LA ASAMBLEA DE SANTA CRUZ DEL SUR
La cuarta y última Asamblea revolucionaria se reunió en Santa Cruz del Sur, en la tarde del 24 de Octubre de 1898, correspondiendo por tanto, a Camagüey, la gloria de que todos esos Organismos se constituyeran en su territorio.
Esta convocatoria se llevó a cabo por entender el Consejo de Gobierno no estarle permitido por ningún precepto legal, el tomar medidas aficaces con motivo de la intervención de las fuerzas americanas en la contienda que desde el año de 1895 venía sosteniendo el pueblo cubano contra la dominación española, "importando mucho que estuviera reunida la Asamblea para evitar períodos en que la política general cubana no tenga rumbo ni derrotero fijo", considerando además que las atribuciones concedidas al Consejo de Gobierno por la Constitución, no le permitían tomar en este caso medidas eficaces sin extralimitarse en sus poderes.
Contra lo convocatoria de la Asamblea, así como contra la existencia del Consejo de Gobierno, hubo de manifestarse el Secretario del Interior, doctor Manuel Ramón Silva y Zayas, quien con tal motivo renunciara el cargo, renuncia de que conociera el Consejo en sesión celebrada en "La Viuda" (Camagüey) el día primero de Septiembre de 1898 —por entender firmemente que el patriotismo y las reglas de Derecho Internacional que habían de hacerse efectivas en esos momentos en que se había resuelto el problema de la independencia de Cuba, les obligaba a retirarse inmediatamente del Poder para facilitar el cumplimiento de los fines que habían de realizarse, y no siendo ese el criterio que se aprobaba, aceptaba o creía más conveniente el Consejo de Gobierno, interesaba se le aceptara la renuncia inmediata e irrevocable del cargo de Secretario del Interior, que hasta esos momentos había venido desempeñando.
El Vice-Presidente del Consejo de Gobierno, doctor Domingo Méndez Capote, hubo de manifestar que en fecha posterior a la presentación de la renuncia de que se trataba, había recibido una carta del doctor Silva, en la que le trataba con más extensión acerca de las causas que le habían movido a tomar tal determinación, cuya parte final estaba concebida en los siguientes términos:
—"A mi juicio nosotros debemos lanzar un manifiesto, RENUNCIANDO NUESTROS PODERES Y SUSPENDIENDO LA CONVOCATORIA por no poderse efectuar, y así cumplimos mejor. Si este juicio no se acepta, yo exijo que mi renuncia lo sea, pues me creo con derecho para defender y conservar mis convicciones y no volverme a incorporar al Gobierno como miembro del mismo".
El Consejo de Gobierno, después de deliberar extensamente sobre el particular, tomó el acuerdo de aceptar la renuncia que de Secretario del Interior presentara el doctor Manuel Ramón Silva, por pensar de manera distinta en lo referente a la renuncia de los poderes conferidos por el pueblo, considerando más necesaria que nunca la convocatoria de la Asamblea.
Si era el doctor Silva o el Consejo de Gobierno quien estaba en lo cierto, era cosa que el desarrollo de los acontecimientos vendría a comprobar en su oportunidad.
Convocada, pues, la Asamblea, resultaron electos por los seis Cuerpos de Ejército, los siguientes Delegados:
1er. Cuerpo:
Propietarios:
Brigadier Rafael M. Portuondo Tamayo.
General José Lacret Morlot.
Dr. Hipólito Galano Sánchez.
Teniente Coronel Gonzalo Pérez André.
Teniente Coronel Silverio Guerra Tellez.
Comandante Manuel Despaigne Revery.
Comandante Eugenio Aguilera Kindelán
Suplentes:
Coronel Porfirio Valiente Delmonte.
General Juan Eligio Ducase Revee.
2do. Cuerpo
Propietarios:
Coronel Porfirio Valiente Delmonte.
José Nicolás Ferrer Mena.
Teniente Coronel Carlos M. de Céspedes Quesada.
Rafael María Merchán Torrado.
Manuel Sanguily Garrit. Dr. Diego Tamayo Figueredo.
Modesto A. Tirado Cárdenas.
Lcdo. José Manuel Guerrero González.
Suplentes:
Julián Betancourt O'Farril.
Armando J. de la Riva Cárdenas.
3er. Cuerpo
Propietarios:
Salvador Cisneros Betancourt.
Dr. Manuel Ramón Silva Zayas.
Enrique José de Varona y de la Pera.
Dr. Antonio González Lanuza.
Coronel Melchor Loret de Mola y Mora.
Brigadier Eugenio Sánchez Agramonte. Gonzalo de Quesada y Aróstegui.
Manuel Sanguily Garrit.
Suplentes:
Esteban Borrero Echevarría.
Arístides Agüero Betancourt.
4to. Cuerpo
Propietarios:
General José Miguel Gómez y Gómez.
Dr. Domingo Méndez Capote.
General José de Jesús Monteagudo Consuegra.
Coronel Juan M. Menocal y Fernández de Castro.
Teniente Coronel Francisco López Leiva.
General Emilio Núñez Rodríguez.
Juan Gualberto Gómez y Ferrer.
Teniente Coronel Carlos 1. Trujillo
Suplente:
5to. Cuerpo
Propietarios:
Lcdo. Manuel Mª Coronado Piloña.
Coronel Aurelio Hevia Alcalde.
Teniente Coronel Enrique Núñez Palomino.
Lcdo. Joaquín García Polo.
General Calixto García Iñiguez.
Dr. Alberto Schweyer Lamar.
Coronel Ignacio Almagro Elizaga.
Brigadier Fernando Freyre de Andrade.
Suplentes:
Teniente Coronel Saturnino Lastra González.
Manuel Sanguily Garrit.
6to. Cuerpo
Propietarios:
Juan Gualberto Gómez Ferrer.
Dr. Eusebio Hernández Pérez.
Dr. Francisco Díaz Vivó.
Comandante José Ramón Villalón Tamayo.
Brigadier Hugo Robert Fernández.
Dr. Modesto Gómez Rubio.
Lcdo. Gerardo Portela Sánchez.
Dr. José Antonio González Lanuza.
Suplentes:
Dr. Domingo Lecuona Garmendía.
Teniente Coronel Pedro Sáenz Yáñez.
El Presidente Masó felicitó a los asistentes a la cuarta Asamblea en que se reunía el pueblo armado de Cuba, la tercera de la actual campaña y primera bajo la sombra de la paz.
Fué Presidente provisional de dicho Organismo el Mayor General Calixto García Iñiguez, quien al ser designado para el cargo hubo de exclamar: "Triste privilegio el de la edad"; actuando como Secretarios los doctores José Nicolás Ferrer y Enrique Núñez, que resultaron ser los dos más jóvenes.
Reunida nuevamente la Asamblea en el mismo lugar en la mañana del día 7 de Noviembre, se procedió a la constitución de la Mesa definitiva, resultando electo Presidente el doctor Domingo Méndez Capote y Vice-Presidente el doctor Fernando Freyre de Andrade, siendo ocupadas las Secretarías por los señores Manuel María Coronado y Porfirio Valiente.
En sesión celebrada en la tarde de ese propio día, entre los acuerdos adoptados por la Asamblea figuró el de aceptar la entrega que de sus poderes hiciera el Consejo de Gobierno, asumiendo desde ese momento todas las facultades de que estaba investido aquel Organismo por mandato de la Constitución.
De los Delegados electos por el primer Cuerpo, tres dejaron de tomar posesión de sus cargos: de uno de ellos, el Coronel Hipólito Galano, solo se conoció de su designación; y en cuanto a los otros dos, el Comandante Francisco Vega y el Teniente Coronel Silverio Guerra, renunciaron sus cargos por escritos de fecha 25 y 28, respectivamente, de Noviembre de 1898, y las que le fueron aceptadas por la Asamblea en sesión celebrada en Marianao, el 16 de Febrero de 1899.
De los dos Delegados suplentes del dicho primer Cuerpo, el Coronel Valiente optó al cargo de propietario que le fuera asignado por el segundo Cuerpo, y el General Ducase fué proclamado Delegado propietario de dicho Cuerpo, sin determinar la vacante a cubrir, en sesión celebrada en Marianao el 21 de Febrero de 1899.
De los Delegados del segundo Cuerpo, el señor Rafael María Merchán, no se dió por enterado de su elección, y en cuanto al Coronel Juan Manuel Guerrero, renunció el cargo, por lo que la Asamblea en sesión celebrada en Santa Cruz del Sur, en 7 de Noviembre de 1898, proclamó en su lugar al suplente Julián Betancourt.
El otro suplente de este Cuerpo, Coronel Armando J. de la Riva, fué proclamado por la Asamblea en sesión celebrada en Marianao en 16 de Febrero de 1899, por renuncia del propietario señor Manuel Sanguily, que optó por representar al 3er. Cuerpo, en Camagüey.
De los Delegados electos por el tercer Cuerpo, el doctor Manuel Ramón Silva, siguiendo la línea de conducta que se había trazado a este respecto; ni siquiera se dió por enterado de su designación, ya que él se había manifestado contrario a la convocatoria de la Asamblea.
Otro Delegado electo por el propio tercer Cuerpo, el señor Enrique José Varona, renunció el cargo, siendo sustituído por el suplente doctor Arístides Agüero, según acuerdo tomado por la Asamblea en Santa Cruz del Sur en 14 de Noviembre de 1898.
Otro Delegado propietario por el propio Cuerpo, el señor Gonzalo de Quesada, no hizo acto de presencia ante la Asamblea, como así tampoco el Delegado suplente Dr. Esteban Borrero.
El Delegado por el cuarto Cuerpo, Juan Gualberto Gómez, renunció el cargo optando por el acta del sexto Cuerpo, siendo cubierta la vacante producida por el Delegado suplente señor Carlos 1. Párraga, conforme acuerdo tomado en sesión celebrada en 14 de Noviembre en Santa Cruz del Sur.
