de Ejército.
En este acto hicieron uso de la palabra el Presidente Cisneros y el Secretario del Interior doctor García Cañizares, haciendo entrega el Marqués de Santa Lucía al General Maceo de una hermosa bandera cubana, que las camagüeyanas dedicaban al Lugarteniente General en la seguridad "de que la defendería —según manifestación del Presidente— con el calor y valentía que tenía demostrados".
Y en esa fecha y en ese lugar, el Consejo de Gobierno y la columna invasora se separan; y en tanto que el Gobierno se encaminaba hacia Oriente con el propósito de conseguir refuerzos, los caudillos al frente de las huestes libertadoras se encaminaban al Occidente, en conquista de la independencia patria, en cuya persecución habría de interponerse continuamente la muerte. La jornada se prolongó hasta "El Remate de las Vueltas", donde se pernoctó esa noche.
El día 6 fueron conducidos al Cuartel General dos individuos, a los que se acusaba de ser espías al servicio del enemigo, los que sometidos a un Consejo de Guerra sumarísimo, fueron condenados a muerte.
Desde ese campamento salieron ese día en comisión hacia Occidente, los jóvenes Capitanes Rafael de Cárdenas, Raúl Arango y Néstor Aranguren, pertenecientes a distinguidas familias de La Habana.
En este día el General Maceo dió a la publicidad la siguiente proclama:
—"Villareños: Venimos de Oriente en marcha triunfal para combatir por la libertad y redención de Cuba en el gran teatro de Occidente, donde el tirano ha acumulado sus poderosos elementos de guerra con inicuo propósito de que continúe esclavizada esta feraz y riquísima región, y sacar de ella sola los pingües rendimientos que ya no puede obtener de las otras comarcas, y saciar de ese modo su codicia, y dar hartazgo a sus concupiscencias.
"Para salir del yugo español os bastaríais vosotros solos, villareños; que nada es imposible para los pueblos esforzados y dignos cuando luchar por su emancipación y bienestar. Con el hierro y el fuego se forjan las cadenas: con esos mismos elementos, aplicados con energía, también se hacen pedazos las más recias del despotismo.
"Pero no sería propio de pechos fraternales, encendidos en una misma llama patriótica, no le daríamos a la Revolución todo el homenaje que le debemos, le quitaríamos algo de su carácter grandioso, sobre prescindir de las elocuentes lecciones de nuestra historia que atribuyen al espíritu de localismo las principales causas de nuestros desastres en la memorable y sangrienta década, tan rica en sacrificios como infeliz en recompensas, habría algo de egoísmo, algo que bastardaría nuestro linaje cubano, algo que nublaría el Sol esplendoroso de Oriente, si nos hubiéramos limitado a humillar las armas españolas allí y sentirnos con tal victoria satisfechos.
"Nuestra misión es más elevada, más generosa, más revolucionaria: queremos la libertad de Cuba, anhelamos la paz y el bienestar de mañana para todos sus hijos, sin poner tasa al sacrificio ni tregua al batallar, llevando la guerra a todos portes, hasta los baluartes más remotos de lo dominación y batir en ruinas sus murallas opresoras.
"Los imperios fundados por la tiranía y sostenidos por la fuerza y el terror, deben caer con el estrépito de los cataclismos geológicos.
"Para eso pedimos vuestro concurso ¡animosos villareños! Sólo así el sacrificio será meritorio; sólo así podrán cumplirse los ideales supremos de la Revolución, únicamente el sol de la Libertad, que ya brilla radiante en el cielo de la Patria, no sufrirá otro eclipse pavoroso".
El día 7 son indultados por el General Gómez, con el beneplácito del General Maceo, así como de las fuerzas todas, los dos individuos que en el día anterior fueron condenados a muerte por el Consejo de Guerra que les juzgó por el supuesto delito de espionaje.
Al ser puestos en libertad el Lugarteniente les dijo que anunciaran a los españoles su marcha en dirección a lo capital de la Isla, La Habana, para donde los emplazaba.
La columna se puso en marcha y cruzando el río "Zaza", acampó en "Sabanilla".
El día 8 la columna siguió su derrotero, acampando en "Las Pozas". Desde este lugar salió el Teniente Coronel Legón, cumpliendo órdenes del General Gómez, al mando de un Escuadrón.
El día 9, en las primeras horas de la mañana se puso en marcha la columna invasora, pasando a inmediaciones del pueblo de Fomento, correspondiente a la jurisdicción de Trinidad, siendo tiroteados los fuertes que guarnecían dicha plaza.
A la 1 de esa tarde y en el camino de Santa Clara, se libró combate con una columna enemiga que se encontraba en "Casa de Tejas" protegiendo unas obras de fortificación, dándose dos soberbias cargas al "machete" por los Estados Mayores y Escoltas de los Generales Gómez y Maceo, teniendo un muerto y 13 heridos, todos ellos de carácter leve, figurando entre los mismos el Alférez José Gutiérrez, corneta de órdenes del Generalísimo.
El lugar donde se libró esta acción se denominaba "Los Indios"; acampando en "Quemado Grande".
El día 10 se separó el General Serafín Sánchez, con el propósito de practicar determinados reconocimientos que le fueron ordenadas por el General Gómez, reuniéndose nuevamente a la columna invasora en "Manacal", en cuyo lugar se encontraba ésta acampada.
En este campamento fueron informados los Generales Gómez y Maceo, que tres grandes columnas enemigas, al mando de los Generales Oliver, Manrique de Lara y García Navarro, en combinación, operaban sobre las fuerzas cubanas con el propósito de batirlas.
Los días 11, 12 y 13, fueron de incesante bregar en "Monacal", camino de "Quirro" y de "La Siguanea", respectivamente, contra las numerosas fuerzas españolas a que se hacía referencia en el párrafo anterior.
El día 11, la columna invasora pasó a vista de Manicaragua, acampando en "Boca de Toro".
En este campamento los Generales Gómez y Maceo, suscribieron la siguiente proclama:
HABITANTES DE OCCIDENTE
—"Vuestros hermanos de las comarcas de Oriente y del Camagüey: los vencedores en "El Jobito" y "Peralejo", se encuentran ya entre vosotros; venimos a ayudaros a levantar con manos potentes el Estandarte glorioso de la Revolución Libertadora de nuestra tierra, tan empapada de sangre de nuestros compañeros y de nuestros hijos.
"La guerra será dura y desoladora, pues así lo quiere el tirano; y hay más dignificación y grandeza para los pueblos y los hombres en vivir libres, aunque pobres, que no ricos y acomodados en el hogar mancillado por la servidumbre y el oprobio.
"Debemos salvar los principios y la tierra. Que los que son capaces de conquistar por la fuerza de su brazo y la firmeza de sus convicciones el bien supremo de sus libertades, son capaces también de devolver al País, con la paz, el trabajo y el orden, todo y mucho más, la material riqueza que la dolorosa necesidad de la guerra nos impone destruir por la torpe resistencia de España.
"¡Cubanos! Hay un pueblo cuya página en la Historia de esta hermosa tierra es brillante. Bayamo fué incendiado por sus propios hijos antes que Valmaseda profanara una vez más sus hogares. Eso es ser cubano: eso es ser hombre.
"¡Pueblos de Occidente, a las armas!
"Viva la República para todos los hombres trabajadores y honrados!
"Boca del Toro", Las Villas, Diciembre 11 de 1895"
Sería la 1 de la tarde, poco más o menos, cuando el toque de corneta y el vivo tiroteo que se sintió por el rastro, demostraran la proximidad del enemigo, que sostenía fuego con los "exploradores" mandados en esa dirección, por lo que el General Gómez dispuso la inmediata salida de un fuerte núcleo de fuerza de caballería, conjuntamente con unos cien hombres desmontados, con el propósito de contenerlos en su avance.