El Delegado suplente por el quinto Cuerpo, Teniente Coronel Saturnino Lastra, fué proclamado como propietario en sesión celebrada en 15 de Febrero de 1899, para cubrir la vacante producida por fallecimiento del Lugarteniente General Calixto García, hecho ocurrido en Washington en 11 de Diciembre del año anterior, en ocasión de encontrarse en el desempeño de una comisión que le fuera conferida por acuerdo de 10 de Noviembre anterior, ante el Gobierno de los Estados Unidos.
Habiendo renunciado el cargo de Delegado propietario por el 6to. Cuerpo el doctor González Lanuza, ya que había optado por el acta del 3er. Cuerpo, la Asamblea en sesión celebrada en Santa Cruz del Sur el 24 de Octubre de 1898, acordó cubrir la vacante producida con el suplente doctor Domingo Lecuona.
En la sesión celebrada en el propio lugar la tarde del mencionado día 7, al procederse a la lectura del mensaje que por el Presidente del Consejo de Gobierno se dirigiera a los asambleistas, hubo de producirse un incidente entre varios Delegados, al que se puso término con la aprobación de la siguiente moción que fuera presentada por el Delegado Juan Gualberto Gómez, con el voto en contra del Delegado Cisneros Betancourt:
"La Asamblea queda enterada de las manifestaciones contenidas en el Mensaje del Consejo de Gobierno, y ante la gravedad de los problemas que ha de resolver, suspende todo juicio sobre esas manifestaciones y pasa a la orden del día".
También se procedió a la aprobación de la moción que a continuación se transcribe y de la que fuera autor el propio Delegado Gómez Ferrer:
"La Asamblea acepta la entrega que hace de sus poderes el Consejo de Gobierno, y asume desde luego las facultades que le corresponden con arreglo al precepto constitucional".
El escrito que se acompañara al Mensaje a que se hace referencia, estaba redactado en la forma siguiente:
"A la Asamblea de Representantes.—El Consejo de Gobierno que presido, en sesión celebrada el día de ayer, —23— acordó hacer entrega a los Representantes electos por el pueblo de Cuba en armas de los poderes que de la misma representación popular revolucionaria recibiera en 30 de Octubre de 1897. El Consejo entiende que las facultades que la Constitución atribuye a la presente Asamblea la constituyen desde hoy en el Poder Supremo de la Revolución, y que las exigencias de los momentos actuales piden, de modo imperioso, que para bien de todos los cubanos, la Asamblea entre de lleno en el ejercicio de todas sus funciones. No puede ocultarse a los señores Representantes la conveniencia de que así suceda, como tampoco dejarán de haber visto los esfuerzos realizados por el Consejo de Gobierno para que pudié ramos llegar con nuestra organización legal intacta hasta el día de hoy, día de júbilo inmenso para mis compañeros y para mí en que ya el pueblo revolucionario cubano tiene a su frente una representación que no podrá ser preterida al decidir sobre los vitales asuntos que tan esencialmente nos afectan".
La sesión de la mañana del día 8 la invirtió la Asamblea en la lectura y aprobación del Reglamento interior, contentivo de 65 artículos.
En la sesión celebrada esa noche, la Asamblea tomó el acuerdo de que se procediera
al inmediato licenciamiento de todos aquellos individuos que hubieran ingresado en las filas del Ejército Libertador con posterioridad al día 25 de Agosto de 1898, fecha en que por el Consejo de Gobierno se decretara la suspensión de las hostilidades, dando con ello fin a la guerra que se venía sosteniendo contra España, quien debería evacuar de inmediato el territorio de la Isla de Cuba, conforme lo disponía la base cuarta del Protocolo suscrito entre dicha Nación y los Estados Unidos.
En la propia sesión se acordó constituir con carácter permanente, una Comisión ejecutiva, compuesta de cinco miembros, a la que correspondería el despacho de los asuntos y ejercicio de las facultades que en su casi totalidad correspondían a la propia Asamblea.
Dicha Comisión quedó integrada por los Delegados Rafael Mª Portuondo Tamayo como Presidente y Juan Gualberto Gómez Ferrer, Aurelio Hevia Alcalde, Francisco Díaz Vivó y José de Jesús Monteagudo y Consuegra, como Vocales.
En sesión celebrada por la Asamblea en la mañana del día 10 de Noviembre, se acordó el nombramiento de una Comisión "con el encargo especial de llevar a cabo cerca del gobierno americano", las siguientes gestiones:
1°—Exponer a la consideración del Gobierno americano que próxima a terminar la evacuación del territorio cubano por las tropas españolas, y debiendo ser ocupada temporalmente por las fuerzas de los Estados Unidos ese mismo territorio, la Asamblea de Representantes del pueblo armado de Cuba, estima llegada la hora del licenciamiento del Ejército cubano, a menos de que el Gobierno americano no considere conveniente contar con todo o con parte de él para ayudarle o mantener el orden y desenvolver su política, mientras se cumple el fin supremo de la intervención.
2°—Manifestar al propio Gobierno americano que la justicia, la equidad, la previsión y las conveniencias todas del Ejército y del país cubano aconsejan que no se lleve a cabo la disolución de las fuerzas que lucharon por la Independencia sin que se proporcione a los que formaron en sus filas recursos pecunarios suficientes para atender a sus necesidades, en tanto se normalice la situación del país y puedan subsistir con sus trabajos.
3°—Solicitar que, con las garantías de las rentas de Cuba, y en la forma que se acuerde como más conveniente con los poderes públicos de los Estados Unidos, se facilite a la representación oficial del Ejército cubano, la suma necesaria para proceder al licenciamiento, con abono de una cantidad racional a cada individuo que se licencie.
4°—Ofrecer al Gobierno americano el apoyo decidido de los elementos de toda clase que constituyan la agrupación revolucionaria actual, consignando expresamente que basándose la intervención en las "Resoluciones" del Congreso americano de 19 de Abril último, que aseguran la independencia de este país, los cubanos revolucionarios están dispuestos a secundar la acción del Gobierno de Washington, ya continuando organizados como en la actualidad, ya del modo que se les indique, por lo que se ruega al Gobierno de los Estados Unidos que manifieste sus deseos en ese extremo, para orientar nuestra actitud, de suerte que resulten siempre en armonía los propósitos de dicho Gobierno y los intereses y derechos de nuestro pueblo.
En sesión celebrada por la Asamblea en la noche del propio día 10, fueron designados el General Calixto García como Presidente y como Vocales los Delegados José Antonio González Lanuza, Manuel Sanguily, José Miguel Gómez y José Ramos Villalón, de la comisión a que las anteriores gestiones se refieren.
A solicitud de los Delegados Céspedes, González Lanuza, Tirado y Lacret Morlot, se adicionó a las gestiones a realizar por la Comisión, la práctica de los esfuerzos necesarios para que los detenidos, expatriados y recluídos por el Gobierno español como prisioneros de guerra y políticos, fueran puestos en libertad inmediatamente.
No obstante haber sido aprobadas en su totalidad en la sesión anterior las bases referentes al envío de la Comisión a Washington, la Presidencia dijo se procedería a la discusión del articulado, por lo que el Delegado Freyre presentó una moción como enmienda al artículo primero, en el sentido de que el principal objeto de la Comisión consistiría en recabar del Gobierno americano el reconocimiento del derecho que asistía a la Asamblea para intervenir en el régimen provisional de gobierno y administración vigente en Cuba desde el cese de la soberanía española, hasta la definitiva constitución del país y especialmente para fijar los principios y reglas relativas al derecho y ejercicio del sufragio público, de donde deberían emanar los futuros poderes, instituciones y legislación de la República cubana; enmienda que hubo de ser desechada por el marcado "sabor político" que contenía, procediéndose a la aprobación del articulado en la forma que se había redactado, con la sola adición consignada; y la protesta del Delegado Cisneros Betancourt, por entender que dicho acuerdo era inconstitucional.
Se dió lectura a una moción del Delegado González Lanuza, interesando que a las facultades conferidas a la Comisión Ejecutiva se adicionara el cumplimiento de todos los acuerdos de la Asamblea, y de manera especial el relativo al licenciamiento del Ejército.
Las facultades omnímodos de que fuera investida la dicha Comisión Ejecutiva, son relacionadas en los siguientes artículos:
1°—Corresponderá a esta Comisión el representar a la Asamblea en sus relaciones con las fuerzas cubanas, ya las correspondientes al
Ejército propiamente dicho como a los Cuerpos o Institutos especiales del mismo, así como también en sus relaciones con los empleados civiles de la Revolución y con los habitantes de territorios ocupados por el Ejército Libertador.
2°—Cuidará de que se complete un Estado general de dicho Ejército, comprendido el Escalafón de Jefes y Oficiales y la lista nominal de los fuerzas, cuidando también de anotar los nombres y apellidos de todos los inscriptos, fecha de ingreso, naturalidad, edad, profesión, fuerza y Cuerpo a que pertenezcan o hubieren pertenecido, grado y antigüedad en el mismo, así como las bajas y conceptos en que hubieren ocurrido. Organizará este servicio en lo forma y condiciones que estime convenientes para su mejor desempeño, a cuyo efecto queda a las órdenes inmediatas de la Comisión Ejecutiva la Inspección General del Ejército con todas sus dependencias, con la facultad de modificar éstas y de suprimir aquéllas cuando lo considere conveniente a los intereses públicos.
3°—Resolverá sobre todas las propuestas pendientes relativas a grados y ascensos, activando el despacho por el General en Jefe y por los Jefes de Cuerpos o Institutos especiales de los que requieren un informe de los mismos, y pudiendo señalar a dichos Jefes plazos, transcurridos los cuales lo Comisión acordará la resolución que proceda, prescindiendo del informe. Como consecuencia natural de esta facultad que se le otorga, la Comisión Ejecutiva permanente de la Asamblea cuidará de que todos los individuos pertenecientes al Ejército, Cuerpos e Institutos especiales, o a la clase de funcionarios civiles, posean su diploma acreditativo de la clase o grado a que correspondan y su hoja de servicios e historial. Estos documentos se expedirán en la forma hasta ahora establecida; pero los que debieran suscribirse por individuos del Consejo de Gobierno serán suscritos por el Presidente y dos miembros de la Comisión, previo acuerdo de la misma, tomándose de ellos razón por el Secretario, lo cual se hará constar al dorse del documento ya dicho.
4°—Será atribución, y al propio tiempo deber, de esta Comisión, arbitrar los recursos que fueren necesarios para el sostenimiento de las fuerzas cubanas que permanezcan, así como para los gastos de la Comisión misma, ya en especie como en numerario, contrayendo las obligaciones al efecto necesarias; pudiendo autorizar, para lo referente a las fuerzas, a los Jefes de Cuerpo o División, delegando en ellos la gestión que se indica; pero sin autorizarlos de una manera general para emitir obligaciones ni contraer deudas, sino fijándoles, en los casos en que así se haga, los límites precisos de la autorización y, a ser posible, el límite máximo a que se extienda por razón de lacuantía. Estas autorizaciones se otorgarán bajo la responsabilidad de la Comisión. Esta organizará los servicios a que este precepto se refiere de la manero que estime oportuna para su mejor desempeño, pudiendo tomar al efecto los acuerdos que entienda precisos.
5°—Nombrará libremente o su Secretario y a todo el personal que necesite para el desempeño de las funciones que le vienen encomendadas.
6°—La Asamblea nombrará el Presidente de la Comisión de entre los cindo que han de componerla: los cuatro restantes, se entenderán Vocales. Para que la Comisión pueda tener un acuerdo se requerirá, por lo menos, la presencia de tres de los miembros que la componen y siempre serán precisos tres votos conformes. Cuando el Presidente esté impedido de asistir, presidirá el de más edad.
7°—La Comisión repartirá entre sus miembros el trabajo que tuviere que ejecutar del modo que libremente acordare, o menos que recaiga sobre ciertas funciones que, en concepto de los que la compusieren, debieran requerir la cooperación de todos ellos.
8°—Las facultades que al Consejo de Gobierno atribuía la Constitución en los números 2°, 5°, 13° y 14° de su artículo 22 serán ejercidos por lo Comisión. El Presidente autoriza con su Vto. Bno. los despachos y certificaciones que expida el Secretario. Las atribuciones que al Consejo de Gobierno daban los artículos 168 y 169 de la Ley de Organización Militar, serán también del resorte de lo Comisión.
9°—La Comisión Ejecutivo proveerá a todos los Jefes y Oficiales del diplomo legal del grado en posesión del cual estuvieren de un modo efectivo con anterioridad al 25 de Agosto último, si lo acreditaran debidamente a juicio de la Comisión.
10°—Esta podrá modificar por sus acuerdos, y para el buen desempeño de su cometido en sus diversos ramos, los preceptos que se contienen en la Ley Orgánica de Hacienda y en la Ley de Organización Civil hoy vigente.
11°—La Comisión queda encargada de cumplir todos los acuerdos de la Asamblea, especialmente el relativo al licenciamiento del Ejército; las facultades que en éste se atribuyen a la Asamblea o a un organismo o Comisión que pueda representarla, se entenderán de la Comisión que en este acuerdo se crea.
12°—Tendrá todas las demás facultades que la Asamblea, por acuerdos posteriores, entendiere oportuno atribuirle.
13°—Dará cuenta a la Asamblea, cada vez que ésta celebre sesión, de los asuntos que haya despachado, a cuyo efecto presentará a la Mesa un índice de sus resoluciones.
Por una moción suscrita por los Delegados Céspedes, Juan Gualberto Gómez, Coronado y Tirado se propone a la Asamblea se acuerde el indulto pleno de cuantos se encontraren sufriendo penas de extrañamiento, destierro y trabajos forzados, lo que hubo de ser adoptado por aclamación.
Los Delegados Sánchez Agramonte, Hevia y Betancourt por medio de una moción interesaban de la Asamblea el receso de la misma hasta tanto la Comisión del Exterior necesitara de su cooperación; y cuya moción hubo de ser retirada por su autor después de ser combatida por varios Delegados.
La Asamblea acordó a indicación del Delegado González Lanuza, que la Comisión designada para ir a Washington fuera provista de las siguientes certificaciones: del acuerdo de su designación y de las personas nombradas para formarla; de la moción que diera origen a su nombramiento con el preámbulo que le precedía; de la creación de la Comisión Ejecutiva, así como de haberse acordado el licenciamiento del Ejército.
En sesión celebrada por la Asamblea en Santa Cruz del Sur en la tarde del 12 de Noviembre, al ser leída el acta de la sesión anterior, el Delegado Salvador Cisneros pidió se hiciera constar en la misma, que el no haber votado por el General García para presidir la Comisión designada para ir a Washington, fué "por considerarlo inconveniente a la salud de la República".
En este mismo acto fué proclamado Delegado por el Sexto Cuerpo el Teniente Coronel Pedro Sáenz Yáñez, en sustitución del propietario Dr. Eusebio Hernández, que renunciara el cargo.
Dada lectura a una moción de los Delegados Juan Gualberto Gómez, José de Jesús Monteagudo, Salvador Cisneros, Manuel Mª Coronado, José Lacret y Aurelio Hevia, por la que se recomendaba a la Asamblea que una comisión de su seno, presidida por la Mesa, llevara al último Presidente de la República en armas el testimonio de su respeto al patriota en ocasión de marchar a su pueblo natal; fué aprobada por el voto unánime de los presentes.
En sesión celebrada por la Asamblea en el propio lugar en la noche del 14 de Noviembre se tomaron, entre otros, los siguientes acuerdos: dar por renunciados los cargos de Delegados que residieron en la Isla y no tomaran posesión de los mismos dentro de un período de quince días; declarar cerrado el escalafón del Ejército con fecha 24 de Agosto de ese año; ratificar los poderes a Estrada Palma y Quesada, como Ministro plenipotenciario de la República en el extranjero y Encargado de negocios en Washington, respectivamente; hacer constar el reconocimiento del Ejército Libertador hacia el Delegadoplenipotenciario, los funcionarios y agentes le auxiliaron, los Cuerpos de Consejos y Clubs revolucionarios de dentro y fuera de la isla; así como el sentimiento producido por la muerte del Dr. Betances, Sub-Delegado de la República en París.
Autorizada por las firmas de los Delegados Melchor Loret de Mola, José de Jesús Monteagudo, Manuel Despaigne y José N. Ferrer, se conoció y aprobó una moción contentivo de los siguientes extremos:
—"La Asamblea de Representantes, habiendo decidido todas las cuestiones urgentes de que entendía debía ocuparse, acuerda su receso.
"La Asamblea se reunirá de nuevo: 1°—Cuando con arreglo al artículo 35 del Reglamento deba celebrar sesión extraordinaria. 2°—Cuando lo solicite expresamente la Comisión enviada al exterior, o la Comisión Ejecutiva. 3°—Cuando deba darse cuento de los trabajos que realizare dicha Comisión del exterior.
"En cualquiera de esos casos el Presidente cumplirá lo que estatablece el artículo 36 del Reglamento, señalando también el lugar en que deban celebrarse las sesiones".
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ARTICULO 35.— La Asamblea celebrará sesión extraordinaria cada vez que así lo determine su Presidente o lo pidan por escrito ocho Representantes con expresión del objeto que se proponen tratar: en este caso la Mesa deberá acordar la convocatoria para uno de los diez días siguientes al en que reciba la petición.
ARTICULO 36.—El Presidente señalará día y hora para la celebración de las sesiones extraordinarias y los Representantes serán citados personalmente.
Esta fué la última sesión celebrada por la Asamblea en Santa Cruz del Sur, como así también la última a que concurriera el Delegado por el Sexto Cuerpo, Dr. Modesto Gómez Rubio; como la celebrada el día 12 fuera la última a que asistieron los Delegados por el Primer Cuerpo, Teniente Coronel Gonzalo Pérez André y Comandante Eugenio Aguilera Kindelán.
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Durante este receso de la Asamblea, el General Gómez que había determinado esperar el desarrollo de los acontecimientos permaneciendo en actitud espectante y receloso del porvenir, en su campamento del Central "Narciso", en Las Villas, en los primeros días del mes de Febrero de 1899 recibió la visita de Mr. Robert Pórter, comisionado personal del Presidente de los Estados Unidos, quien era acompañado por Gonzalo de Quesada, Encargado de Negocios de la Revolución en Washington.
Quedó tan gratamente impresionado el caudillo en cuanto a la buena fé del Presidente Mac-Kinley, en lo tocante a la independencia de Cuba, que variando la línea de conducta que se había trazado en principio, decidió trasmitir al Primer Magistrado de la nación americana el siguiente cablegrama:
—"He tenido mucho gusto en conferenciar con su comisionado Mr. Pórter, presentado por mi amigo Gonzalo de Quesada; y quedo enterado y contento de sus deseos. En breve marcharé para La Habana a conferenciar con el General Brooke para que todo marche bien, siguiendo los consejos de usted y para cooperar a la reconstrucción de Cuba".
El anterior cablegrama fué contestado de inmediato por conducto de Mr. Pórter; contestación que estaba redactada en los siguientes términos:
—"Trasmita al General Gómez mis cordiales cortesías y mi aprecio y gratitud por su franco y amigable mensaje. La cooperación del General Gómez en la pacificación de Cuba será del mayor valor para ambos pueblos".