El enemigo marchaba con lentitud y grandes precauciones, trabándose combate al que puso término la noche, manteniéndose cada cual en sus respectivas posesiones, si bien la columna española fué hostilizada durante toda la noche, en la que unos y otros, "leales" y "rebeldes", la pasaron con el arma al brazo.
Esa noche fué muerto y enterrado su cadáver en el propio campamento, el valiente Teniente Coronel Emiliano Varona, perteneciente a las fuerzas orientales, el que recibió la muerte en ocasión de hostilizar al enemigo.
La columna española en este día hizo 36 disparos de cañón sin ocasionar con ellos una sola baja a las fuerzas cubanas.
Al amanecer del día 12 el General Gómez emprendió la marcha al frente del grueso de la columna invasora, tomando por caminos estrechos y malísimos, en tanto que el General Maceo con fuerzas de Oriente y Las Villas, éstas últimas mandadas por el General Serafín Sánchez, quedó a "retaguardia" conteniendo al enemigo en su avance en persecución de las fuerzas cubanas en su marcha hacia Occidente, habiendo caído en todas las emboscadas que le fueron puestas par el Lugarteniente General.
La columna invasora acampó en "El Quirro", donde se incorporaron los hermanos Vicente y Antonio Núñez, con una pequeña fuerza de caballería, realizándolo también el Teniente Coronel Alfredo Roge, con unos veinte infantes, y cuya jefe se encontraba herido.
Las bajas sufridas por las fuerzas libertadoras en estas últimas jornadas consistieron en 4 muertos y 21 heridos.
El día 13 el contingente invasor siguió su marcha en persecución de su objetivo: Occidente, libre ya de la persecución del enemigo, que había desistido de seguirlo por el rastro; actitud que coincidía con las manifestaciones hechas por el General Oliver, uno de los jefes de las columnas españolas en operaciones contra los Generales Gómez y Maceo, si bien en sentido equivocado, de "que por el quebranto sufrido en esas 3 jornadas, era ya imposible la invasión a Occidente".
Después de una marcha penosísima, las fuerzas revolucionarias acamparon en "la ratonera" de "La Siguanea".
Serían las 4 de la madrugada del día 14, cuando el contingente invasor emprendió nuevamente la marcha, recorriendo caminos queresultarían de imposible tránsito para otras tropas que no fueran las cubanas, sirviendo de práctico el Teniente Coronel Vicente Núñez, estableciendo su campamento en un lugar conocido por "Las Lomitas".
En este campamento hizo acto de presencia el Teniente Coronel José Loreto Cepero, quien impuso al General Gómez al haber dado fuego a los cañaverales del ingenio de su señor padre, interesando a la vez del caudillo le fuera señalado un lugar en la vanguardia de la columna, a lo que este hubo de acceder.
El día 15 se inició la marcha en las primeras horas de la mañana, penetrando en la zona de Cieunfuegos, la región de las cañas, o como muy acertadamente dijera un Ayudante del General Gómez: "vamos a atravesar Los Pirineos y a meternos en España".
El Jefe de la Vanguardia había recibido órdenes del General en Jefe, en el sentido de que al ser divisado el enemigo la "cargara al machete", sin tener para nada en cuenta la posición que ocupara ni el número de que se compusiera.
Serían como las diez de la mañana, y en ocasión de cruzar las fuerzas invasoras por frente al Central "Teresa", a cuyos cañaverales se dió candela par estarse preparando para iniciar la zafra, no obstante las Circulares del General en Jefe y los acuerdos adoptados por el Consejo de Gobierno que prohibían esas actividades.
Por "pacíficos" de esos lugares se conoció de que en la línea de cruce se encontraban algunas columnas españolas, las que seguramente habían de salirle al paso.
Como a la hora de haber cruzado por frente al Central "Teresa", se sintió fuego en la retaguardia, la que iba mandada por el intrépido General Serafín Sánchez, formada por fuerzas en Las Villas, y cuya "extrema" cubría el valiente Teniente Coronel Basilio Guerra con un Escuadrón de la caballería de Remedios.
La columna invasora mochaba lentamente, debido principalmente al estado de cansancio de la caballería, única arma de que se componía, a excepción de un oficial y veinte indíviduos de la clase de trapa que se habían incorporado en la zona de Cienfuegos, pues el núcleo principal de esta arma, que a las órdenes del Brigadier Quintín Banderas se había separado del contingente con instrucciones de reunirse durante la marcha, aún no lo había realizado, ni se tenían noticias del lugar por donde se encontrara. La marcha de la columna invasora se veía también por el desorden reinante en la enorme "impedimenta" que llevara, y que cada vez se hacía más notable al hacerse de imprescindible necesidad el llevar consigo los heridos que se tuvieran, ya que el dejarlos por esos lugares era exponerlos a que recibieran la muerte a manos del enemigo.
Serían apróximadamente las doce meridiano, cuando se oyeron los primeros disparos por la vanguardia, cuyo Jefe por error o por no haber sido interpretado fielmente por sus subalternos, no dió cumplimiento a la orden del General Gómez; y en lugar de "cargar al machete" al enemigo, procedió al despliegue de sus fuerzas, iniciando el fuego de frente y flanco, dando con ello lugar a que los españoles "formaran el cuadro", en cuya situación los encontraron los Generales Gómez y Maceo, quienes con sus respectivos Estados Mayores y Escoltas, arrastraron tras sí con su ejemplo a las fuerzas invasoras, cayendo sobre el cuadro enemigo que, a pesar de su valentía, fué desecho a "machetazos" en pocos minutos.
El enemigo no fué copado en esta ocasión, debido a las razones antes expuestas, lo que hubo de permitir que unas dos Compañías se parapetaran en unas casas de mampostería, desde donde hacían continuo y certero fuego.
Mientras el General Maceo atendiendo a indicaciones del General Gómez procedía a organizar la columna invasora continuando la marcho hacia Occidente, el caudillo dominicano con su Estado Mayor y Escolta y porte de las fuerzas del General Serafín Sánchez, protegía su desfile, desfile que se hacía interminable, recargada como había sido la "impedimenta" con las bajas sufridas en la acción.
La columna invasora fué castigada duramente en esta ocasión, durante la marcha, tanto por el sol, el humo y el fuego que la rodeaba, como por el hambre que experimentaban sus componentes, y de manera especial por la sed que les devoraba y que resultaba de mayor intensidad en los heridos, no obstante encontrarse en ocasiones cerca del agua, sin que les fuera posible el tomarla.
El jefe de la columna española, ante la imposibilidad de seguir por el rastro a las fuerzas cubanas, dada la resistencia que encontrara en la "retaguardia", penetró en el Central "Teresa", optando por mandar unos 500 hombres en un tren de dicha finca, los que procedieron a atacar a los "insurrectos" entre 2 y 3 de la tarde, por lo que el General Gómez ordenó una nueva "carga al machete", al mismo tiempo que disponía se diera fuego a unos campos de caña, por cuyas "guardarrallas" marchaba el enemigo, el que al verse envuelto por el humo y rodeado de llamas, a más del plomo de los fusiles y el filo de los machetes, retrocedió hacia el ingenio, dejando abandonado el tren, cuya locomotora hubo de ser descarrilada por sus perseguidores.