El General Gómez en una reunión de Jefes y Oficiales hizo saber que no había dudas de que la Independencia se establecería en Cuba muy pronto, y que el Gobierno Interventor sería temporal, gobernando con prudencia el menor tiempo posible, ocupándose del Ejército Libertador, si bien el Presidente americano no quería —de acuerdo con su sentir— disponer de recursos gravando a Cuba, ni tomarlos de su propio tesoro, haciendo para ello uso de un fondo especial.
El día 8 de ese mes, Febrero, el Generalísimo salió de Remedios en un tren especial visitando a Taguayabón, Camajuaní, Salamanca, Placetas, Floridano, Vega Alta, Encrucijada, Cifuentes, Sitiecito, Sagua la Grande, Santo Domingo, Santa Clara, La Esperanza, Ranchuelo, Cruces, Palmira, Cienfuegos, Santo Domingo, San Pedro, Colón, Jovellanos; Coliseo, Matanzas, Güines, San Felipe, Bejuco!, Ciénaga y Marianao, donde llegó el día 23, realizando su entrada triunfal en La Habana al siguiente día 24, instalándose en la "Quinta de los Molinos".
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La Asamblea no se volvió a reunir hasta el 15 de Febrero de 1899, fecha en que se cumplía el primer aniversario de la voladura del "Maine" en el puerto de La Habana, realizándolo en el Cano (Marianao), bajo la Presidencia del Dr. Fernando Freyre de Andrade, ya que el Presidente en Propiedad, Dr. Domingo Méndez Capote, había renunciado el cargo por considerarlo incompatible con el de Secretario de Estado y Gobernación que le había sido conferido por el General John R. Brooke, Gobernador Militar de la Isla, con la aprobación del expresado Organismo.
Las siguientes sesiones las celebró la Asamblea en Marianao, hasta la del 3 de Marzo; y las siguientes, hasta su disolución, tuvieron efecto en la casa número 819 de la Calzada del Cerro (Habana).
En la sesión del día 16 se acordó .designar Presidente de ese Organismo al Dr. Freyre de Andrade, que ocupaba la primer Vice-Presiciencia, cubriendo esta vacante con el Dr. Hugo Robert que desempeñaba la segunda Vice-Presidencia, cargo que fué cubierto por el Dr. Diego Tamayo.
En esta misma sesión conoció la Asamblea de un escrito del señor Tomás Estrada Palma, fechado en 6 de ese mes en New York, renunciando el cargo de Agente Diplomático para el que fuera designado por la Asamblea de "Jimaguayú" el día 18 de Septiembre de 1895, ya que habiendo renunciado España la soberanía que ejerciera en Cuba, entendía habían cesado los motivos que hicieran necesaria la existencia de tal cargo; acordándose aplazar para la semana próxima tratar del particular.
La Asamblea acordó aprobar una moción del Delegado Saturnino Lastra, por la que tomando en consideración una anterior resolución de ese Organismo, "de cooperar a la política del Gobierno interventor encaminada al cumplimiento de la JOINT RESOLUTION de 9 de Abril de 1898; y las circunstancias especiales del momento", no ser incompatible el ejercicio de cualquier cargo conferido por dicho Gobierno' con el de Delegado que no ejerciera autoridad o representación dentro de la Asamblea.
En ocasión de hacer el Delegado Monteagudo algunas manifestaciones en relación con una visita que hiciera al General Gómez, los Delegados Emilio Núñez, López Leiva, Sanguily y Párraga presentaron la siguiente moción que es aprobada por aclamación, después de ser leída por el Delegado Portuondo un telegrama del General en Jefe:
—"Enterada la Asamblea de que el General en Jefe se encuentra en camino para la residencia de la Comisión Ejecutiva, según le comunicó a ésta.
Acuerda que tres Representantes de los cuales sea uno miembro de la Comisión Ejecutiva, se reunan con el General en Jefe, si fuese posible en la ciudad de Matanzas, a fin de saludarle en nombre de la Asamblea y de concertar con él el lugar y día en que deba conferenciar, acerca de asuntos públicos, con dicha Comisión Ejecutiva".
El telegrama a que se hacía referencia fué depositado en Cienfuegos con fecha 15, y estaba redactado en los siguientes términos:
—Recibo anuncio de donde se encuentran Asamblea y Comisión, mis deseos son llegar cuanto antes; pero estos pueblos me esperaban, además de sentirme quebrantado de salud. Yo llegaré para estar al lado de ustedes.
La Asamblea acordó por unanimidad, a propuesta de los Delegados Hugo Roberts, Saturnino Lastra y Armando J. de la Riva, dirigir a las autoridades y Gobierno Americano la expresión de sus sentimientos de gratitud por la parte que tomaron en el sentimiento que embargaba al pueblo cubano con motivo del fallecimiento del ilustre General Calixto García.
En sesión celebrada en Marianao con fecha 21, la Asamblea conoció de dos telegramas que desde Matanzas fueran trasmitidos por los comisionados designados al objeto de saludar al General en Jefe en su viaje desde Las Villas o esa capital y cuyos despachos estaban redactados en los siguientes términos:
— Entrevistas con General muy satisfactorias completo acuerdo principios y procedimientos. General sale jueves para Marianao, nosotros salimos esta tarde y deseando tomar parte debates rogamos aplacen mañana resoluciones.
— Conferencias con General en Jefe satisfactorias. Saldrá jueves para Marainao: manden preparar alojamiento. Salgo esta tarde paro esa.
A propuesta del Delegado Sanguily, la Asamblea adoptó el siguiente acuerdo:
—"Que tendrán la preferencia, en el orden de sus trabajos, aquellos asuntos que se refieran a los subsidios del Ejército, así como a la manera y condiciones en que, por parte de la Asamblea, haya de prepararse la transición del estado actual del país al período de su constitución estable y definitiva, de modo que se realice cambio tan profundo sin sacudimiento ni violencia; y que —en consecuencia— no se concederán más de veinte minutos en cada sesión al examen y discusión de cualesquiera otros asuntos que en lo sucesivo se propongan a su consideración y deliberaciones".
En sesión celebrada el día 25 en Marianao, se dió lectura a lo memoria presentada por la Comisión que fuera a Washington presidida por el General Calixto García, y que hubo de ser recibida por el Presidente de los Estados Unidos, sin que ello implicara "el reconocimiento oficial de la Asamblea o de la personalidad revolucionaria".
Se acuerda la inmediata impresión de dicho documento y su distribución entre los Delegados, para ser discutido en una próxima reunión de la Asamblea.
En sesión celebrada en el propio lugar con fecha 2 de Marzo de carácter secreto, se dieron a conocer las bases relativas a un empréstito presentadas por un señor Coen, recientemente llegado de los Estados Unidos.
Se acuerda el nombramiento de una Comisión de cinco Delegados para que, después de entrevistarse con Mr. Coen, presente en forma concreta las proposiciones del empréstito, dejándose para una próxima reunión la designación de los comisionados.
Reunida la Asamblea al siguiente día 3 en la casa número 819 de la Calzada del Cerro, se procedió a la designación de los Delegados que debían formar la Comisión cuyo nombramiento se acordara el día anterior, resultando electos los señores José R. Villalón, Juan Gualberto Gómez, Saturnino Lastra, Manuel Despaigne y Carlos I. Párraga.
El día 6 se reunió nuevamente la Asamblea en el propio local, dándose cuenta por los señores comisionados de sus observaciones personales en el asunto de Mr. Coen, siendo considerado por alguno de ellos como completamente inverosímil.
Esta sesión que fué secreta, al igual que las dos anteriores, se levantó por la tarde sin haberse tomado acuerdo alguno.
El día 7 se volvió a reunir la Asamblea en el mismo sitio, en sesión secreta también, y después de discutido ampliamente el asunto del empréstito, a las 4 de la tarde se dió por terminado el acto sin tomarse acuerdo alguno.
El día 9 en la propio casa número 819 de la Calzada del Cerro, —y también en sesión secreta— se reunió la Asamblea tratando sobre el proyecto de empréstito de Mr. Coen, sometiéndose a la consideración de la Asamblea un contrato, para su discusión.
La Presidencia consultó a los Delegados si debía tratarse antes de la aprobación de los artículos del contrato, o debían atenderse previamente las mociones "que parecen indicarse por algunos Delegados"; decidiéndose la mayoría porque se atendiera preferentemente a las mociones en cuestión.
Seguidamente se dió lectura a la siguiente moción, que fué presentada por el Delegado Manuel Sanguily, y la que hubo de ser aprobada.
—"La Asamblea de Representantes en cumplimiento de un elevado deber de patriotismo considero indispensable, en este momento crítico para la Revolución y la paz y prosperidad de la Isla de Cuba, requerir al General en Jefe del Ejército cubano su adhesión absoluta e inmediata, a fin de que los acuerdos que inspiren a la Asamblea la necesidad y el deber de auxilias a los soldados de la Revolución, destituídos de recursos de toda especie, y de preparar de este modo su licenciamiento, en armonía con los propósitos declarados de la política interventora, —tengan la fuerza moral nacida de la unanimidad de opinión de todos los servidores de Cuba—; y en tal concepto, la Asamblea acuerda nombrar una Comisión de cinco Representantes para que conferencien con el General en Jefe, y obtengan de él declaraciones terminantes, a cuyo tenor ajustará su ulterior conducta el Supremo Poder de la Revolución".
La Comisión designada para entrevistarse con el General Gómez la integraban los Delegados Sanguily, Cisneros, Hevia, Céspedes y Monteagudo; pero manifestando el primero serle imposible aceptar el cargo, es nombrado en su lugar el señor Lastra.
Se continúa la lectura del contrato de Mr. Coen; del que se mostró contrario el Delegado Cisneros Betancourt, por entender que encerraba dos condiciones que no podía ni debía cumplir la Asamblea: la una era la del licenciamiento del Ejército, y la otra la del nombramiento de una Comisión que se dirigiera al Presidente Mac-Kinley, participándole que se iba a hacer un contrato, lo que sería indecoroso, supuesto que el Presidente ha ignorado por completo a la Asamblea, sin poner nunca en ella su atención, por lo que entendía que la Asamblea no debía entenderse ni dirigirse al Presidente de los Estados Unidos.
Acordándose la designación de una Comisión compuesta de tres Delegados para concertar con capitalistas extranjeros un empréstito de veinte millones de pesos que debían aplicarse exclusivamente como parte del pago de sus haberes al Ejército Libertador, fueron nombrados los Delegados Villalón, Despaigne y Hevia, levantándose la sesión o las siete de la noche.
El día 11 se reunió la Asamblea en sesión pública, en el propio local, conociendo de un escrito del Delegado Julián Betancourt contentivo de la renuncia del cargo de no proceder la Asamblea a la inmediata deposición del General en Jefe, de acuerdo con la siguiente moción, dirigida al Presidente de ese Organismo:
—"La prudencia y el patriotismo (exagerados) de la Cámara que usted preside, kan dado pruebas irrefutables de su intenso e inquebrantable amor a la Patria. No hay quien se atreva a dudar de nuestros excelentes propósitos encaminados siempre a la unión de las dos personalidades que indebidamente representan al pueblo de Cuba en armas. Nuestros constantes fracasos en favor del heroico Ejército cubano se lo debemos al General en Jefe, que ha usurpado por completo nuestros poderes, abusando de su popularidad y de la mala fé del Gobierno interventor, que ha pretendido siempre esa desunión,hasta el extremo de hacer caso omiso de una Asamblea de Representantes que libre y expontáneamente ha elegido el Ejército Libertador; por tanto, ruego a la Cámara la admisión de mi renuncia como Diputado por el Segundo Cuerpo si no se depone inmediatamente al rebelde General en Jefe, publicando un manifiesto dándole cuenta al país de nuestra patriótica y dignísima actitud".
Seguidamente se dió lectura a una moción del Delegado Sanguily, que autorizaban los Delegados Juan Gualberto Gómez, Armando de la Riva y José Lacret, por la que se pedía la supresión del cargo de General en Jefe, por considerarlo innecesario y perjudicial.
Recomendando el Delegado Juan Gualberto Gómez, que antes de procederse a la discusión de la anterior moción, debían ser oídos los Delegados que formaban la Comisión designada para entrevistarse con el General Gómez, dióse lectura a las conclusiones que fueron presentadas al mismo y que estaban redactadas en la siguiente forma:
1°—La Asamblea de Representantes ha declarado insuficientes los tres millones de pesos ofrecidos por el Gobierno americano para auxiliar a los soldados de la Revolución cubana; y en su consecuencia se dispone a practicar nuevas gestiones a fin de obtener más recursos para subvenir a las necesidades del Ejército en la medida de que sus individuos puedan emprender una nueva vida de paz y de trabajo.
2°—La Asamblea considera indispensable en este momento crítico para la Revolución y para la paz y prosperidad de la Isla de Cuba, requerir del General en Jefe del Ejército Cubano, su adhesión absoluta e inmediata a sus acuerdos, a fin de que éstos tengan la fuerza moral nacida de la unanimidad de opinión de todos los servidores de Cuba.
3°—A este efecto la Asamblea solicita del General en Jefe declaraciones terminantes respecto a los extremos anteriores.
Seguidamente hablaron los señores Cisneros, Lastra, Céspedes y Monteagudo dando con ello lugar a que el Delegado Hevia ratificara conceptos emitidos con anterioridad; informando el Delegado Villalón acerca de la entrevista verificada en Matanzas por la Comisión que fué enviada a recibir al General Gómez y a conferenciar con él.
Es leída nuevamente la moción del Delegado Sanguily, por la que se pide la supresión del cargo de General en Jefe, manifestándose contrario con la solución que en ella se propone el Delegado Loret de Mola.
Los Delegados Lecuano, Lacret, Juan Gualberto Gómez, Freyre de Andrade y otros se manifiestan en pro de la moción, en tanto que lo realizan en contra los Delegados Monteagudo, Núñez (Emilio), Céspedes y López Leiva.
El Delegado Agüero manifestó "que en vista de los graves cargos que resultan de la conducta observada por el General Gómez, y que extensamente han expuesto muchos señores Representantes", creía que la moción del señor Sanguily no satisfacía los deseos de la mayoría "por considerarla débil", por lo que éste la retiró, presentando una nueva redactada en los siguientes términos:
—"Los Representantes que suscriben tienen el honor de proponer a la Asamblea el acuerdo siguiente:
"La Asamblea de Representantes en atención a la conducta últimamente observada por el General en Jefe del Ejército Cubano, en desobediencia y aun menosprecio de los derechos y la dignidad de la Asamblea, como Poder Supremo de la Revolución,
ACUERDA:
"Destituir de su empleo al General en Jefe, pasando en consecuencia el Mayor General Máximo Gómez, que hasta ahora lo desempeñaba, a la clase de reemplazos, y suprimiéndose por innecesario y perjudicial en la actualidad el cargo de General en Jefe.
"Salón de Sesiones en el Cerro, a 12 de Marzo de 1899.—Manuel Sanguily, Arístides Agüero, Salvador Cisneros, Gerardo Portela, Juan Gualberto Gómez, Armando J. de la Riva, Lacret Morlot, Joaquín G. Polo, Julián Betancourt, Domingo Lecuona, J. Eligio Ducase".
La Asamblea —profundizando su sepultura—, sometió a votación la moción de que se trataba, la que fué aprobada por el voto favorable de los Delegados Alberto Schweyer, Ignacio Almagro, Manuel María Coronado, Rafael María Portuondo, Manuel Despaigne, Aurelio Hevia, José Lacret Morlot, Pedro Sáenz Yañez; Gerardo Portela, Juan Gualberto Gómez, J. Eligio Ducase, Salvador Cisneros, Porfirio Valiente, Carlos I. Trujillo, José Ramón Villalón, Manuel Sanguily, Armando J. de la Riva, Francisco Díaz Vivó, Julián Betancourt, Arístides Agüero, Juan M. Menocal, Joaquín García Pala, Domingo Lecuona, Modesto A. Tirado, Fernando Freyre de Andrade.
Votaron en contra los Generales Emilio Núñez y José de Jesús Monteagudo, Coronel Carlos Manuel de Céspedes y Teniente Coronel Francisco López Leiva.
Se abstuvo de votar el Coronel Melchor Loret de Mola, y lo realizaron por la supresión del cargo y no por la destitución Saturnino Lastro y Carlos I. Párraga; nombres que se dan a conocer poro que se conozca la forma en que actuaron los Delegados que asistieron a dicha sesión.
Y aquí del inmortal Heredia:
Siempre los pueblos ingratos son
con aquellos que rompen sus cadenas;
y frenéticas Roma y Atenas,
inmolaron a Fusio y Catón.
—"Y si en este caso preciso del General Gómez el pueblo no fué el ingrato —ya que siempre lo consideró su ídolo—, sí lo fueron los que se atribuían la representación del mismo".
En la misma fecha de su deposición el General Gómez, que se encontraba alojado en la "Quinta de los Molinos", dirigió al país y al Ejército, el siguiente patriótico manifiesto:
—"Con las supremas facultades que le son atributivos, la Asamblea de Representantes del Ejército acaba de despojarme del cargo de General en Jefe del Ejército Libertador, que me había confiado la Revolución redentora, en cuyo puesto, atento siempre a las inspiraciones de mi conciencia y a las grandes necesidades nacionales, traté en todas las circunstancias de cumplir todo mi deber.
"Lo Asamblea estima como un acto de indisciplina y falta de respeto, que no apoye las gestiones encaminadas a levantar empréstitos de dinero, que pueden comprometer para más tarde los grandes intereses financieros y políticos de Cuba, que yo pienso debe entrar a ejercer su propia soberanía de República, de unión y de concordia, proclamada en el Manifiesto de Monticristi y sostenida y mantenida en los campos de batalla, libre de todo compromiso y siempre dejando a salvo el honor nacional.
"Esta es la causa primordial de la determinación que respecto a mi persona acaba de tomar la Asamblea. Por lo demás, como hombre sincero, confieso que le quedo agradecido, pues ello me releva de grandes compromisos políticos, a la vez que me deja libre para retirarme a mi hogar abandonado, única aspiración después de treinta años de lucha y brega por la ventura de este país que tanto amo.
"Extranjero como soy, no he venido a este pueblo, ayudándolo a defender su causa de justicia, como un soldado mercenario; y por eso, desde que el poder opresor abandonó esta tierra y dejó libre al cubano, volví mi espada a la vaina, creyendo desde entonces terminada la misión que voluntariamente me impuse.
"Nada se me debe y me retiro contento y satisfecho por haber hecho cuanto he podido en beneficio de mis hermanos. Y en donde quiera que el destino me imponga plantar mi tienda, allí pueden los cubanos contar con un amigo".
Al día siguiente, 13, la Asamblea se reunió en el propio local, donde los Delegados Arístides Agüero y Portuondo Tamayo comentaron el manifiesto del General Gómez, tratando de negarle toda veracidad.
La Presidencia dió cuenta de haber recibido un oficio del Mayor General José Mª Rodríguez ("Mayía"), acusando recibo del que le fuera remitido dándole cuenta de la deposición del General en Jefe, cuyo párrafo final estaba redactado en los siguientes términos:
—"Al acusar recibo de esta superior disposición, que comunico inmediatamente a mis subalternos, reitero a la Asamblea de Representantes el testimonio de la firme obediencia que tiene derecho a esperar del Ejército que libremente le confió su más alta y definitiva representación".