Serían las 4 de la tarde, cuando era de esperarse que el General Gómez abandonara aquellos lugares, retirándose a descansar, reuniéndose con el General Maceo, se dedicó a practicar un reconocimiento en el sitio donde se desarrollara la primera acción, en cuya oportunidad se advirtió la proximidad de una fuerza de caballería que en son de combate se encaminaba hacia allí; y en ocasión de prepararse para una nueva lucha, se notó que las banderas que enarbolaban eran cubanas y que los jinetes eran hermanos en ideales y sacrificios: eran unos 400 hombres a las órdenes del valiente Coronel Juan Bruno de Zayas, quien hubo de lamentar no haber llegado con anterioridad al inicio de la acción.
El General Gómez, gratamente impresionado por tan valioso refuerzo, se puso en marcha por el rastro de la columna invasora, reuniéndose con el General Maceo como a las 12 de la noche, en "Aguada de Flores", acampando después de permanecer por espacio de 17 horas sobre la montura.
En esta acción, bautizada con el nombre de "Mal Tiempo", por ser ese el lugar donde se desarrollara, tuvieron las fuerzas 46 bajas en conjunto: 4 muertos y 42 heridos, figurando entre los primeros el valiente Teniente Coronel José Cefí Salas, perteneciente a las fuerzas orientales y quien acompañara al General Gómez cuando en 5 de Junio de ese mismo año invadiera la provincia de Camagüey; y entre los heridos los Ayudantes Augusto de Feria, Manuel Piedra y Pérez Morales, pertenecientes a los Estados Mayores de los Generales Gómez, Maceo y Serafín Sánchez, respectivamente.
Las bajos del enemigo fueron muy numerosas y de manero especial los muertos al machete, si bien los partes oficiales dados a la publicidad por las autoridades militares españolas, en relación con esas acciones, las concretaban a 90 muertos y 85 heridos, fijando al primer choque, en que actuaran conjuntamente los Generales Gómez y Maceo, 30 muertos y 45 heridos; y 60 muertos y 40 heridos en el segundo encuentro, en el que solamente tomara parte el General Gómez, correspondiendo dichas bajas al Batallón de infantería "Canarias" y al Regimiento de Caballería "Treviño".
Se ocuparon unos 140 máuserts, 40 Remington y 5 acémilas cargadas con cajas de municiones; así como también el archivo y la bandera del Batallón de referencia.
Disgustado el General Maceo por la temeridad demostrada por el General Gómez en el combate de "Mal Tiempo", donde le fueron muertos dos caballos, dirigiéndose a su Jefe de Estado Mayor, Brigadier Miró, le dijo:
—¿Cree usted que está bien eso que el "viejo ha hecho? ¿Para qué estamos nosotros aquí?. . .
El día 16, en las primeras horas de la mañana, siguió su marcha la columna invasora, no sin antes proceder a dar sepultura en ese lugar a los cadáveres de 3 de los heridos de la acción de "Mal Tiempo", que fallecieron la noche anterior.
Los Tenientes Coroneles, hermanos Juan Eligio y Vidal Ducassee marchaban al mando de una fuerza de infantería que se acababa de organizar, compuesta de 200 hombres, pues esa era la fecha en que aun no se había incorporado al Ejército Expedicionario el Brigadier Quintín Banderas, el que como dejamos dicha se había separado en "Trilladeritas" el día 3 de ese mes, con instrucciones de operar sobre el valle de Trinidad e incorporarse en el camino.
La marcha de la columna resultaba por demás penosa, debido a la necesidad en que se estaba de llevar consigo los heridos, los que era imposible el dejar ante el natural temor de que hubieran sido muertos por el enemigo de caer en su poder, ya que tal procedimiento era habitual en las fuerzas españolas; cuyos heridos sufrían cruelmente por el sol abrazador que recibían, agregándose a ello la espesa nube de humo que les envolvía, ya que los cañaverales todos eran incendiados a derecha e izquierda.
La vanguardia, que iba mandada por el Teniente Coronel Basilio Guerra, dió una "carga al machete" a una "guerrilla" española, matándole 8 de sus componentes.
Serían aproximadamente las 2 de la tarde, cuando la columna expedicionaria acampó en una colonia del Central "Amalia", situado a inmediacianes de Lajas.
El General José Lacret, que operaba en la provincia de Matanzas, hizo acta de presencia este día en el campamento, conferenciando extensamente con el General Gómez.
El día 17 las fuerzas invasoras permanecieron acampadas en este lugar, retirándose el General Lacret, nombrada Jefe de la provincia de Matanzas.
El día 18, en horas tempranas de la mañana, las fuerzas cubanas abandonaron el campamento del Central "Amalia", llevando consigo los heridos y dejando tras sí una inmensa hoguera que cubría una extensión de más de dos leguas.
El entusiasmo y la energía se caracterizaban en la tropa con vista de lo triunfal que resultaba la marcha realizada por los Generales Gómez y Maceo. La columna invasora pernoctó esa noche en "Jagüey".
En la mañana del siguiente día 19, los fuerzas invasoras reanudaron la marcha, acampando en el lugar conocido por "Cabeza del Toro", donde se incorporó el Coronel Francisca Pérez, con unos 400 hombres, con lo que cada día que transcurría se aumentaban las filas del Ejército Invasor, el que al cruzar la Trocha de Júcaro a Morón, en la provincia de Camagüey, solamente alcanzaba a unos mil quinientos hombres, quedando reducido a unos 800 jinetes al separarse el Brigadier Quintín Banderas con la infantería, si bien no llegaba,ni con mucho, a la cifra que se le atribuía por los asustados españoles.
El día 20 el Coronel Francisco Pérez, en ocasión de practicar un reconocimiento, se batió can el enemigo en un lugar conocido por "tiago", resultando herido al igual que 3 individuos de la fuerza de su mando.
La columna se puso en marcha esa misma mañana, pasando por "Hormiguero" y penetrando en territorio de la provincia de Matanzas, oyéndose la misma historia de "que los españoles habían dejado llegar allí a los invasores para derrotarlos y acabar con ellos más fácilmente", augurio a que no se prestaba atención por las fuerzas cubanas.
Serían apróximadamente las 2 de la tarde cuando los "insurrectos" hicieron alto para almorzar, y en ocasión de estarse preparando para llenar esa necesidad, se sintió un vivo tiroteo con la guardia que cubría el rastro, procediéndose a la inmediata retirada de la impedimenta, preparándose para la lucha.
El enemigo marchaba protegido por las malezas que cubrían el terreno y las sinuocidades del mismo, hasta acercarse al campamento que ocupaban las fuerzas cubanas, a cuyo frente se habrían extensas sabanas, que los españoles no se atrevieron a cruzar para iniciar el ataque, ni los cubanos para rechazarlo, por lo que la lucha se entabló a tiro limpio, no pudiéndose dar cumplimiendo a las órdenes imperativas dadas por el General Gómez en ocasión de recorrer las filos de
"no quiero oír un solo disparo. ¡Machete: nada más que machete! . . .
Al fin, como a las 4 de la tarde y en ocasión de tratar el enemigo de avanzar por el flanco derecho, se descubrió a la caballería, que inició una "carga al machete", recordando la recientemente dado en "Mal Tiempo", repitiéndose el hecho de aprovecharse los españoles de las ventajas que les ofreciera el terreno, emprendiendo la retirada sin intentar siquiera repetir el ataque. Esto acción, que se llamó de "La Colmena", tuvo su término al obscurecer, continuando su marcha la columna invasora, que acampó como a las 12 de esa noche en el sitio conocido por "San Lorenzo del Desquite".
El día 21, como a las 5 de la mañana, cuando las fuerzas cubanas se preparaban para continuar la marcha hacia Occidente, se sintió un nutrido fuego en una de las guardias que cubrían el campamento, acudiendo en seguida a ese lugar el General Maceo, dando machete a una "guerrilla" española que había penetrado hasta allí en persecución de unas "exploradores".