En la misma sesión se conoció —idos días después de acordada la deposición del General Gómez!— de una moción presentada nado menos que por su segundo Vice-Presidente, el Dr. Diego Tamayo, cuyo párrafo final estaba redactado en los siguientes términos:
—"Disolver, en seguida, la Asamblea que es no sólo una Corporación moribunda, sino que de permanecer podría entorpecer la marcha de esta sociedad, que ya necesita entrar en el período de reconstrucción para realizar el ideal eterno que ha inspirado todos nuestros movimientos revolucionarios: la constitución de todo el país cubano en una nacionalidad independiente y soberana".
¡Cuán distinto el juicio que merecía la Asamblea al Dr. Tamayo, no obstante ser miembro de la misma, que el emitido por el General Rodríguez! . . . . .
Lo Asamblea sólo tomó en consideración la renuncia que del cargo de segundo Vice-Presidente presentara el Dr. Tamayo, designando en su lugar al Delegado Salvador Cisneros.
En el propio acto se acordó destituir de su empleo de Encargado de Negocios de la Revolución en Washington, al señor Gonzalo de Quesada, "en consideración a que los actos realizados últimamente, ya fuera, ya dentro de la isla, y que eran del dominio público por su propia notoriedad y la mayor que le diera la prensa, contrarios a los intereses que la Asamblea tenía el deber de promover y amparar".
¡El señor Gonzalo de Quesada acompañó a Mr. Pórter, —comisionado personal del Presidente Mac-Kinley—, al Cuartel General del General Gómez en el Central "Narciso", en Las Villas!.... Ese y no otro fué el grave delito realizado por el funcionario depuesto.
En esta misma sesión la Asamblea acuerda por el voto unánime de los asistentes, dirigir un Manifiesto al Ejército y al pueblo de Cuba,exponiendo las razones que motivaran la actitud asumida frente al General Gómez; actitud que en el general sentir tuviera por principal fundamento el completo olvido en que se tuvo a ese Organismo por el Presidente de los Estados Unidos y consecuentemente por el Gobierno interventor, cuya marcada preferencia con el Libertador era manifiesta; aparte no prestar su apoyo a "las gestiones encaminadas a levantar empréstitos de dinero", que podían "comprometer para más tarde los grandes intereses financieros y políticos de Cuba".
En sesión celebrada el día 14, con asistencia de sólo veinte y cinco Delegados, se dió cuenta de un escrito del Delegado Melchor Loret de Mola, renunciando el cargo consecuente con la actitud que asumió en la sesión del día 11, en que se acordara la deposición del General Gómez.
El Delegado Sanguily propuso, y la Asamblea lo acuerda, designar una Comisión que llevara al Presidente Mc-Kinley las manifestaciones contenidas en los siguientes acuerdos:
Primero:—Dar público testimonio de su profunda gratitud y de la gratitud sincera del Ejército y el pueblo de Cuba, por la magnánima asistencia con que el pueblo y el Congreso de los Estados Unidos robustecieron la causa de la independencia de nuestra Patria, acelerando y asegurando su triunfo; así como de su más respetuosa consideración y reconocimiento al Presidente y al Gobierno de aquella noble nación por las inequívocas muestras de desinteresadas simpatías y ayuda que con tanta eficacia supieron dar a los cubanos, contribuyendo tan gloriosamente a su independencia primero, y luego a la reconstrucción política y económica, así como al establecimiento del orden y de la nacionalidad cubana en la Isla arrasada y subvertido por la guerra.
Segundo:—Manifestar al propio tiempo al Pueblo y al Gobierno de los Estados Unidos, que el pueblo armado de Cuba y la Asamblea, como su legítimo representante, están reconocidos al obsequio de $3.000.000.00 con que quiere contribuir el Presidente de los Estados Unidos al alivio y al licensamiento de nuestros soldados; pero que, fundados en el mayor y más exacto conocimiento del carácter y de las necesidades de nuestro Ejército y de la situación agrícola y económica de nuestro país, la Asamblea de Representantes, porque anhela la paz y se propone coadyuvar a los humanitarios fines de la política interventora, considera su deber ineludible declarar que aquella suma que por honra nuestra no podemos aceptar como donativo, sino en préstamo, es de todos modos insuficiente y, por ende, ineficaz, y, como consecuencia: solicita del Presidente de los Estados Unidos su necesaria autorización para levantar los fondos indispensables que aplicaría exclusivamente a auxiliar a las tropas cubanas, a fin de que puedan licenciarse sin dificultades ni aprensiones, como medida inexcusable y prévia para que la paz impere definitiva y perdurablemente en la Isla de Cuba.
La Comisión designada al efecto la integraban los Delegados Villalón, Despaigne y Hevia.
En la propia sesión se dió lectura al Manifiesto que la Asamblea dirigiera "Al Pueblo y al Ejército Cubano", explicando los motivos que tuviera para deponer al General Gómez del cargo de General en Jefe del Ejército Libertador, tratando con ello de poner término a una lucha entablada
"entre un hombre que todos consideraban como el supremo representante de nuestra guerra libertadora, y una Asamblea que no había sido electa por nadie, que era una creación artificial, la cual, no nobstante, tenía todos los poderes"; y cuyo Manifiesto insertamos al final de este trabajo.
Reunida la Asamblea el día 19 con objeto de fijar la fecha y las condiciones en que habían embarcar a Washington los comisionados nombrados al efecto; acordándose aplazar dicha salida por varios días.
Dando cuenta el Presidente de la Comisión Ejecutiva de habérsele pedido de una manera "informal" las listas del Ejército, por el General Brooke, por mediación del Inspector General, la Asamblea acordó que dichas listos serían facilitadas cuando fueran pedidas en debida forma.
Reunida la Asamblea el día 21, por la Presidencia se dió cuenta de la existencia de dos mociones: una relacionada con el licensamiento del Ejército y la otra fijando reglas y atribuciones a los Jefes con mando efectivo.
Después de ser deliberado el asunto ámpliamente, se acuerda dejar la discusión de ambas mociones para próximas sesiones.
La moción que trataba del licensamiento del Ejército resultaba sumamente extensa y en ella se consignaban los siguientes extremos:
PRIMERO:—Exponer a la consideración del Gobierno americano que, próximo a terminar la evacuación del territorio cubano por las tropas españolas, y debiendo ser ocupado temporalmente por las fuerzas de los Estados Unidos ese mismo territorio, la Asamblea de Representantes del pueblo armado de Cuba estima llegada la hora del licenciamiento del Ejército cubano, a menos de que el Gobierno americano no considere conveniente contar con todo o parte de él para ayudarle a mantener el orden y desenvolver su política, mientras se cumple el fin supremo de la intervención.
SEGUNDO:—Manifestar al propio Gobierno americano que la justicia, la equidad, la previsión y las conveniencias todas del Ejército y del país cubano aconsejan que no se lleve a cabo la disolución delas fuerzas que lucharon por la independencia, sin que se proporcione a los que formaron en sus filas recursos pecunarios suficientes para atender a sus necesidades, en tanto se normalice la situación del país y puedan subsistir con sus trabajos.
TERCERO:—Solicitar que, con las garantías de las rentas de Cuba, y en la forma que se acuerde como más conveniente con los Poderes públicos de los Estados Unidos, se facilite a la representación oficial del Ejército cubano la suma necesaria para proceder al licenciamiento, con abono de una cantidad racional a cada individuo que se licencie.
CUARTO:—Ofrecer al Gobierno americano el apoyo decidido de los elementos de toda clase que constituyen la agrupación revolucionaria actual, consignando expresamente que, basándose la intervención en las "Resoluciones" del Congreso americano de 19 de Abril último, que aseguran la independencia de este país, los cubanos revolucionarios están dispuestos a secundar la acción del Gabinete de Washington, ya continuando organizados como en la actualidad, ya del modo que se le indique; por lo que le ruega al Gobierno de los Estados Unidos que manifieste sus deseos en ese extremo, para orientar nuestra actitud de suerte que resulten siempre en armonía con los propósitos de dicho Gobierno y los intereses y derechos de nuestro pueblo.
En cuanto a la moción que fijaba reglas y atribuciones a los Jefes con mando, se les hacían los siguientes encargos:
1°—Velar por la disciplina y el buen orden en todo el Departamento militar.
2°—Llevar la representación de las fuerzas del mismo, cuando no esté reunida la Asamblea, entendiéndose directamente con la Comisión Ejecutiva.
3°—Hacer cumplir todas las disposiciones legales, así las consignadas en las leyes y acuerdos yo votados, como en las que sancione en lo sucesivo la Asamblea.
4°—Cuidar de todo lo concerniente al licenciamiento del Ejército, con arreglo a lo que a ese respecto esté decretado o se decrete por la Asamblea.
5°—Comunicar a la Comisión Ejecutiva cuantas indicaciones crea oportunas respecto a la situación actual de las fuerzas del Departamento, y evacuar las consultas que estime conveniente la Comisión Ejecutiva someter a su examen respecto a la marcha de los asuntos que afectan al Ejército y a la Revolución.
En sesión celebrada en el propio local por la Asamblea en 23 de Marzo, el Delegado Cisneros Betancourt hizo uso de la palabra ampilando la contestación que diera al Delegado Sanguily en la sesión anterior, asegurándole que las armas pertenecientes al 'Tercer Cuerpo estaban depositadas "a disposición de la Asamblea".