A las 6 abandonaron ese lugar los "insurrectos", dando candela a derecha e izquierda y a retaguardia, a los campos de caña, cruzando por frente al ingenio 'Santiago".
En el sitio llamado "Las Antillas", desde una casa de mampostería se inició un vivo tiroteo contra las fuerzas cubanas, por lo que el General Maceo en la creencia de que fuera una columna enemiga, con su Escolta y algunos números más correspondientes a las fuerzas orientales, procedió al ataque, llegando hasta el batey de la casa, desde donde el enemigo, debidamente atrincherado, ocasionó a los atacantes 4 muertos y 14 heridos.
Acosados los sitiados, quienes a la vez se vieron rodeados de fuego, se disponían a capitular, cuando la llegada de una fuerte columna enemiga cambió por completo la escena, viéndose los asaltantes atacados por el flanco derecho, así como por la retaguardia que, mandada por el General Serafín Sánchez y formada por fuerzas de Las Villas, se batió denodadamente con el único propósito de proteger la marcha de los invasores que continuaran su avance, si bien teniendo que lamentar 23 bajas en conjunto.
Esa fué, seguramente, una de las marchas más penosas de la invasión, tanto por la jornada de ese día, como por un hecho que se produjera de manera incidental y que por "propios" y "extraños" fué considerado como un acuerda de ambos caudillos. Serían poco más o menos las 9 de la noche, cuando en ocasión de atravesar la línea que de Colón va hacia Cárdenas, realizábalo a la vez un tren que conducía tropas españolas, con la que se cruzaron algunos disparos, hubo de producirse tal confusión en las filas cubanas, debida más que nada a la obscuridad reinante, que ello dió lugar a que la columna invasora se dividiera en 2 partes, siguiendo la mayor de ellas con el General Maceo, en tanto que el resto, compuesto por la impedimenta y las fuerzas de retaguardia al mando del General Serafín Sánchez, marcharon con el General Gómez, quien como a las 11 de la noche acampó en el Central "España", de la propiedad del más intransigente de los hombres públicos españoles, residente en Madrid, Romero Robledo, "el pollo de Antequera".
Y esa misma noche, como a las 12, el General Maceo estableció su campamento en la finca "Santa Elena", centro de la zona poblado de Colón, de cuya plaza cruzó como a un kilómetro de distancia, manteniéndose a caballo como unas 16 horas.
En la mañana del siguiente día 22, el General Gómez se puso en marcha, no sin que antes fueran incendiados los cañaverales de dicho Central, realizando su entrada en el pueblo de "El Roque" coma a las 9, cuyo Alcalde Municipal con varios Concejales y un gran número de señoras de la localidad salieron a recibirlo, suplicándole fueran respetadas las vidas de los habitantes y librados sus hogares del incendio, quedando prontamente convencidos todos, de que no se trataba de bandidos como fueran calificados por las autoridades militares españolas, sino de soldados de la libertad que se sacrificaban por alcanzar la independencia de la Patria, sin que se realizara otro acta de destrucción que el de un fuerte que utilizaba la guarnición de la plaza.
En ocasión de abandonar el pueblo, el General Gómez hizo entrega al Alcalde de 3 heridos graves, con la recomendación de que dijera al General Martínez Campos, que confiaba en que habrían de ser atendidos, haciéndolos curar y devolviéndolos más luego, como tantas veces lo había realizado él con individuos pertenecientes a las fuerzas españolas.
Emprendida la marcha, cruzó por múltiples vías férreas, acampando en un sitio llamado "Pirineo", en las inmediaciones de Jovellanos, como a las 4 de la tarde; y en cuyo lugar se aseguraba se encontraba el General Martínez Campos o "Martinete", como le llamara el General Maceo.
En este recorrido el General Serafín Sánchez procedió a la captura y destrucción de un tren de mercancías que distribuyó entre la tropa; ocupando a la vez 30 caballos.
En un sitio inmediato a "El Roque" se dejaron para su curación, el Teniente Tomás Olivera, que desempeñaba las funciones de Ayudante del Coronel Bernabé Boza, Jefe de la Escolta del General Gómez, y al asistente de éste nombrado Valentín Ortiz, de nacionalidad española, y que servía al caudillo desde que desembarcara en "Playitas" Baracoa).
Este mismo día el General Maceo, al mando de la mayor parte de las fuerzas invasoras, emprendió la marcha como a las 7 de la mañana, pasando a tiro de fusil de "Perico" e igual distancia del Central España, incendiando los campos de cañas de dicho Central que se habían librado de serlo por el General Gómez al abandonar ese lugar, donde estuvo acampado la noche anterior.
Serían aproximadamente las 6 de la tarde, después de haber incenciado los campos de cañas pertenecientes a 9 ingenios enclavados en el Término Municipal de Colón, cuando el General Maceo estableció su campamento en el Central "Herrera", correspondiente a la jurisdicción de Cárdenas, rodeado por una gran muralla de llamas.
En esta jornada, una de las más peligrosas de la campaña, no se sintió un solo disparo, no obstante haber ambos caudillos recorrida una extensísima zona, poblada de ingenios, en medio de una red de líneas férreas y "cuajada" de tropas españolas, siendo éste precisamente, el lugar donde Martínez Campos pensaba "dar al traste" con la invasión.
La estrategia en estas operaciones estribaba en una serie de movimientos en zig-zag, casi siempre de Este a Oeste, aproximándose lo más posible a una determinada zona enemiga, para luego alejarse y continuar el avance.
La prensa española en esos días daba a la publicidad lo siguiente:
—"De "El Roque" partió Gómez para Quintana y Jovellanos, su rastro era el de la caña quemada, siendo innumerables los ingenios que ardían al paso de sus gentes. Los rebeldes en tres grupos, hicieron un movimiento sobre Coliseo. Núñez atravesando la línea férrea entre Cárdenos y Contreras; Maceo un poco al Norte de este lugar, y Gómez al Sur, entre Cimarrones y Jovellanos".
El día 23, el General Gómez que desde la noche del 21 nada sabía del General Maceo, del que como queda dicho, se había separado incidentalmente al cruzar la línea férrea que de Colón va a Cárdenas, a las 5 de la mañana abandonó el campamento de "Pirineo", incendiando cuantos cañaverales encontraba a su paso, cruzó a vista de Cimarrones, en donde, según informes suministrados por unos "pacíficos", se encontraba el General Martínez Campos al frente de una columna de las tres armas; y en ocasión de atravesar la línea férrea existente entre Cimarones y Jovellanos, un tren que por ella venía retrocedió a toda velocidad al advertir la presencia de las fuerzas cubanas.
El humo producido por los cañaverales incendiados por el General Gómez, servía de anuncio al General Maceo para indicarle la ruta que seguía aquél, en tanto que el producido por los quemados par el Lugarteniente marcaba al General en Jefe el derrotero a seguir.
El General Maceo que había abandonado el campamento de "Herrera" en la mañana del 23, atravesó la línea férrea de Cárdenas a Júcaro y los ramales de la Empresa Unida por Bemba, Madán y Tosca, procedió a la destrucción de paralelas y alcantarillas, e incendió varios paraderos.
Serían aproximadamente las 12 meridiano, cuando ambos caudillos se unieron nuevamente, reproduciéndose una escena análoga a la que se desarrollara el 29 del mes anterior a poco de haber cruzado la Trocha de Júcaro a Morón las fuerzas procedentes de Oriente: Gómez y Maceo se confunden en sincero y prolongado abrazo.
Unidos los dos caudillos continuaron la marcha, y cuando la vanguardia y algunos de los flanqueadores habían penetrado en el pueblo de Coliseo, hizo acto de presencia una fuerte columna enemiga a cuyo frente iba, según informes tenidos por fidedignos, el General Martínez Campos, iniciándose el fuego en proporciones tales, que todo hacía preveer que el drama a desarrollar resultaría digno de los actores que en el mismo tomarían parte, cuando de manera repentina el General Maceo, después de recibir una orden reservada del General Gómez, clavó las espuelas al caballa que montaba, y seguido de su Estado Mayor y cubierto por el humo, atravesó la línea de fuego, interín el General en Jefe dió órdenes a sus Ayudantes, y las fuerzas invasoras van desapareciendo por las faldas de una lomo, quedando solamente el General Gómez con su Estado Mayor y Escolta, y cuyo lugar hubieron de abandonar cuando ya las fuerzas "insurrectas" se habían retirado, dejando a Martínez Campos parapetado o amparado tras los muros de las ruinas del ingenio "Audaz".
La columna invasora acampó como a las 8 de la noche en el sitio conocido por "Las Flores", a inmediaciones de Sumidero.
Las fuerzas cubanas tuvieron que lamentar en la acción de ese día unas doce bajas, contándose entre los heridos el Capitán Marcos del Rosario, Ayudante del General Gómez, y con el que desembarcara en Playitas (Baracoa) en Abril de ese mismo año.
La quema de Coliseo tuvo por excusa el hecho de la resistencia realizada por sus moradores, al procederse al ataque de ese pueblo.
El día 24, apenas se percibieron los claros de la mañana, la columna emprendió la marcha, causando gran sorpresa a todos sus camponentes la dirección S. E. que se tomaba; y en ocasión de cruzar par un sitio llamado "San Miguel", se recibieron unas armas de fuego cuya procedencia se atribuyó a Juan Gualberto Gómez, por unos, y por otros a Coloma.
En esa marcha se procedió a la toma del ingenio "Diana", que se encontraba protegido por tropas españolas, ocupándose 25 armamentos y como 10 mil tiros, procediéndose a la vez a la quema de sus cañaverales, por estarse preparando para dar inicio a la zafra.
También fueron reducidos a cenizas los cañaverales del ingenio "Santa María", destruyéndose asimismo varias plataformas, corriendo igual suerte grandes tramos de la línea férrea.
A la llegada de las fuerzas cubanas al paradero de Medina, se posesionaron de un tren que acababa de conducir tropas españolas a Corral Falso, dando candela a los 14 carros de que se componía el mismo, así como al paradero de Navajas; y en cuanto a la locomotora que arrastrara dicho tren, le fué abierta la válvula.
Esa noche las fuerzas revolucionarias pernoctaron en el demolido ingenio "Crimea".
El día 25, muy de mañana, se emprendió nuevamente la marcha, siempre en dirección S. E., con manifiesta inclinación al Este; y en ocasión de cruzar por un lugar llamado "La Entrada", desde unos matorrales hicieron fuego contra la retaguardia, por lo que el General Serafín Sánchez procedió a dar una "carga al machete" contra los agresores, los que seguidamente emprendieran la fuga, refugiándose en un fuerte situado en lugar próximo.
Las fuerzas libertadoras tuvieron 5 bajas por heridas, figurando entre ellas el Capitán José Sorí, Jefe del 3er. Escuadrón del Regimiento "Honorato", y Javier Muñoz, Ayudante del General Maceo; acampando para hacer noche en la colonia "Navarrete", de Galdós.
El siguiente día 26, después de una entrevista reservada celebrada entre los Generales Gómez, Maceo y Serafín Sánchez, se inició una contra-marcha, cruzando el río "Hanabana" y penetrando en territorio Je Las Villas, realizándose una penosísima marcha por caminos que resultaban intransitables por lo cenagosos y ser además cubiertos de "dientes de perro".
Esta contra-marcha, que por muchos se atribuyera al propósito de conducir los heridos y enfermos a lugar seguro, ya que resultaba imposible el seguir avanzando con esa gran impedimenta, constituyó un engaño para todos, inclusive para Martínez Campos, que de no haber retirado sus tropas de los lugares que operaban, difícil hubiera sido a los invasores abrirse paso hacia Occidente.
Esa noche las fuerzas libertadoras acamparon en "El Sebastián".
El día 27, hizo acto de presencia en ese lugar el Coronel Cándido Alvarez, generalmente conocido por 'Cayito', el que pocos momentos antes había dado muerte a una "guerrilla" española, a la que ocupó armas, municiones y caballos; también se incorporó el Coronel Juan Bruna de Zayas, al que se había rendido la guarnición del ingenio "Caraballo", algunos de cuyos miembros se incorporaron a la Revolución, quedando el resto en completa libertad. En esta ocasión se ocuparon 15 armamentos y como unos 1.000 tiros.
Puesta en marcha la columna entre dos y tres de la tarde, procedió a establecer su campamento en el central "Indio", donde se incorporó el Coronel Vicente Núñez, que formara parte de los Jefes flanqueadores.
El día 28, en las primeras horas de la mañana, las fuerzas libertadoras abandonaron ese lugar, no sin antes proceder a incendiar sus campos de cañas; causando gran sorpresa para todos advertir que la marcha era emprendido hacia Occidente nuevamente, con lo que se vieron defraudadas muchas esperanzas entre los que creyeron en la posibilidad de un retorno a las zonas de su procedencia; así como para el alto mando español, que consideró aquella contramarcha como el fracaso de la invasión.
El río "Hanabana" fué cruzado nuevamente por un lugar que hasta el día anterior había estado ocupado por fuerzas enemigas, y cuyo abandono no tenía otra explicación que la seguridad que asistía alos dirigentes de la campaña contra las fuerzas libertadoras, que estas daban por terminado su propósito de invadir las provincias occidentales.
Después de ser incendiados los campos de cañas del ingenio "Carreño", siendo como las ocho de la noche, el contingente invasor acampó en "Triunfana", colonia del destruido ingenio "Godines", como a unos 1.000 metros del pueblo de Coliseo.
Esa noche fué condenado por un Consejo de Guerra sumarísimo, a morir ahorcado, un soldado que había cometido el hecho denigrante de violar a una mujer.
En las primeras horas de la mañana del siguiente día 29, en ocasión de darse cumplimiento a la sentencia impuesta la noche anterior, hizo acto de presencia el enemigo, con el que se empeñó rudo combate, entrando en acción todas las fuerzas disponibles.
Los Generales Gómez y Maceo, trataron por tres ocasiones "cargar" al enemigo por el frente y centro, lo que no les fué posible dada la actitud asumida por la columna española, que hubo de formar el cuadro, sin que en ningún momento presentara la oportunidad para ella, siendo solamente el General Serafín Sánchez quien logró tal empeño con sus fuerzas, dando "machete" a unos pocos soldados en el flanco izquierdo, viéndose en la necesidad de tener que retroceder con sensibles bajas, ocasionadas estas por el refuerzo que recibiera en su oportunidad el enemigo, sin lo que difícilmente hubiera podido escapar al filo de los "machetes" y a los certeros disparos de las fuerzas de infantería que a las órdenes de los Tenientes Coroneles, hermanos Ducasse, se encontraban parapetadas detrás de una cerca de piedras, ocasionando numerosas bajas a los españoles, que se vieron obligadas a iniciar la retirada, refugiándose en Calimete.