Es de advertir que las fuerzas del Tercer Cuerpo hicieron su entrada en la ciudad de Puerto-Príncipe, —hoy Camagüey—, el día 30 de Noviembre de 1898, procediéndose a los pocos días al licenciamiento temporal de las mismas, licencias que hubieron de ser canjeadas por otras de carácter definitivo, autorizadas con la firma del General Roloff, en su condición de Inspector General del Ejército, concebidas en los siguientes términos:
—"El Inspector General del Ejército Libertador de Cuba, de acuerdo con lo dispuesto en sesión celebrada el 27 de Abril de 1899 por la Junta Consultiva, bajo lo presidencia del Representante General del Ejército, Mayor General Máximo Gómez, concede licencia absoluta al (aquí el cargo y nombre del interesado) que de su espontánea voluntad y por alcanzar el grandioso ideal de la independencia de Cuba, se alistó en las filas del Ejército el día (aquí mes y año) habiendo servido en ellas can derecho al sueldo de . . . . . . . . . . según acuerdo del Consejo de Gobierno de 14 de Septiembre de 1896, hasta el día 24 de Agosto de 1898, fecha en que, conforme a la disposición de la Asamblea de Representantes de 9 de Noviembre de 1898, dejaron de correr los haberes del Ejército y teniendo, por tanto, al expedírsele la presente en crédito de . . . . . . . . . . a su favor que la República de Cuba debe satisfacer una vez que definitivamente se constituya.
"A nombre de la Patria se le tributan cumplidas gracias al (aquí el grado y nombre) y se le recomienda a la consideración y respeto de sus conciudadanos, en la seguridad de que, como hasta ahora, sabrá llevar con dignidad en todas las circunstancias de su vida, el honroso título de Veterano de la Independencia de Cuba".
La Asamblea en sesión celebrada el día 24 tomó los siguientes acuerdos:
1°—Suspender hasta el sábado primero de Abril, sus sesiones y que ese día se discutirá la moción de los Delegados Párraga, Despaigne, Rivas y Villalón y que está sobre la Mesa.
2°—Que salga mañana la Comisión nombrada para ir a llevar la resolución acordada en la sesión efectuada el 14 del corriente y con motivo de la moción de los señores Sanguily, Gómez y Hevia.
3°—Que esta Comisión queda facultada para firmar el contrato aprobado por la Asamblea en sesión del nueve del presente mes, si lo considera viable después de su entrevista con el Presidente.
4°—Que el viernes 31 de Marzo, al medio día, la Comisión informará por cable a la Asamblea si tiene la seguridad de que será recibida por el Presidente y las probabilidades de éxito en su gestión.
El día primero de Abril, en la misma casa número 819 de la Calzada del Cerro, se reunió nuevamente la Asamblea, aprobando una moción que suscribían los Delegados Portuondo, Tirado, Sáenz Yáñez, Trujillo y Lecuona, recomendando la conveniencia de establecer en todo el territorio de la isla la institución de "Veteranos de la Independencia".
Pasado a la orden del día contentivo de la moción que trataba sobre el licenciamiento del Ejército, después de una amplia discusión sobre tal extremo, se acordó dejarlo pendiente de resolución hasta el regreso de los comisionados que fueron a Washington.
Tal determinación parece tuvo como principal fundamento el conocer la Asamblea de un despacho cablegráfico, firmado por los comisionados Hevia y Villalón, informando que el Presidente Mac-Kinley no solamente no aumentaba la cantidad de tres millones ofrecidos, sino lo que resultaba más grave aún, no estaba dispuesto a autorizar la concertación de empréstito alguno; anunciando en el propio cablegrama su inmediata salida paro Cuba.
Y, finalmente, se produjo la reunión del 4 de Abril, último día de existencia de la Asamblea, que al fin llegó al pleno convencimiento de que nada debía esperar del Gobierno americano, de quien no había sido reconocida oficialmente; y cuya existencia era mirado con desagrado por la mayoría del pueblo cubano desde el momento en que tomara el antipatriótico acuerdo de destituir al General Máximo Gómez del cargo de General en Jefe del Ejército Libertador.
A esta última sesión solamente concurrieron veinte y cuatro de los cuarenta y ocho miembros que formaban ese Organismo.
En esta sesión los Delegados Hevia y Villalón informaron del resultado de las gestiones llevadas a cabo en Washington, acerca del Presidente Mac-Kinley, dando lectura a la contestación que diera el Secretario Hay a ese respecto, y la que estaba concebida en los siguientes términos:
—"He manifestado al Presidente el objeto de nuestra entrevista de esta mañana y me significó dijera a usted que él no tenía nada más que agregar a la comunicación verbal que entonces tuve el honor de tener con usted y el señor Hevia".
La Asamblea acordó en esta misma sesión el "licenciamiento" del Ejército Libertador, con carácter "definitivo", concediendo un plazo de un mes, a contar desde esa fecha, para que los interesados pudieran presentar ante la Comisión Ejecutiva, —Organismo creado por la propía Asamblea—, las reclamaciones que estimaren procedentes sobre legalización de grados; dando por terminados sus trabajos en 30 de Junio, fecha en que sería disuelta dicha Comisión.
Y "considerando la Asamblea agotadas todas sus gestiones y en la imposibilidad de practicar otras eficaces al cumplimiento de los fines para que fué electa, acuerda su inmediata disolución".
Y al despedirse de sus compañeros su Presidente, el Dr. Fernando Freyre de Andrade, se lamentó de que la ciudad de La Habana hubiera sido hostil a la Asamblea, compuesta de cubanos que con la conciencia limpia creyeron haber cumplido su deber y servido a los intereses de la independencia de Cuba; pero cuyos miembros, en su mayor parte, en un acto de mal entendido amor propio —en sentir de opinión pública—, habían realizado la más grande de las ingratitudes, al destituir al Libertador del cargo de General en Jefe del Ejército Cubano
¿Estaría en lo cierto el doctor Manuel Ramón Silva, cuando al presentar en 25 de Agosto de 1898 la renuncia del cargo de Secretario del Interior que desempeñaba en el Consejo de Gobierno, entendiera que no solamente debía desaparecer ese Organismo, sino además suspenderse la convocatoria de la Asamblea, a fin de facilitar el cumplimiento de los fines que se había impuesto el Gobierno americano al proceder a la ocupación militar de la Isla?
Tal parece que los acontecimientos sucedidos posteriormente, vinieron a dar la razón al inquieto y perpicaz estadista.
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ASAMBLEA DE REPRESENTANTES DE LA REVOLUCION CUBANA
Al Pueblo y al Ejército Cubano
La Asamblea de Representantes de la Revolución Cubana se ha visto en la necesidad de destituir del cargo de General en Jefe del Ejército Libertador al Mayor General Máximo Gómez. Y aunque ningún espíritu reflexivo dejará de admitir que para tomar resolución tan grave, la Asamblea ha debido tener poderosos motivos, conviene al interés de todos que se expongan las razones que han determinado lo conducta de los Representantes del pueblo revolucionario de Cuba, a fin de que no se perturbe el juicio de la gente sensata ni se extravíe la opinión de los elementos sanos de nuestra tierra.
En un Manifisto que acaba de dirigir al País y al Ejército el Mayor General Máximo Gómez, procura reducir las causas del conflicto a un solo extremo, afirmando que lo que la Asamblea estima como falta de disciplina de su parte, es que él "no apoyó las gestiones encaminadas a levantar empréstitos de dinero", que a su juicio, "pueden comprometer para más tarde los grandes intereses financieros y políticos de Cuba". Comete una sensible inexactitud el Mayor General Máximo Gómez con esa aseveración, porque las faltas de indisciplina y de respeto por él cometidos, arrancan de muy atrás, y se manifiestan en la actitud que asumiera desde que se constituyó la Asamblea.
Porque lo cierto es que el Mayor General Máximo Gómez, soldado brillante en los combates, nunca ha sido un militar disciplinado, obediente a las leyes y correcto ante los Poderes constituidos; a los cuales ha procurado siempre sobreponerse para realizar tan solo su voluntad más a menos caprichosa.
Con los dos Consejos de Gobierno que ha tenido la Revolución desde 1895, vivió en constante tirantez de relaciones; y cuantos conocen la historia íntima de la última guerra, soben que la mayor pruebo de patriotismo dada por los cubanos, así los que ejercían autoridad sobre el General en Jefe como los que dependían de la suya, ha sido la de sufrir sus arrebatos dictatoriales y su menosprecio de la legalidad, para no dar, frente al enemigo, el espectáculo doloroso de una deposición que más de una vez se presentó como justificada, conveniente y hasta necesaria.
La Asamblea debía contar con que, limitado su cometido a la liquidación de la empresa revolucionaria, sería más afortunada con el General en Jefe que lo fueron los otros Gobiernos de la Revolución. Por desgracia, desde los primeros actos, el General Máximo Gómez desintió, inmediatamente, de la Asamblea. Decretado por ésta en 8 de Noviembre del año pasado el licenciamiento de todos los individuos del Ejército, que voluntariamente lo solicitaren, para facilitar de ese modo el sostenimiento de los que quedaran acampados, hasta que se verificase la disolución total del Ejército, en principio decidido, el General en Jefe, a espalda de la Asamblea, y faltando desde esa hora a su deber, recomendó a los Jefes de Cuerpos el desconocimiento de aquello disposición superior, invitándoles a que más que nunca mantuviesen nutridas las filas, so pretexto de encontrarnos en circunstancias que no definía y explicaba, aun cuando las hacía aperecer como muy graves.
Licenciadas las fuerzas del 3er. Cuerpo, (1) por su Jefe el General Lope Recio, dió órdenes el General en Jefe a la Brigada de la Trocho, perteneciente a dicho Cuerpo, para que se sostuviese bajo el mismo Pié que antes, y hasta intentó reorganizar las fuerzas ya licenciadas, enviando en comisión al Camagüey con ese objeto a un General de su confianza.