Emprendida la marcha después de curar los heridos, hubo que librar nueva acción en terrenos del Central "María", donde se encontraba una columna enemiga al mando del General García Navarro, apoyada en el edificio del batey, y al parecer en combinación con la que se librara la acción de Calimete; sin que abandonara su atrincheramiento, no obstante los muchos elementos de que disponía.
A las cuatro de la tarde combatían las fuerzas de retaguardia con otra fuerza enemiga, que horas antes había llegado a Manguito, la tercera en combinación, a las órdenes del General Suárez Valdés.
El total de las bajas sufridas por los "insurrectos" en este día, alcanzaron a 57 entre muertos y heridos.
Emprendida la marcha nuevamente, a poco de ser iniciada se incorporó el Teniente Coronel, Roberto Bermúdez, al mando de unos 600 hombres, acampando la columna como a las siete de la noche en el ingenio "Estante", situado entre Bolondrón y Alfonso XII, con el enemigo a una legua de distancia.
¡No habían transcurrido aún treinta y un días de que el General Gómez arengara a las tropas en "Lázaro López", y ya la invasión llevaba paseada en triunfa la bandera de la Revolución por las Villas y Matanzas, encontrándose en los límites de La Habana, siendo de esperarse que dentro de breve plazo diera término a su gloriasa jornada. . . .
Enero 1 de 1896.—En este día el Mayor General Serafín Sánchez, —que tan relevantes servicios había prestado al mando de sus fuerzas—, salió hacia las Villas al frente de unas 700 hombres del 4to. Cuerpo, que de glorio tanta se cubriera durante la campaña.
Al cruzar las fuerzas invasoras a vista de Alfonso XII, la vanguardia y el flanco izquierdo fueron atacados por una columna enemiga, y cuyo ataque hubo de ser contenido por la caballería hasta le llegada de la infantería a los órdenes de los Tenientes Coroneles hermanas Vidal y Juan Eligio Ducasse, quienes parapetados tras una cerca de piedras castigaron al enemigo, que se vió obligado a retroceder desconcertado, refugiándose en el pueblo, hasta donde fueron perseguidos por los "insurrectos", quienes procedieron a la vez a "saquear" algunos establecimientos.
Las fuerzas cubanas tuvieron en esta acción, —a la que se dió el nombre de "Estante"—, 7 bajas: 2 muertos y 5 heridos.
La marcha continuó siempre hacia adelante, dando candela a derecha e izquierda, actitud esta que era a la vez adoptada por las flancos que marchaban a distancia del grueso de la columna; y los que eran mandados por los Coroneles Antonio Núñez y Roberto Bermúdez.
Serían apróximadamente las nueve de la noche cuando la columna expedicionaria acampó en un lugar conocido por "Bagaez", cerca de Nueva Paz, correspondiente a la provincia de La Habana.
El día 2, a las 5 de la mañana, se puso en marcha la columna, recibiéndose informes de que la fuerza que fuera batida el día anterior en "Estante", se encontraba en Nueva Paz.
En esta marcha el Coronel Bermúdez, Jefe de uno de los flancos, le apoderó del caserío de "Las Vegas", ocupando armas y municiones, y dejando en completa libertad a los voluntarios españoles que Jefendían la plaza.
La marcha de este día, realizada por una zona bella y riquísima, fué bastante rápida, acampando como a las 10 de la noche en una colonia del ingenio "Providencia", en cuyo batey se encontraba una fuerte columna enemiga; siendo de advertirse el continuo cruce de trenes que llevaban tropas hacia Güines, a distancia del lugar una legua poco más o menos.
En esta fecha el General Martínez Campos dió a la publicidad !I siguiente bando:
—"Habiendo aparecido partidas armadas en las provincias de La Habana y Pinar del Río, y llegado el caso a que se refieren los artículos 12 y 13 de la Ley de Orden Público de 23 de Abril de 1870, en uso de mis facultades vengo en decretar lo siguiente:
ARTICULO I.—Quedan declarados en estado de guerra los territorios de La Habana y Pinar del Río.
ARTICULO II.—Las autoridades civiles de las citadas provincias continuarán funcionando en los asuntos propios de sus atribuciones, que no se refieran al orden público, reservando, no obstante, a la jurisdicción de guerra el conocimiento de todos los asuntos criminales y los demás en que yo considerase conveniente entender".
El día 3 fué de verdadera sorpresa para las fuerzas cubanas, toda vez que iniciada la marcha como a las seis de la mañana, al cruzar par frente al Central "Teresa", se advirtió la presencia de una columna enemiga, formada de frente a los "insurrectos", sin que hiciera la más ligera demostración de hostilidad; a retaguardia se encontraba la columna acampada en el Central "Providencia", y a la vanguardia el General Echagüe con una brigada; por el flanco izquierdo el General Aldecoa con sus fuerzas, y por el flanco derecho la columna que se encontraba en el Central "Teresa", que se aseguraba estaba a las órdenes del General Luque.
Las fuerzas cubanas estaban en la imperiosa necesidad de marchar por un terreno costeado de ciénagas y tembladeras formadas por los derramaderos del río "Mayabeque", teniendo solamente para atravesar una de esas ciénagas, un estrecho y mal construida puente de tablas.
Pues bien: no obstante las dificultades que se presentaron para marchar por aquellos lugares y lo numeroso de las fuerzas españolas que le rodeaban, la columna invasora realizó el cruce a poca distancia de un enemigo que, arma al brazo, parecía dispuesto y preparado para el combate, y el que se concretó a intentar avanzar cuando ya la retaguardia había pasado el puente de referencia, intento que fué contenido con sólo dar candela a las cañaverales de esos alrededores.
La marcha de este día, que se iniciara en horas tempranas de la mañana, se prolongó hasta cerca de las 7 de la noche, hora en que el General Gómez acampó en una colonia del ingenio "Govín", en tanto que el General Macea lo realizó en un sitio conocido por "Novo", existiendo una distancia aproximada de media legua entre ambas Cuarteles Generales.
Como a las 11 de la noche hizo su presentación en el Campamento, el Coronel Juan Masó Parra, el que por orden del General Gómez había procedido a ocupar el pueblo de Melena del Sur, donde el enemigo que se rindió sin hacer un sólo disparo, ocupándose 80 armamentos y 3,000 tiros, cuya guarnición, como era habitual, quedó en completa libertad.
También el Coronel Antonio Núñez se había apoderado de Guara, donde le fueron entregados por las fuerzas voluntarias que guarnecían la plaza, 70 armamentos y unos cuantos miles de tiros; y fuerza ésta que también se dejó en libertad absoluta.
El día 4, en horas más tempranas que la mañana anterior, dada que apenas serían las 5, el contingente invasor se puso en marcha, cruzando la línea férrea que desde La Habana se dirige a Batabanó, sin disparar un sólo tiro, no obstante asegurarse el estar ocupada militarmente por varias columnas enemigas, procediéndose a la destrucción de un gran tramo de dicha vía, derribándose a la vez numerosos postes de la línea telegráfica, e incendiándose los campos de caña existentes por ese lugar.
Las fuerzas cubanas que en su marcha hicieron alto en el Central "Mi Rosa", procedieron por medio de la banda de música del Cuartel General del General Maceo, a tocar el Himno Invasor, desplegando dos grandes banderas cubanas, y continuando más luego la marcha, llegaron como a las 2 de la tarde a vista de Güira de Melena, que es atacada por la vanguardia al mando del intrépido Bruno de Zayas, al no quererse rendir al ser intimada a ello su guarnición, después de un breve cambio de impresiones entre los Generales Gómez y Maceo.
Habiéndose procedido al incendio de algunas de las casas de la calle "Quinta", la guarnición se rindió al General Maceo, quien la puso a disposición del General en Jefe, quien dijo a sus componentes:
—"¡Españoles! Si se inviertieran los papeles y ustedes fueran los vencedores, ni uno solo de nosotros quedaría para contar el suceso; pero como somos nosotros los cubanos los que trinfamos, y ni Antonio Moceo ni yo sabemos matar prisioneros de guerra. Ambos respetamos como se debe al enemigo vencido y esto es siempre más digno de consideración, como cuando ustedes, es valiente. ¡Así, pues, españoles!, quedan ustedes en completa libertad a pesar de haber hecho derramar sangre nuestra, por una mal entendida defensa de sus intereses.
"Adviértanle a sus compañeros los comerciantes españoles, que el gran Ejército Libertador cubano, respetará en sus personas e intereses a los que acaten y respeten nuestra Revolución; pero a los que le hagan frente, los arrollará con sus briosos corceles y les cruzará por encima".
El incendio destruyó una parte del más bonito barrio de Güira de Melena.
En esta acción las fuerzas cubanas tuvieron dos bajas; un oficial muerto y un soldado herido, habiéndose ocupado unos 200 armamentos y como unos 15,000 tiros.
Las fuerzas cubanas acamparon coma a un kilómetro de ese lugar.
Siendo conocedores los Generales Gómez y Maceo, —con vista del Bando publicado por Martínez Campos con fecha 2—, de la existencia de fuerzas cubanas en la provincia de Pinar del Ría, acordaron la inmediata salida para aquel territorio de los Coroneles Antonio Núñez y Roberto Bermúdez, al mando de sus respectivas fuerzas, como extrema vanguardia de la columna invasora.
En este día fué transmitido a "El Imparcial" de Madrid, por su corresponsal en La Habana, el siguiente despacho cablegráfica:
—"Enemigo sigue avanzando por el Norte y Sur de lo provincia de La Habana; numerosas fuerzas separatistas se hallan en San José de las Lajas, a 29 kilómetros de La Habana. Asimismo hay fuerzas "insurrectas" en Melena del Sur y Guara. Llegan a Lo Habana numerosas familias de los pueblos inmediatos huyendo. El pánico en el campo es extraordinario: nada se teme respecto a esta capital".
En la misma fecha el General Martínez Campos transmitía por cable, al Ministro de la Guerra en Madrid, la siguiente información:
— "Insurrectos atravesaron ferrocarril Batabanó. Se me dijo que a la vanguardia Echegüe tenía fuego; pero han cortado el telégrafo y no tengo noticias. Echagüe en Guara, Valdés en Madrugo, Prast en San Juan de las Lajas y Luque sale hoy de Rincón".
A este respecto "El Día" de Madrid hizo, entre otros, el siguiente comentario:
— "Lo que sucede es inconcebible: no se comprende como Generales experimentados, al frente de soldados que hacen marchas ton rápidas, Generales que conocen perfectamente el terreno, puedan ser burlados en la forma que lo están siendo en una provincia tan poblado y con tan abundantes comunicaciones".
El día 5, las fuerzas invasoras que se habían puesto en marcha en las primeras horas de la mañana, como a las 8 de la misma, entraron en Alquízar, cuyos habitantes las recibieron con demostraciones de alegría, permaneciendo todos los establecimientos abiertos, al objeto de dar a conocer sus dueños la confianza que les inspiraban los libertadores; y aunque sus propietarios se empeñaron en obsequiarlos de algún modo, se les hizo saber que nada, absolutamente nada sería aceptado.
Los vecinas del pueblo, apiñados en puertas, ventanas y portales de las casas, presenciaban el cruce de la banda de música del Cuartel General del Lugarteniente, que recorría las calles tocando, indistintamente, los himnos de Bayamo e Invasor, dando a la vez vivas a los 'Generales Gómez y Maceo, así como a ¡Cuba libre! e independiente.
Por espacia de unas dos horas permanecieron las fuerzas en correcta formación, al pie de sus cabalgaduras, en las calles de Alquízar, sin permitirse el salir de las filas, orden que fué cumplimentada por todos.
En este pueblo se ocuparon unos 150 armamentos de distintas clases y unos 10,000 tiros de varios calibres.
Después de una marcha penosísima, por lo despacio que se llevó a cabo, la columna invasora llegó al obscurecer a Ceiba del Agua, donde fué recibida por los habitantes sin resistencia; pera sin muestra alguna de entusiasmo ni regocijo.
Los voluntarios españoles que guarnecían la plaza, huyeron para no verse en la necesidad de hacer entrega de sus armas, en vista de lo cual el General Gómez ordenó que por un grupo de oficiales se practicara una "requisa", la que dió por resultado la ocupación de 8 armamentos (Remington) y unos cuantos miles de tiros.
Las fuerzas acamparon en las calles del pueblo y sus alrededores, donde a las 9 de la noche ardían las hogueras, preparando el "rancho" para el almuerzo de ese día.
Esa noche, por una falsa alarma, la Escolta del General Gómez la pasó "sobre las armas".
El día 6, en las primeras horas de la mañana, las fuerzas "insurrectas" se pusieron en marcha, llegando poco después a Vereda Nueva, donde fueron recibidas por el pueblo con el mismo regocijo que en Alquízar, ocupándose unos 150 armamentos y como 5,000 tiros.
En este lugar se incorporaron los Coroneles Esteban Tamayo y Juan Bruno Zayas. Este último, que había salido de Ceiba del Agua la noche anterior con el propósito de dar alcance a los voluntarios españoles que, armados, abandonaron ese pueblo a la llegada de las fuerzas cubanas, no siéndole posible el ponerse en contacto con ellos; procediendo a entrar en Caimito, en cuyo lugar ocupó más de 100 armamentos, algunos millares de tiros y algunos caballos.
Durante la marcha son detenidos los periodistas habaneros Manuel María Coronado y Eduardo Varela Zequeira, quienes salieran de La Habana, según sus manifestaciones, con el fin de entrevistar a los caudillos, viéndose obligados a acompañar a Ios libertadores a cruzar las lagunas del Ariguanabo, por parajes donde sólo los patos y los "mambises" son capaces de realizarlo; y en cuya operación se ahogaron 6 caballos y 9 mulos.
A las 4 de la tarde de ese día las fuerzas cubanas realizaron su entrada triunfal en el pueblo de Hoyo Colorado, donde fueron recibidas por los voluntarios españoles que guarnecían la plaza, en correcta formación con sus jefes y oficiales al frente.
El General Gómez, al mando de las aguerridas huestes revolucionarias dirigió una sentida y oportuna arenga a los voluntarios, en su casi totalidad de nacionalidad española, diciéndoles, entre otras cosas, lo siguiente:
—"Nosotros no hacemos la guerra a España y a los españoles, sino para obtener la independencia de nuestra patria, de Cuba. Logrado este fin, españoles y cubanos seremos hermanos, sin que podamos desprendernos ni los unos ni los otros de la sangre que corre por nuestras venas".
Las aclamaciones a Cuba libre y a los Generales Gómez y Maceo, resultaron estruendosas.
Al obscurecer de este día los dos caudillos establecieron su campamento en el ingenio "Baracoa", donde fueron visitados por don Perfecto Lacoste.
A las 10 de esa noche el Coronel Juan Bruno Zayas con unos 400 hombres, siendo acompañada por el doctor Eugenio Sánchez Agramonte, Brigadier Jefe del Cuerpo de Sanidad, al servicio del Cuartel General del General en Jefe, penetraron en Punta Brava, como a 4 leguas de La Habana, cuyo lugar hubo de ser abandonado por las fuerzas que lo guarnecían.