Llamado por la Comisión Ejecutiva desde Diciembre último para que se acercase a conferenciar con ella, sobre particulares importantes, desatendió los ruegos corteses que más de una vez le fueron dirigidos verbalmente y por escrito.
Extralimitándose de las facultades puramente militares que le correspondían, puesto que el artículo 21 de la Constitución y el 14 de la Ley de Organización Militar sólo al Gobierno atribuían la dirección de la política de la guerra, levantó bandera personal, propaganda un programa propio, sin consultarlo siquiera con sus superiores jerárquicos, y hasta contrariando el sentido general de las declaraciones de la Asamblea, ya que aceptada por ésta el hecho de la intervención, con los fundamentos expuestos en las Resoluciones del Congreso de los Estados Unidos de Abril de 1898, la Asamblea deseó siempre marchar de acuerdo con el poder interventor, en tanto que el General en Jefe, hasta hace pacas semanas, procuraba juntar a españoles y cubanos para oponer en esta pobre tierra, que acaba de salir de uno lucho cruenta, la raza latina a la sajona.
Para robustecer la actitud amenazadora de la paz pública en que se colocaba al seguir su propia personal política, proveyó a un sin número de Jefes y Oficiales de diplomas con propuestas de ascensos, redactadas en forma ambigua, como si no conociera la autoridad de lo Asamblea, a quien debía referirlas, y como si ignorase los artículos 31 y 32 de la Ley de Organización Militar; y permitió también a los Generales, Jefes y Oficiales que le rodean y constituyen parte de su Estado Mayor, lo violación a sabiendas del artículo 42 de la propia Ley, con el uso de insignias y divisas de grados militares de que no están en posesión legal, porque no han sido otorgados por quien únicamente tenía la facultad de hacerlo.
Entró en tratos políticos con enviados del Poder interventor, desconociendo la autoridad de la Asamblea; y para aumentar la gravedad de esta falta, ha mantenido el mayor secreto sobre sus entrevistas y acuerdos con los agentes del Gobierno americano, lo que hace tanto más inexplicable los móviles de proceder tan misterioso, cuanto que en esas entrevistas algo importante ha debido ocurrir para que súbitamente trocase su actitud, pasando de la hostilidad manifiesta hacia los americanos a la intimidad más aparente con los representantes de los Estados Unidos.
Al conocerse el resultado de las gestiones practicadas en Washington por los comisionados de la Asamblea, la Mesa de ésta y la Comisión Ejecutivo empezaron a gestionar con el fin de que se aumentase hasta doce millones de pesos la cantidad ofrecida por el Presidente Mac-Kinley para facilitar una parte de sus haberes al Ejército Liberador. Varias Corporaciones particulares y setenta Ayuntamientos de la Isla se adhirieron, en los días que medían del 26 de Enero al 7 de Febrero, a la petición formulada por el Municipio de La Habana para que el Poder interventor autorizase un empréstito con la garantía de las rentas públicas, y cuyo producto se destinase a aquel nobilísimo objeto. Ante ese movimiento de opinión, el Consejo de Secretarios, estimulado por el mismo General Brooke, estaba dispuesto a estudiar una solución que pudiera presentarse al Gabinete de Washington, apoyado por dicho General; y ya el Consejo de Secretarios se había fijado en varias medidas económicas que produjeran ingresos, que sumados a los ofrecidos por el Presidente Mc-Kinley podían satisfacer las primeras necesidades de nuestros soldados. Pero el General en Jefe, comprometiéndose por sí y ante sí, sin derecho ni razón, a disolver el Ejército con los únicos tres millones aludidos, paralizó el movimiento iniciado por los Ayuntamientos, secundado por la opinión pública y aceptado por el Consejo de Secretarios y por el General Brooke, anulando por tal manera los esfuerzos de tantas voluntades generosas en favor de los cubanos en armas.
No queriendo desesperar todavía la Asamblea, envió a Matanzas una Comisión de su seno para que conferenciase con el General en Jefe, le pusiese al corriente de la situación, haciéndole ver el daño que causaba a los intereses de la Revolución y del Ejército, al obrar con independencia de la Asamblea; y pidiéndole que cooperase con ésta para que se reanudaran las gestiones que el Consejo de Secretarios y el General Brooke hubieron de comenzar, a excitación de los Ayuntamientos, y que fueron bruscamente interrumpidas por los resultados que se atribuyeron a su entrevista con Mr. Porter. El General en Jefe pareció acceder a estas solicitudes; pero llegado a La Habana desvaneció tal creencia, manifestando opiniones propias, enteramente contrarios a las de la Asamblea.
Agotados todos los medios naturales para lograr la indispensable subordinación del General en Jefe, todavía la Asamblea comisionó el día 10 de los corrientes a cinco de sus miembros para que se le acercaran, manifestándole que la Asamblea "consideraba necesario en este momento crítico para la Revolución, la paz y la prosperidad de la Isla de Cuba, requerir del General en Jefe del Ejército Cubano su adhesión absoluta a sus acuerdos"; y como la Asamblea acababa de declarar insuficientes los tres millones de pesos a que se ha hecho referencia varias veces, se pedía únicamente al General en Jefe que hiciera la mismo declaración, a fin de que no apareciesen en divergencia, ante la opinión pública y ante los interventores, el Poder Supremo de la Revolución y el General en Jefe del Ejército. Esto última tentativa de conciliación se frustó por la rebeldía declarada del General en Jefe, quien no sólo manifestó a la Comisión que no estaba dispuesto a acatar los acuerdos de la Asamblea, sino que tenía además el propósito de aceptar el dinero que a título de donativo le entregaría el Gobierno americano, y que lo repartiría por sí mismo entre los individuos del Ejército, que estimase acreedores a ello, los cuales desarmaría y licenciaría en el acto de gratificarlos, prescindiendo en absoluto de cualquier acuerdo de la Asamblea que fuera contrario a su personal criterio y a la palabra de honor que dijo haber empeñado con el Gobierno americano.
Tales son los hechos descarnados ante los cuales la Asamblea de Representantes de la Revolución Cubana ha tenido que detenerse para tomar una resolución decisiva. Con la actitud del General en Jefe, los elementos revolucionarios, el Ejército Libertador, la Revolución toda, en una palabra, aparecían sujetos a dos direcciones contradictorias; y como ese dualismo no podía subsistir sin esterilizar los mejores esfuerzos, había que escoger entre estas dos soluciones: o consagrar la dictatadura del General en Jefe, inclinándose ante la usurpación de funciones encomendadas a este Cuerpo por nuestra Carta Constitucional, o deponer al General en Jefe, que ni quería someterse ni sabía dimitir al encontrarse en voluntario disentimiento con lo autoridad suprema, para que ésta pudiera ejercer libremente su actuación, en provecho del Ejército y del país y en beneficio de la paz pública.
Planteada de este modo la cuestión, no por voluntad, ciertamente, de la Asamblea, sino por deliberado propósito del General en Jefe, no era posible que vacilasen en el cumplimiento estricto de su deber los Representantes de la Revolución, que agotaron todos los medios conciliadores, buscando reiteradamente la avenencia con el caudillo esforzado, cuyas dotes militares todos admiraban, y cuyo adhesión y sometimiento a las leyes, con su concurso moral promulgados, siempre estimaron un elemento valioso para terminar con gloria, o por lo menos, con honor, la empresa redentora en que parte tan principal había tomado.
No pudiendo la Asamblea, ni por decoro ni por patriotismo, consentir en que sustituyera, con su desaparición, al Poder legal emanado del sufragio un Poder personal, nocivo, como todos los de esa índole, a los intereses públicos, y que a más de engendrar probablemente próximos disturbios en el país, había de inocular en nuestra ansiada República el virus odioso de la dictadura militar, los Representantes del pueblo armado de Cuba, mantenedor fervoroso de la idea de independencia, han tenido que resignarse, con tristeza, pero serenamente, ante la necesidad, deponiendo de su cargo al General en Jefe.
Por grande que sea lo emoción que esta medida haya causado, por injustificadas que resulten las demostraciones de tumultosas censuras que formulan principalmente aquellos elementos que durante la larga y gloriosa lucha, en que tantas ocasiones se ofrecieron a los quedesearan de veras probar su amor sincero a la independencia o siquiera su indignación ante las atrocidades de sus enemigos, supieron convivir con los opresores de su Patrio y permanecieron cuando menos impasibles en medio de tantas y ton espantosos calamidades, la Asamblea sabe que ha pasado el primer momento de ofuscación y desvarío, o cuando, cansados los agitadores interesados y maliciosos, se serenen los ánimos, podrá contar con la aprobación de los hombres honrados y de cuantos se interesen noblemente por el triunfo del derecho y de la libertad; pero sabe desde ahora mismo que con ella, para amarla, respetarla y obedecerla, en su defensa de grandes intereses comprometidos y del supremo interés de la paz, está ese glorioso Ejército cubano, al cual sin duda se juntarán todos los compatriotas nuestros que profesan las ideas democráticas, repudian por estéril y funesta la dictadura, y fían el porvenir de la sociedad al ejercicio de las instituciones libres.
Y sabe también que ante el pueblo americano no podrá valer como pérfido argumento contra nuestra supuesta y siempre pregonada incapacidad de gobernarnos por nosotros mismos, la actitud que acaba de asumir la Asamblea; pues que sería preciso subvertir las leyes de la realidad y de la lógica para que no apareciese esa suprema resolución suya como la expresión más inconcusa de la firmeza de nuestro carácter político y del respeto profundo a las Instituciones nacidos de nuestra voluntad y nuestro convencimiento.
Y por último y sobre todo, sabe la Asamblea que ha cumplido con su deber, sin odio y sin interés mezquino, lamentando el doloroso trance, pero amparada en su conciencia contra el error, la calumnia y la protervia.