El día 7, a las 4 de la madrugada, las cornetas tocaron "diana", reuniéndose los dos caudillos, los que después de una breve conferencia procedieron a la formación de dos columnas con las fuerzas allí reunidas, poniéndose al frente de una de ellas el Lugarteniente General o fin de iniciar un movimiento de avance hasta la parte más occidental de Pinar del Río, en tanto que el General en Jefe asumiría el mando de la otra para operar en La Habana, con lo que facilitaría la marcha de los invasores.
El General Gómez se puso en movimiento a las 6 de la mañana, llevando como práctico al Teniente Coronel Vicente Núñez, tomando rumbo a Guanajay, haciendo alto como a las 10 para almorzar.
Emprendida nuevamente la marcha, la que se realizaba por terrenos accidentados y de malos caminos, podía advertirse que la mayor parte de las fincas y sitios se encontraban divididos en cuartones, cuyas cercas por lo general eran construídas de piedras, por lo que el General ordenó la salida de comisiones al mando de oficiales, los que utilizando a los vecinos "pacíficos" de esos lugares procedieron a abrir grandes "boquetes" o "portillos", a corta distancia unos de otros, en toda la zona, al objeto de facilitar el movimiento de la tropa.
Serían poco más a menos las 3 de la tarde cuando el General Gómez estableció su campamento en un lugar donde el pasto era abundante, siendo avisado pocos momentos después por una de las guardias, que el enemigo se encontraba a la vista, sintiéndose seguidamente los primeros disparos.
Esta acción, que fué librada con la columna a las órdenes del General García Navarro, tuvo lugar entre Ceiba del Agua y Guanajay, prolongándose hasta el obscurecer. El enemigo emprendió la retirada y las fuerzas cubanas acamparon como a un kilómetro del lugar del combate y a dos de Ceiba del Agua, habiendo sufrido 13 bajas: 5 muertos y 8 heridos.
Al siguiente día 8 se incorporó la "impedimenta" que se había dispersado la tarde anterior, al tener contacto con el enemigo. Los "insurrectos" sestearon en el Central "Pulido", pasando la noche en el ingenio "Luz".
El día 9 el General Gómez pasó la noche en "La Luisa", en tanto que el enemigo que se encontraba en "Pulido" regresó para Güira de Melena.
En esta fecha la prensa de Madrid dió a la publicidad el siguiente despacha cablegráfico procedente de Washington:
—"Mr. Olney, a pesar de su "buena voluntad", recibió en audiencia al Delegado Tomás Estrada Palma, a Quesada y a Manuel Sanguily".
El día 10 el General Gómez ordenó la formación de un Consejo de Guerra, el que procedió a juzgar a 4 miembros de las fuerzas cubanas, acusados de robar en las casas de los "pacíficos".
Comprobados las hechos, fueron sentenciados a muerte y cuya sentencia se llevó a cabo con el fusilamiento de los culpables.
En este día se incorporó al Cuartel General del General en Jefe, el Coronel Carlos Mendieta y Mantefur.
El General Gómez, que se encontraba acampado en el ingenio "Mi Rasa", situado en la provincia de La Habana, dictó la siguiente proclama:
"Cuartel General del Ejército Libertador, ingenio "Mi Rosa", a 10 de Enero de 1896.
"Habiendo quedado interrumpida la operación de la zafra en estas comarcas occidentales, he tenido a bien disponer lo siguiente:
ARTICULO 1.—Queda terminantemente prohibido el incendio de los cañaverales.
ARTICULO II.—Serán tratados con la mayor severidad los que contraviniendo esta disposición, cualesquiera que seo su categoría o situación en el Ejército.
ARTICULO III.—Serán destruidas las fábricas y maquinarias de los ingenios que a pesar de esta disposición salvadora intentaren emprender de nuevo sus trabajos.
ARTICULO IV.—Serán respetados en sus personas y en sus labores agrícolas, todos los habitantes pacíficos de la Isla de Cuba, cualesquiera que seo su nacimiento".
Esta proclama hubo de ser publicada en facsímil por el "Herald" de New York, quien hubo de comentarla comparándola con la dada a conocer por el propio General Gómez en 6 de Noviembre del año anterior desde Las Villas, por la que prohibía a los hacendados de la Isla el realizar la zafra.
El General Gómez permaneció por algún tiempo más en la provincia de La Habana, donde se reunió nuevamente con el General Maceo, trasladándose más luego a las provincias de Camagüey y Oriente, donde su presencia se hacía de imperiosa necesidad, ya que en las mismas imperaba la desmoralización y el comercio había "establecido sus reales".
El General en Jefe en escrito que con fecha 29 de Mayo de 1896 dirigiera desde Camagüey al General Calixto García, Jefe del Departamento Oriental, le decía, entre otras cosas, lo siguiente:
—"En vista de los trastornos que al llegar a esta comarca he observado, no solamente en la organización de este Cuerpo de Ejército, sino que además en lo débil y flojo de las operaciones contra el enemigo, debido a la intromisión del Consejo de Gobierno en los asuntos militares, de la sola incumbencia del Cuartel General del Ejército, cuanto que por algunos Jefes, por ignorancia debe suponerse, han dejado incumplidas mis órdenes para atender las del Consejo de Gobierno, agrupación de carácter y dotes eminentemente civil, que no sólo carece de competencia, sino además de atribuciones paro inmiscuirse en asuntos militares.
"Importando altamente a los intereses de la Revolución y al cumplimiento de mi debmer, hacer cesar este deplorable estado de cosas y prevenir pueda resultar en perjuicio de la Revolución y del Ejército, advierto a usted, Jefe Superior, el estricto y absoluto cumplimiento del precepto militar, que veda a todo Jefe acatar órdenes que, afectando a las operaciones u organización del Ejército, no dimanen del Cuartel General del mismo. Proceda a hacer conocer y cumplir esta "Ley Militar" a sus subalternos. Excite su celo para que les haga comprender el verdadero concepto de sus deberes, con lo que evitaremos casos como los de "La Zanja" y Sagua de Tánamo, y tantas concentraciones inmotivadas, sin ENTIDAD RESPONSABLE, sin plan preconcebido, maduramente estudiado y previamente consultado con este Cuartel General, quien, en definitiva, resulta ser responsable de tanto desacierto.
"En nombre del honor del Ejército, cuya representación superior asumo, y en el mío propio, protesto y condeno tal extralimitación de facultades y censuro en mis subalternos la grave falta cometida, con lo que han rebajado el éxito definitivo de la campaña.
"Esos descalabros han quebrantado la moral de nuestras tropas, en doble proporción han contribuido a envalentonar al quebrantado enemigo y nos han ocasionado considerable pérdida de municiones".
En lo que respecta a la llegada del General Gómez en esa oportunidad a la tierra de Agramonte, en "La Revolución en Camagüey" consignamos lo que acerca de ese acontecimiento manifestara al caudillo el entonces Comandante Aurelio Batista Velazco, en su campamento de "Antón":
—"Que si su llegada a Camagüey había sido oportuna en Junio de 1895, más lo era aún en Junio de 1896".
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(1) El Jefe del 2do. Cuerpo en esa ocasión lo era el Mayor General Bartolomé Masó, quien al igual que el General Vicente García en la guerra de los diez años, era opuesto a que las fuerzas de su mando figuraran en el contingente invasor.
(2) Artículo 17.—Todas las fuerzas armadas de la República y la dirección de las operaciones de la guerra estarán bajo el mando directo del General en Jefe, que tendrá a sus órdenes, como segundo en el mando, un Lugarteniente General, que lo sustituirá en caso de vacante.